La primer sensación al abrir los ojos estando en un barco es un ligero mareo por el continuó movimiento. Pero al estar tanto tiempo en altamar se acostumbra.
Más para los miembros del clan Namikaze que eran capaces de tocar puerto solo una vez al año.
Esa era la sensación de Minato Namikaze, quien a pesar de su corta edad, era bastante inteligente y se había acostumbrado a la dura vida de un marino.
Con algo de pereza se pone de pie, sintiendo un ligero mareo, y se dirige a la cama donde su madre yace aun dormida.
Después de un rato moviendo la ligeramente para que se despierte lo consigue, y un adormilado buenos días sale de la boca de la mujer de cabellos rubios.
Un saludo que su hijo contesta sonriente,
En unos segundos se preparan y salen a cubierta, en donde había mucha gente, que tenían algo en común, el símbolo Namikaze en la espalda.Todos trabajaban, a Minato le gustaba aprender de su madre, verla trazar la ruta y dirigir el barco. Su madre era la única hija del líder del clan, sin embargo no era la heredera, sino que su hermano mayor ocupaba ese puesto, ella era más bien una de las voces populares del pueblo. Siempre había sido muy honesta para dar su punto de vista y no dudaba a la hora de defenderlo; ella siempre fue una mujer valiente, después de todo debía darle honor a su nombre Yukana.
Mientras Minato observaba a su madre muy concentrada trazando la ruta que debían tomar, ve como un joven se acerca a su madre para darle un corto mensaje -se solicita su presencia, hay una reunión- a lo que la mujer solo asintió y se dirijo a su hijo -cariño, porque no vas con los demás niños-
Entre los niños, había mucha emoción, se sabía que su próxima parada, sería en el sur del país del fuego. Era casi una fiesta el tocar puerto. A bordo solo había unos pocos niños que aprendían de sus padres a vivir en el mar.
Entre ellos conversaban de lo que les gustaría hacer en tierra firme, algunas niñas decían que querían comprar algunas cosas, los niños meramente explorar. Pero todos tenían responsabilidades desde ayudar a cargar cosas hasta conseguir algo de dinero para la próxima vez que tocarán puerto y pudiesen mantenerse.
El tiempo se paso entre trabajos y algunas risas para los niños mientras algunos adultos mantenían una reunión debatiendo la futura ruta a tomar, se notaba que era una discusión bastante acalorada, se podían escuchar algunos gritos y replicas desde el salón donde se llevaba a cabo la reunión.
Y ustedes se preguntaran, que es lo que buscan los Namikaze, porque estaría tan afanado un clan completo con vivir en el mar, con todos los trabajos que conlleva, la razón radicaba en un leyenda, de un lugar, al otro lado del mundo, una ciudad hecha de oro. De oro sólido cada piedra del lugar.
Esa era la razón, los señores feudales de varias naciones, le pagaban a los Namikaze para que se embarcarán y dieran con el lugar. Pero ya después de tantos años, no habían logrado dar con el lugar.Los señores feudales se inpacientaban al igual que los Namikaze. Había distintas opiniones, desde personas que deseaban tomar muchas rutas a la vez en pequeños barcos para ampliar el territorio explorado y reducir el tiempo; quienes deseaban seguir una sola ruta a la vez como hasta ahora; y quienes solo querían rendirse de buscar un lugar que probablemente no existiera.
Mientras Minato se perdía en sus pensamientos, una niña de cabello rubio oscuro, y de ojos negros, un poco más joven que Minato se le acerca y le dice -oye, Minato, ¿tu que planeas hacer en tierra firme?
A lo que el rubio le dice sin mucho interés -no lo sé, Nanami probablemente solo me quede en el puerto y consiga algo de dinero-
La niña le hace un puchero y le dice -no eres nada divertido-
El ojiazul le dice con un risita nerviosa -lo siento, pero encuentra algo lindo para mi-
La niña más feliz asiente efusivamente y dice -conseguiré algo realmente lindo-Luego de un rato los adultos que debatían salieron del lugar, pero Minato se sorprendió al ver a su madre con los ojos rojos y un rastro de lágrimas en sus mejillas.
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la hermana de Naruto
Fanfictionuna pequeña niña vaga sola por el bosque circunvecino a la aldea de la hoja, con un solo recuerdo, el de una mujer que le pide que escape y se lleve un pergamino sagrado; el relámpago amarillo de la hoja, al ver a la niña se sorprende por el cabello...