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Louis miró a Harry sin comprender la tristeza de sus ojos. Estaba destrozado por la noticia de que él esperaba un hijo suyo. Tenía los dientes apretados y el rostro tan tenso que parecía esculpido en mármol; frío, duro e incapaz de perdonar.

Era evidente que la idea de ser padre no le atraía lo más mínimo.

—No te preocupes, Harry. No quiero nada de ti —dijo Louis con orgullo, renunciando a la última brizna de esperanza que le quedaba—. Es mi problema y yo lo resolveré. No tienes por qué implicarte en nada.

Algo cambió en su mirada, algo que Louis no sabía definir, pero que hizo que le temblaran las piernas y tuviera que volver a sentarse en el sofá.

— ¿Resolverlo? —pregunto en un tono alarmante— Estás hablando de un niño. ¿Cómo pensabas resolver el «problema»?

— Me refería a que me haré cargo del niño yo solo, en lo económico y en todo lo demás.— aclaró en tono balbuceante— ¿Qué creías que estaba diciendo? —abrió los ojos de par en par al darse cuenta de lo que había pensado—. No estarás pensando...—le temblaba la voz, pero respiró hondo y, cuando volvió a hablar, lo hizo con absoluta firmeza— Voy a tener el niño y quiero que sepas que para mí no existe ninguna otra alternativa. Pero, como ya te he dicho, tú no tienes por qué implicarte en nada.

Harry sintió se aflojaba parte de la tensión de su cuerpo. Parecía sincero, pero ya le había demostrado que era un magnífico actor.

—Ya estoy implicado —dijo implacablemente— Soy el padre de ese niño lo que conlleva ciertas responsabilidades hacia él y hacia ti, unas responsabilidades a las que tengo intención de hacer frente.

Recordó de nuevo cómo lo había engañado la noche del baile.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿O ni siquiera ibas a molestarte en hacerlo? Supongo que habría sido muy difícil después de haberme mentido sobre quién eras—añadió, lleno de mordacidad.

Louis se sonrojó y negó con la cabeza.

—La verdad es que llevo una semana sin saber qué hacer —admitió con voz débil.

Harry lo miró fijamente.

—Mientras tú intentabas aclararte, yo no dejaba de buscarte. Pregunté en el palacio y cuando me dijeron que no había ningún empleado llamado Saúl, me puse en contacto con todas las empresas decatering de Aristo. Supongo que no te sorprenderá que te diga que nadie había oído hablar de ti —añadió con acidez, después hizo una pausa y la miró frunciendo el ceño— Así que dime, «Saúl», ¿sueles hacerte pasar por camarero, o lo preparaste todo deliberadamente para reírte de mí?

—Yo no... —Louis se mordió el labio inferior al ver el enfado con que lo miraba— Tienes todo el derecho del mundo a estar furioso —admitió con total sinceridad.

—Me alegro de saberlo —respondió sarcásticamente— porque estoy más que furioso, «Alteza». ¡Demonios! —se dio media vuelta y se pasó la mano por el pelo— Ni siquiera sé cómo debo llamarte.

— Louis —dijo rápidamente—. Así me llamaba mi padre cuando era niño y así me quedé —se atrevió a mirarlo de nuevo y sintió entonces que se le encogía el estómago. Era aún más guapo de lo que recordaba.

Con aquel traje gris y la camisa azul, parecía un sofisticado hombre de negocios, distante e imponente. No había podido quitárselo de la cabeza desde que había hecho el amor con él la noche del baile y ahora no podía evitar observarlo sin parpadear.

—No te engañé intencionadamente. Tú me confundiste con un camarero y me pareció más fácil dejar dejar que siguieras creyendo que lo era. Sé sincero, ¿me habrías creído si te hubiera dicho quién  era realmente?
—le preguntó al ver su furiosa mirada- Todo el mundo me comparaba con mi hermano y tenían razón, yo no parecía un príncipe, más bien parecía un camarero, como tú pensaste. Cuando nos encontramos en la playa más tarde, me quedé atónito al oírte decir  que me encontrabas atractivo. Hiciste que me sintiera hermoso, aunque sé que no lo soy — reconoció con tristeza— y quise seguir siendo el sexy camarero, en lugar de el soso de Louis.

—¿Y después de engañarme haciéndome creer que eras un camarero, decidiste que era una buena oportunidad para perder la virginidad con un hombre con experiencia, mejor que con algún «muchacho torpe»?— le preguntó Harry fríamente, recordando lo que él le había dicho cuando había descubierto que era la primera vez que estaba con un hombre—. Eres uno de los herederos al trono de Aristo, ¿en qué demonios estabas pensando?

—Fue un momento de locura —se defendió Louis, y se llevó la mano al vientre al pensar en la vida que crecía en su interior— Nunca imaginé que pudiera tener tan graves consecuencias.

—Pues así es, y ahora debemos hacer frente a dichas consecuencias —aseguró Harry sin rodeos.

Se hizo un tenso silencio durante el que Louis sintió que se le encogía el estómago como le había ocurrido el día en que, a pesar de su miedo a la altura, se había ofrecido para hacer puenting durante un acto benéfico, y se había encontrado sobre una plataforma, a punto de saltar al vacío.

— La única solución es que nos casemos.

No había otra alternativa, pensó Harry mientras veía cómo Louis se quedaba boquiabierto. Había jurado que jamás volvería a casarse, pero si quería ser el padre de aquel bebé, y no tenía la menor duda de que quería, tendría que sacrificar su libertad y casarse con un hombre que había demostrado no ser digno de su confianza.

—Puede que no sea lo ideal —añadió al ver que Louis negaba con la cabeza—. Créeme, esto no es lo que yo habría elegido, pero le he prometido a Niall que cumpliré con mi deber.

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Uy se nos viene la bendi... JAJSHAJJSA

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Un Príncipe para un Millonario | Larry Stylinson | adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora