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Cuando salieron del museo, los esperaba un grupo de paparazzi que empezaron a sacarles fotos, a pesar de que Harry les pidió que no lo hicieran.

ㅡAlguien ha debido reconocer el coche y los ha llamadoㅡgruñó Stavros en cuanto estuvieron dentro del vehículo.

ㅡEntonces es hora de cambiar de cocheㅡrespondió Harry mientras comprobaba que los fotógrafos iban tras ellos.

Estaba acostumbrado a la atención de la prensa, pero su matrimonio con un príncipe había aparecido en los titulares de todos los periódicos, lo que hacía que una fotografía de ellos dos juntos valiera ahora mucho dinero y que los paparazzi se mostraran muy insistentes, e incluso agresivos.

ㅡIntenta despistarlos, Stavros.

ㅡ¿No vamos a volver al apartamento?ㅡpreguntó Louis.

ㅡMe temo que nuestra siguiente visita no te va a gustar mucho
ㅡrespondió él con cierta sequedad, consciente de que estaba a punto de esfumarse la camaradería que había surgido entre ambosㅡ Pero tenemos que encargarnos de tu guardarropa, agapi, así que nos vamos de compras.

Stavros era un magnífico conductor y parecía conocer hasta la calle más pequeña y escondida de Atenas, lo que le sirvió para despistar a los motoristas.

Poco después se detuvieron en Kolonaki, una zona de la ciudad famosa por sus boutiques de importantes diseñadores.

Durante las siguientes dos horas, Louis deambuló por las tiendas mientras Harry escogía prendas que, por los llamativos colores y los diseños tan atrevidos que veía, Louis sabía que no iban a quedarle nada bien.

ㅡPruébatelosㅡle ordenó Harry con una mirada con la que le dio a entender que no le serviría de nada protestar.

La dependienta de la tienda, visiblemente cautivada por Styles, lo acompañó a una salita privada para que él pudiera cambiarse cómodamente. Al salir de detrás de la cortina, enfundado en un ajustadísimo traje que no dejaba nada a la imaginación, su elegante figura y encontrar a Harry sentado en un sofá, esperándolo, Louis se detuvo en seco y lo miró.

ㅡ¿Qué haces?ㅡle preguntó, lanzándole una mirada de odio.

Lo había pasado muy bien con él en el museo, pero eso de ir de tiendas era una auténtica tortura.

ㅡQuiero darte consejo sobre lo que te queda bien y lo que no ㅡrespondió él con absoluta tranquilidadㅡ. Después de ver la ropa que trajiste de Aristo, créeme, necesitas ayuda ㅡañadió mientras paseaba la vista por su cuerpo.

Louis se horrorizó al darse cuenta de que, sólo con aquella mirada, había conseguido que se le endurecieran los pezones escondidos detrás de ese ajustado traje.

ㅡMuy bonito ㅡ Harry se imaginó desatando los botones que cerraban la parte frontal de la camisa para liberar su hermoso torso y tuvo que cambiar de postura en el sofá ㅡ. No hay la menor duda de que éste nos lo llevamos ㅡle dijo a la vendedora sin apartar la mirada de Louisㅡ. Ve a probarte el siguienteㅡle pidió con una maliciosa sonrisa en los labios.

Cuando por fin salieron de la boutique, acompañados de tres empleadas que les llevaron las bolsas hasta el coche, Louis estaba nervioso y enfadado.

ㅡEspero que lo hayas pasado bien humillándome ㅡmurmuró mientras caminaban entre la multitud que se había congregado para ver a uno de los empresarios más ricos de Grecia y a su esposo.

ㅡ¿En qué te he humillado?ㅡpreguntó Harry, alarmado.

ㅡHaciendo que me probara todas esas cosas y que me paseara delante de ti como si fueras mi dueño ㅡ Louis se había sentido terriblemente ridículo y estaba convencido de que Harry no había dejado de compararlo con sus examantes, esbeltas y rubiasㅡ. Esa ropa no me quedaba bien y no pienso ponérmela, así que has tirado el dinero.

ㅡClaro que te la pondrás, agapi
ㅡalguien lo empujó e, inmediatamente, Harry le pasó un brazo por los hombres a modo de protecciónㅡ. De hecho, esta misma noche te vas a poner el traje rojo. Nos han invitado a una fiesta benéfica organizada por una de las organizaciones con las que colaboro y, como puedes imaginar, todo el mundo tendrá los ojos puestos en mi esposo.

La presencia de los paparazzi impidió que Louis lanzara la airada protesta que tenía preparada. Afortunadamente, Stavros tenía el coche preparado y al cabo de sólo unos segundos, estaban a salvo en su interior.

ㅡ¿Por qué tienen tanto interés?ㅡpreguntó Louis mientras el coche se incorporaba al tráfico y las motos los seguían de un modo muy peligrosoㅡ. Yo no he hecho nada para atraer tanta atención; no he descubierto nada, ni he salvado ninguna vida. Sólo soy  Louis Tomlinson, una persona muy aburrida que, casualmente, nació príncipe.

ㅡAhora eres Louis de Styles ㅡle recordó Harryㅡ, y no eres en absoluto aburrido. Pero estoy de acuerdo en que da la sensación de que la gente cada vez está más obsesionada con los famosos.

ㅡEn Aristo, no ㅡmurmuró Louisㅡ Esto jamás habría sucedido allí. Incluso me paseo por la isla en moto, y lo más que puede ocurrir es que alguien me sonría o me salude con la mano.

Recostó la cabeza en el asiento y se llevó la mano al vientre. Toda aquella atención de los medios lo alteraban más de lo que se atrevía a reconocer. Echaba mucho de menos la tranquilidad del palacio y la libertad que no había sabido apreciar en Aristo. No estaba acostumbrado a ser el centro de atención de la prensa y le resultaba agotador.

Habría deseado poder volver a casa, donde se sentía a salvo, pero ahora su casa era el elegante e impersonal apartamento de Harry, que parecía más una habitación de hotel de lujo que un verdadero hogar. Y, para colmo de males, aquella noche tendría que conocer a muchos de sus sofisticados amigos.

Un Príncipe para un Millonario | Larry Stylinson | adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora