Parte IV

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Sí bien no había entendido que demonios había hecho para que Brian lo tuviera acorralado besándolo con desesperación, menos había entendido como había llegado allí. Estaba parado frente a la puerta del departamento del mayor y podía sentir que su espalda iba pegada a su pecho.

Y es que sus pantalones habían empezado a apretarse desde antes del beso, pero ahora sentía que iban a estallar.

La situación fue confusa — "Y no solo porque estabamos terriblemente drogados"—, pero de lo único que se daba cuenta es que ni bien había entrado a la sala ya sus pantalones estaban desprendidos y su camisa estaba abierta completamente — "que ni siquiera llegamos a su habitación, tío"—.

Sentía la piel del más grande contra la suya y su pecho descubierto le pedía a gritos que lo besara y lo acariciara, además que sus labios no dejaban de buscarlo — y joder, que podía morirse en ese mismísimo instante y sería feliz— para iniciar algún que otro beso violento y necesitado.

Movimientos bruscos, un empujón contra el sillón y cayó sentado. Gemidos y murmuros contra su oreja, y de repente, la cabellera de Brian bajando por su abdomen y un beso en su erección — "Y vamos Brian, que dónde aprendiste a hacerlo así, si lo haces mejor que las drags que contrata Freddie"—. El resto fue simplemente placer y el hecho de que ese algo que buscaba calmar hace tiempo estaba siendo atendido por su causante.

Lo único que podía escuchar era su respiración agitada y los bruscos movimientos de Brian y alguno de sus quejidos porque "Joder, Roger, que no tires tanto que me vas a dejar pelado". Pero es que esperaba hace tanto tiempo que esto sucediera que tenía miedo de despertarse de repente y darse cuenta que era otro de sus sueños — "porque coño, soñé tantas veces con esto que hasta desconfío"—.

De repente movimientos bruscos y Brian estaba sobre él. Más besos, más caricias y sin previo aviso un dolor fuerte en su espalda baja. Y quiso insultarlo por no haber avisado, pero en su mente se debatía entre decirle "Diablos Brian, eso dolió, joder" y "Dios Brian, no pares".

Eligió la segunda.

Y es que escuchar los gemidos ahogados de Brian contra su oreja y el placer que le causaban sus movimientos era algo que quería recordar para siempre. Sobre todo porque tenía miedo que al día siguiente solo tuviera tener imágenes muy borrosas— porque coño, que estaba tan ebrio que ya había asumido hasta la resaca—.

Un par de estocadas, otra posición, los besos de May en su cuello y una mano maturbándolo con fuerza, y sintió correrse casi histéricamente. Y es que se dió cuenta que había sido el mejor orgasmo de su vida — "O es que hace mucho no tenía uno"—, porque Brian tuvo que taparle la boca con la mano para acallar su grito — "Vas a despertar a todo el edificio Roggie"—.

Ni siquiera logró recuperarse del orgasmo, que seguía temblando, que las estocadas del rizado seguían. Sentía su cuerpo vibrar y, 'joder, que no se te ocurra parar". Un par de movimientos más y el mayor saliendo de él, manchando su abdomen y acabando con un grito ahogado.

Esa noche repitieron dos veces más.

La sensación de somnolencia lo atacó de la mano con un dolor insoportable de cabeza. La sien a punto de estallar y  el pánico de no encontrarse en su departamento — "Joder, dónde estoy?"—.  Estuvo una milésima de segundos sin reconocer su alrededor hasta que vio la mano que lo apresaba por la cintura.

Y con un demonio, que los recuerdos cayeron uno por uno sobre su mente como  una película.

Se sintió palidecer — "Joder, ¿será consciente de lo que pasó o solo fue culpa del alcohol?"—, y sinceramente no quería quedarse a averiguar cuál sería la reacción del rizado cuando despertara y lo viera allí, desnudo y con marcas rojizas por su cuello.

Attraction [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora