Capítulo 10: CREO QUE ESTOY EN PROBLEMAS.

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Capítulo 10: Creo que estoy en problemas.

— Entonces... ¿Traigo la carta? — Un incómodo Max intentó sin existo romper la tensión que, con todo el ir y venir, se había formado entre nosotros.

Escuche al chico hablar, capte lo que dijo, pero ni por un segundo desvíe mi atención de Peter Pan traumado aquí, no hasta que él lo hiciera primero.

Otra de las cosas que había aprendido al crecer con tres hermanas era que, ante un reto, yo no desviaba la mirada, yo la mantenía.

Y así lo hice.

Para mi desventaja, él también.

Ninguno parecía querer romper la conexión, en mi mente lo estaba apuñalando por no hacerlo.

Pasados unos segundos que se me hicieron eternos, la tensión incrementó, y su mirada adquirió un brillo diferente, un brillo que no me gustaba porque pronosticaba problemas. Llegamos al punto en el que nuestra conexión se volvió más fuerte, y si esa era la mirada que él me estaba dando, no quería ni saber cuál le daba yo a él.

No me gustaría vernos desde los ojos de Max en estos momentos.

Por como sentía que lo miraba, y como él me miraba a mí, había dos percepciones que se podían sacar de toda la escena:

1) Nos queríamos matar, una cuchillada a la vez.

2) Estábamos a punto de arrancarnos la ropa, y hacerlo contra la pared.

Uy, casi te salió poético Lia.

Una pared llena de libros, debo agregar, para la chismosa de mi conciencia. Sólo eso sería todo un detalle.

"Hacerlo entre historias,

Encerrados entre paredes, de sueños ajenos,

Mientras nos perdíamos en el otro,

Para hacer vida, uno que fuera nuestro".

Sonaba casi lirico. Pero, yo me desencantaba por la opción número uno.

Sí, claro.

— Okay, esto se está poniendo intenso. ¿Quizá un poco de refresco les servirá? Uno muy frío ¡No es que parezcan necesitarlo, no! — Objeto Max con ironía. Por segunda vez fue ignorado.

— ¿Esa es tu pobre excusa Wendy? ¿No soy yo, eres tú? ¿Enserio? Puedes hacerlo mejor que eso.

— ¿Cómo podrías saberlo Peter? No nos conocemos.

Ironía, mi viejo compañero.

— Creo que estoy empezando a hacerlo — Aguzó su mirada, bajando la voz un decibel.

— Creo que te equivocas — Replique, con ligeros escalofríos en mis brazos.

Esa estúpida voz.

— Creo que quieres tener la razón, pero no la tienes — Añadió.

— Creo que estas chiflado, y estoy perdiendo valioso tiempo en discusiones sin sentido.

— Creo que tú no tienes mucho sentido.

Creo que regresamos al jardín de infantes con esta discusión.

La línea que nos une (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora