Parte XIX

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Cuando llegó al bar de la mano con Dominique podía sentir como el cuerpo se le relajaba.

Y no, no hablaba de esa relajación que le daba cuando se despertaba a las tres de la mañana pensando que ya eran las 9 y se daba cuenta que podía seguir durmiendo un rato más — "Y que no estaría llegando tarde al estudio para comerse los gritos de Miami sobre la puntualidad y noséqué" —. Si no que hablaba del cuerpo literalmente relajado y los pulmones sin una mínima gota de oxígeno — "Tío, no, no sé si el oxígeno se mide en gotas o en que carajo pero que mi si mis pulmones no lo tienen, mi cerebro tampoco y que no estoy para andar pensando como un lingüista o algo así"—.

Sentía que las piernas se le movían solas y el cuerpo estaba tan blando y tan volado que podía tirarse en suelo en ese momento y dejar que sea su fantasma — "O alma John, que va, que para mi es todo la misma mierda"— actuara por él.

Y que va, que no entendía si era porque la tensión había colapsado su sistema nervioso al punto que ahora estaba por morir — "Joder, que si así se siente la muerte no es tan desagradable como muestran en las películas que ve Farrokh" — o que el efecto de la marihuana — "Y puede que de alguna de las pastillas que me tomé antes de salir" — había comenzado a hacer efecto muy rápido.

En resumidas cuentas, sabía que era una mezcla de absolutamente todo. De la ansiedad casi inhumana que le provocaba estar en esa situación, más el porro enorme que había consumido y el par de pastillas de relajante que habia tomado que lo dejaban en ese resultado que se veía — casi — a simple vista.

Un desastre.

Pero un desastre — casi — feliz.

Porque, que va, que había decidido a penas le cortó el teléfono a Freddie — "Y lo siento tío, pero que si voy a pasar los últimos minutos antes que caiga la rubia a mi casa en desesperación, al menos lo voy a hacer drogandome y no hablando contigo que me pones más de los nervios de lo que ya estaba"— que esa noche no la iba a pasar sobrio — "Y John, que te juro por lo que más quiero que no voy a meterme coca"—.

Así que, sí, que el cuerpo estaba insufriblemente relajado. Y su cabeza estaba insufriblemente perdida. Pero mejor eso a no poder casi moverse sin vomitar — "Y bueno, que si vomito sea por haberme pegado una buena curda"—.

Cuando llegaron a la mesa con la francesa colgada de su hombro hasta estaba riendo. Brian los miraba con una ceja alzada y casi que no notó la presencia de la chica colorada que estaba al lado de él.

Era bajita, con pechos muy prominentes para su figura delgada y con una sonrisa tierna. Que hasta le pareció agradable y todo, incluso hasta si no fuera la prima de su — "Joder, que seguiré diciendo que me obligan a ponerle este titulo" — novia y estuvieran en una — maldita — cita doble hubiera intentado probar suerte con ella.

Y que su mente estaba tan nublada por la cantidad de droga — "Eh tío, que por lo menos los relajantes que tomé son legales y me los dio el psiquiatra que atiende a Mercury"— que hasta se había puesto a hablar y a bromear con ella y con Brian mientras cenaban — "O más bien picaba algo y empezaba a embriagarme hasta la medula"—.

La presentación, la mano del mayor sobre la suya en un saludo que le provocó escalofríos en la espalda — "Y en la polla Farrokh, que no re voy a mentir"—, el nombre de la colorada que cree haber escuchado como Jane y de repente estaba sentado con una cerveza en su mano y casi — caaaaasi — disfrutando de la velada.

Y que había ido todo relativamente bien hasta la segunda hora de cita – y relativamente porque cuando cruzaba mirada con Brian Tengo Los Ojos Más Intensos Del Mundo May sentía un algo en el estómago que no podía explicar bien — cuando inevitablemente la cantidad de droga y alcohol —  "Que va, si solo me tome dos cervezas" — empezaron a cobrar factura y la lengua — y el cuerpo y la mente y absolutamente todo — se le comenzó a soltar.

Una risa por aquí, un comentario ácido por allá, la pregunta sobre sus giras, el recuerdo insistente de la última, y los tópicos al azar que le gustaba tocar a Dominique cuando dos personas se conocen.

Porque sí, que el podía no amar a la rubia y estar con ella para olvidarse de guitarrista de su banda, pero que en esos años sabía que era la persona que más la conocía en el mundo — "Y joder, que si Freddie no lo matara diría que ella es quien más lo conoce a él"—. Y como la conocía tanto, también sabía que en algún momento de la noche Dominique traería algún repertorio se sus temas infinitos para hablar —que bueno, fue lo que le atrajo de ella en primera instancia—.

El problema — "Y es que tío, que el universo se conspira contra mi o estoy muy drogado?" — es que el tema que a Dominique se le dio por tocar fue el de las ex parejas y como había resurgido el amor entre ellos.

Cosa que, si lo pensaba en frío, no era un problema como tal. Pero cuando Jane se río y hablo de que su última relación había terminado porque su novio lo engañaba con otro — "Si, joder, otro"— casi se atraganta.

Y es que por más que quisiera ponerle buena onda y perspectiva a lo que quedaba de noche — "Vamos, amor, que hasta me estoy forzando por quererte, vámonos al departamento temprano"— pareciera que todos — "Sí, tío, todos y no soy un puto conspiranoico"— estaban complotados contra él.

Jane contó la anécdota riéndose por la forma en que había encontrado al infiel y al amante, en como había terminado con su novio de años y como se había enojado con la puta de turno— "Hostia, que hasta uso esos términos y todo"—, y si bien era cómica la situación — que incluían un vaso de agua fría y un par de CDs rotos — era palpable en el ambiente que ni a él ni a Brian le había causado gracia.

Así que mareado y trastabillando por el alcohol fingió una risa demasiado trillada y aún con el humo nublandole la consciencia dejó escapar ante la mirada sorprendida de Dominique, la curiosidad de Jane y la culpa de Brian,

"Ah querida, que va, que yo también he sido amante de un gilipollas y que no era mi culpa como para que se enojen conmigoe incluso que se enojaron más conmigo que con May"

Y Brian levantándose de golpe alejándose para ir al baño.

El nudo en la garganta que apareció de la nada y lo hizo angustiarse y la mirada confundida de las dos mujeres.

"Que va, encima se enoja"

Y el comentario que dejó a Dominique con la boca abierta.

¿Ya había dicho que la francesa lo conoce mejor que nadie?

Porque joder, que sabia que la había cagado.

Y joder, que ahora Dominique se daría cuenta de todo.

Y joder, que estaba drogadísimo.

Attraction [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora