—¿Qué demonios?
—Lee Taeyong yo no te eduque así —Me quejé al sentir un golpe en la cabeza por parte de la mujer que me dio la vida.
—Mamá, aún no me gradúo, necesito esas neuronas no las mates —Dije haciendo un puchero.
—Entonces asegúrate de no decir malas palabras en mi presencia.
—Lo siento, es sólo que debiste decirme antes sobre nuestras visitas para ya sabes... huir.
—Tae, mi cielo, sabes que te amo muchísimo, pero deberías de ser menos ¿Cómo lo digo?
—¿Lindo? —puse mis manos en mis mejillas y pestañee exageradamente.
—Tonto —Dijo sin ninguna culpa y yo la mire indignado ¿estaba segura de que me quería?
—Quiero decir, no puedes huir cada vez que los Jung vengan a casa, esta vez no dejaré que uses de pretexto a tu novio para escapar, Doyoung debe estar ocupado como para cuidar de un chico que no sabe elegir entre comprar gomitas de ositos o manzanas.
—¡Es que es muy difícil! —Respondí dramáticamente.
—Taeyong... —advirtió.
—Bien, lo entendí mamá —dije resignado y tomé asiento mientras jugaba con la caja del cereal.
—Hyung ¿te quedarás a cenar? —La voz de mi hermano hizo que dejará de jugar y centrará mi atención en él. Se sentó en el lugar a mi lado mientras mi madre seguía preparando la cena.
—Sí... Mi propia madre me ha traicionado —otro zape —¡Las neuronas, mujer! —Pude escuchar la risa de mi hermano y también reí, me gustaba la manera en que éramos juntos, a pesar de no tener una figura paterna éramos felices, al principio sólo éramos mamá y yo, cuando Mark tenía ocho años mi madre lo adoptó sacándolo de ese horrible orfanato, me sentí muy feliz ya que siempre había querido tener un hermano, en este caso yo era el mayor así que quería ser un buen ejemplo para el pequeño niño de regordetas mejillas.
Hace un año mamá lo envió a estudiar a Canadá ya que era muy bueno en inglés y ella quería que alcanzará su mayor potencial, no sé como es que trabajaba el destino, pero termino por conocer a Jung Jaemin, exacto Jung, hermano menor de YoonOh, ese pequeño bebé que conocí en el cumpleaños del chico y también al que le quería pellizcar las mejillas, a decir verdad se notaba que eran hermanos, Jaemin también era muy apuesto ¿Qué les daban de comer? Benditos genes Jung.
—Tranquilo, YoonOh hyung no va a comerte.
—That's the problem —dije en broma.
—¡Lee Taeyong! —Corrí fuera de la cocina antes de que aquella preciosa mujer atentara nuevamente contra mis neuronas mientras la risa escandalosa de Mark resonaba como fondo.
Suspiré mirando la mesa y contando los lugares, seis en total. Faltaban escasos minutos para que los Jung llegarán a cenar ¿por qué nuestras familias se llevaban tan bien? lejos de emocionarme me ponía nervioso, no quería verlo, sólo hacía que en mi mente se montará un caos total, además yo tenía a alguien.
Ding dong.
Mierda.
La puerta fue abierta por Mark e hizo que nuestras visitas avanzarán hacía el comedor.
—¡Taeyonggie hyung! —El chico me rodeó con sus brazos y yo sonreí correspondiendo, era tan adorable.
—Jaeminnie.
—Hace mucho que no te veía, realmente te extrañé —se separó un poco para poder mirarme.
—Jaemin, respeta el espacio personal —Y ahí estaba la otra mujer más hermosa que había visto, porque evidentemente para mi, mi madre tenía el puesto número uno, mientras que la señora Jung el segundo.
—Taeyong, que gusto verte —dijo con su dulce sonrisa y los característicos hoyuelos no podían faltar, porque sí, YoonOh los había heredado de su madre.
—El gusto es mío señora Jung.
—Mamá él está bien, no veo que se queje —Reímos por el comentario del chico que se apego más a mi como si de un koala se tratara.
Por otra parte YoonOh sólo se limitó a mirar sin ninguna expresión como era costumbre.
—Jaemin, suelta a mi hyung y ven conmigo.
—No es justo que tengas a hyung para ti solo, cambiemos, te daré a Jaehyun, él se queja si lo abrazo — El mencionado sólo miró a otro lado pero puedo jurar que vi un sonrojo en sus mejillas.
Mi madre entró a la habitación dando por terminado los saludos y diciéndonos que nos sentáramos para comenzar con la cena.
—¿Te va bien con la escuela Taeyong? —la señora Jung preguntó tomándome por sorpresa.
—Sí, mis calificaciones no son perfectas pero me va bien.
—Ya veo, siempre pareciste inteligente, incluso siendo un niño.
Sonreí avergonzado por sus palabras ¿Yo? Realmente no creía eso posible, era más tonto que nada y además las cosas no me salían del todo bien, me malen sal.
—Seguro eres muy popular ¿Tienes novia?
—¿Hyung con novia? —Mark rio —Sin quererlo aplica la del tazo con los chicos.
Casi me ahogo con el agua, empecé a toser, afortunadamente mi mamá estaba a mi lado y palmeo mi espalda hasta que me recuperé.
—¿Tazo?
—Sí, cuando...
—¡No hace falta que lo expliques! —Dije interrumpiéndolo y estaba seguro de que mi cara estaba completamente roja, mientras los menores reían y la cara de la señora Jung expresaba confusión total.
—A Taeyong no le gustan las chicas, tiene novio, su nombre es Doyoung y por lo que sé es amigo de YoonOh —explicó mamá.
—¿En serio? —La mujer volteó a mirar a su hijo.
—Lo es —respondió tímidamente ¿tímidamente? ¿YoonOh tímido?
—Y tu YoonOh ¿tienes novia? —está vez fue turno de mi mamá. Pero ella sabía que sí ¿para qué preguntar?
—Sí.
Ding dong.
El timbre de la casa sonó llamando la atención de todos y desviándola de YoonOh, excepto por mi que seguía mirándolo, pero me sorprendí al ver que me devolvió la mirada, no sabía como interpretarlo ya que ninguno de los dos rompía esa conexión, se sentía como si sólo fuéramos los dos en esa habitación, no supe leer lo que me quería transmitir, pero por alguna razón quería que me siguiera mirando, quería que fuera así siempre, lo anhelaba con desesperación.
—Dodo hyung.
Al escuchar a mi hermano giré siendo el primero en apartar la mirada y efectivamente Doyoung estaba ahí con su particular sonrisa, de inmediato lo imité.
¿Por qué siempre aparecía cuando más falta me hacía? Me levanté para recibirlo. Él saludo a todos y se disculpó por llegar sin aviso. Dijo que tenía que hablar conmigo y subimos a mi habitación, al llegar me desplome en mi cama suspirando con pesar.
—¿Y bien? —Preguntó sentándose a mi lado para poder acariciar mi cabello y Dios en mi otra vida debí ser un cachorro porque amaba que hiciera eso.
—Estuvo bien, pero gracias por venir ¿Cómo sabías?
—No lo sabía, pero al ver que no hablaste de ir a alimentar a los peces de la tienda de mascotas como cada semana supe que algo había pasado como para que lo olvidarás, es tema serio para ti.
—Ah —reí un poco levantándome para abrazarlo.
Esos pequeños detalles eran los que me encantaban, él apoyaba todos mis planes incluso si parecían demasiado tontos.
—¿Quieres ir ahora?
—No, quedémonos así por más tiempo.
Él asintió y me rodeó con sus brazos sin decir más