Capitulo 3

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James Miller

Me hicieron un estudio para verificar que todo estuviera en orden y así poderle donar sangre a mi hermano. Me sentía nervioso, Evan había perdido mucha sangre y debía donarle ya, de otra forma se pondría peor.

-En un momento traerán los resultados – anunció el doctor que me estaba atendiendo y salió del consultorio.

Habían pasado solo diez minutos y a mí se me hacía eterno, demonios, ¿dónde está Carlos?, si tan solo él estuviera aquí ya nos hubiéramos ahorrado tanto y mi hermano seguramente ya estaría mejor.

Pasaron otros diez minutos, el doctor entro con una mirada de "lo siento", ¿qué rayos estaba pasando?, ¿le ocurrió algo a mi hermano?, mi mente estaba a mil por hora pensando en lo peor.

-Señor Miller, usted no puede donarle sangre a su hermano

-¿Por qué? – lo mire serio exigiendo una explicación

-Lamento informarle que usted tiene VIH, por lo tanto no puede ser donador

-¿Qué mierda está diciendo? – me levante alterado arrebatándole el documento de las manos. Mi mundo se vino abajo al leer ese maldito papel con aquella información

No, no podía ser cierto. Todo debe ser una maldita broma, los estudios debieron estar incorrectos, yo no estoy enfermo, ¡NO!

-Señor Miller

-Esto no es verdad – dije

-Los estudios no mienten señor. Necesitamos a otro donante, puede decirle a su hermana – asentí y salí del consultorio, en este momento lo importante es Evan.

La cabeza me taladraba, ¿cómo le diré esto a Alexandra?, si yo estoy enfermo lo más seguro es que ella y mis hijos también lo estén – Mis hijos – ese era mi mayor pesar, son tan pequeños, no merecen esto.

-Liz, ve al consultorio y hazte la prueba. Tendrás que donarle sangre a Evan

-¿Qué pasó? – me miro confundida

-Solo ve – respondí borde

-James qué te pasa – cuestiono Alex preocupada, no podía ni mirarla. Me la vuelta dispuesto a irme, necesitaba estar solo – Miller – me jalo mi reina antes de salir del hospital – Lo que sea que haya pasado, sabes que puedes contar conmigo

-Necesito estar solo, déjame ir – me miro a los ojos y se alejó, su mirada de preocupación me mataba. ¿Por qué siempre tengo que hacerla sufrir?

Me fui directo a la casa, al llegar me encerré en el estudio y bebí durante horas sin percatarme de nada de lo que ocurría, tenía varias llamadas perdidas sin atender.

-Mi niño – llamo Sofí a la puerta antes de pasarse

-Salte nana, es de mala educación entrar sin que te den permiso

-Estas bastante ebrio James, debería darte vergüenza – me reprendió – Alex llamo a la casa, dijo que te ha llamado durante horas y no respondes, está muy preocupada por ti

-Si no le conteste es porque no quise, dile que deje de preocuparse tanto

-James Miller, deja de estar de grosero con tu esposa – levantó su tono de voz, estaba molesta – Dime qué es lo que te sucede, jamás respondes de esa manera

-Tengo VIH, nana – la mire con los ojos cristalizados – No sé ni cómo es que estoy enfermo. Sofí, me importa una mierda si yo estoy enfermo, pero mi familia, ¡mi familia, nana! – grite desolado, me sentía una escoria

-Tienes que hablar con Alex

-No puedo ni verla a la cara, ¿cómo se supone que le diga?

-Debe de haber un error, seguramente confundieron los resultados

-¡No Sofía! – grite – No hay ningún error, por eso no pude donarle sangre a mi hermano.

La puerta se abrió dejando ver a mi reina manteniendo una postura seria, seguramente había escuchado todo y estaba enojada – debería estarlo – pensé, después de todo le acabo de arruinar la vida

-Sofí puedes dejarme sola con James, por favor – mi nana salió sin rechistar. Alex se aseguró de que no hubiera nadie en el pasillo y cerro nuevamente

-Ya sé porque te fuiste del hospital, el doctor me lo dijo – se dio la vuelta mirándome fijamente, su mirada se veía triste - ¿Por qué no me lo dijiste?

-¿Cómo se supone que te lo diga, ah?, dime cómo le digo al amor de mi vida que acabo de arruinarle la vida a ella y a mis hijos – me lleve las manos al cabello en forma de desesperación

-Hey – se acercó poniendo sus manos en mi cara, cerré los ojos y comencé a llorar dejándome caer al suelo

-No debí haberme casado contigo, si te hubiera dejado libre no te hubiera ocurrido nada, no te habría arruinado la vida – se puso de rodillas quedando a mi altura - ¡Déjame Alexandra!, ¡Vete!, Deberías dejarme, gritarme o golpearme porque les acabo de arruinar la vida

-¿Eso te haría feliz? – cuestionó buscando mi mirada, yo trataba de evadirla a toda costa – Mírame Miller – hablo seria, voltee a verla - ¿Te haría feliz que te grite? – su mirada era neutra

-Seria lo justo – negó mientras sonreía y me envolvía en un abrazo lleno de esa calidez que solo ella era capaz de transmitir

-Tranquilo mi amor, no tengas miedo... Todo estará bien, te lo prometo

-Mi reina – me aferre mucho más a su abrazo – No sé qué hacer – confesé sincero, no tenía idea de lo que iba a ocurrir a partir de ahora

-Buscaremos una solución, no pienso dejarte solo – aseguro levantándose del suelo, me levante y nos sentamos en el sillón de la oficina

-Se supone que el que tiene que buscar una solución a los problemas soy yo, tu estas embarazada y tienes que cuidar a los gemelos

-No son ningún problema. Prometimos estar juntos en las buenas y en las peores, y eso es lo que haremos.

-Soy afortunado por tenerte mi ángel – la bese tiernamente – Te amo

-Yo te amo más mi rey

...

La noticia para James y Alexandra era un gran golpe, ella sabía que esa enfermedad no tenía cura por lo que a partir de ahora tendrían que tener más cuidado para no contagiar a nadie, el VIH no se contagiaba por contacto, pero si se contagiaba por medio de la sangre así que debían ser cuidadosos si llegaban a lastimarse, aunque todo para ella era demasiado raro.

Cómo es posible que de la nada James estuviera enfermo de sida, si así fuera sus hijos y ella estarían enfermos y no era así, ¿acaso le había sido infiel? – No – afirmo en su mente, su marido jamás le haría algo así.

Definitivamente algo estaba pasando y ella iba a averiguar que era, llamaría a Carlos, él tenía que ayudarla a investigar lo de James.

...

En otro lado se encontraba una persona dispuesta a lo que sea con tal de obtener todo lo que tiene la familia Miller, sabía que si acababa con los dos hermanos sería más fácil destruirlos.

-Te vas a arrepentir por quitarme todo, James Miller – dijo con una sonrisa victoriosa porque la primera parte de su plan había salido a la perfección.

...

Lo que no sabía esa persona es que lo peor que pudo haber hecho fue meterse con los reyes, pues él solo había contemplado a James en sus planes pensando que Alexandra no sería ningún problema, cuan equivocado estaba.

El juego comenzó. (El rey, 2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora