Capítulo 7: UN CHICO DE CIUDAD.

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Capítulo 7: Un chico de ciudad.

Del trío de los ignorados, Peter fue él más difícil de ignorar.

En la medida de lo posible, – Considerando que vivíamos juntos – me mantuve fuera del camino de todos.

Con el dúo dinámico de Clara y Sam fue sencillo, pues Clara hacía como que no existía y Sam, cuando no estaba cocinando, estaba guindado de Clara. Y, como ella me evitaba, por consiguiente, Sam también lo hacía. Aunque el procuraba ser cordial conmigo.

Jake, por otro lado, ese loco de las mallas verde vómito, intento hablar conmigo en diversas oportunidades.

Varias veces.

Haciendo que me sintiera mal por evadirlo en muchas de ellas, pero siendo consciente de que había sido lo más prudente, sobre todo, luego de mi conversación con Clara.

Había una historia rodeando a Jake que no parecía tan sencilla que digamos, y no necesitaba complicaciones en este punto de mi vida.

Así que le hacía continuos desplantes cuando él seguía preguntando cómo iba mi día. Lo que fue algo incómodo, porque él estaba intentando ser amable.

Me preguntaba si necesitaba algo, si quería un aventón..., a veces sólo salía con cualquier cosa random que pudiese originar una conversación, pero mis respuestas eran cortos y precisos bien, no, no y ajá, que cortaban cualquier avance.

Más que con los otros, tenía que mantenerme firme con él.

Ya había tomado una decisión sobre la dirección que seguiría, y estaba enfocada en ello, además, Clara me confirmo, el día del incidente en la cocina, que había una historia envolviendo a Peter, historia que me negaba a descubrir.

Sí, tuve un momento agradable con él antes de conocer a Clara y a Sam.

A pesar de su inicial rareza.

Me hizo reír y disfrute bastante de su compañía, en un escenario diferente, quizá hubiésemos sido buenos amigos.

Porque yo también tenía mis rarezas, aunque costara detectarlas.

Y era por esto mismo, que pocos llegaban a conocerme en realidad, porque no los dejaba ver muy adentro. Sin embargo, entre raritos nos entendíamos, y mi radar detecto el de Jake desde el día uno.

Como plus negativo – Positivo, no te quieras mentir a ti misma Lia –, él tenía esta voz que... hacía cosas serias en mi cuerpo. Sobre todo en mi estómago y brazos. El primero que se revolvía, y los segundos que se llenaban de escalofríos, y no estaba cómoda con esa respuesta involuntaria.

No me gustaba perder el control de mi impasibilidad.

Técnicamente, todavía soy considerada una adolescente, por lo que era natural que estuviese hormonal, pero lo cierto era, que con mis cortos dieciocho años, nunca me había sentido atraída por otra persona de esta manera.

Yo era buena controlando mi cuerpo. Mis emociones, mis sentimientos, todos podía meterlos en una caja, y luego esconder la caja.

Había aprendido que, en muchos casos, el control es lo que te ayuda a sobrevivir. Por el contrario, cuando actuabas de forma impulsiva, terminabas metiéndote en los peores líos.

Quería estar lejos de los problemas, no sentirme atraída por ellos.

Cuando conocí a Jake, sí, me pareció atractivo como me habían parecido atractivos otros chicos, pero hasta ahí la historia.

El problema fue cuando habló, porque cuando escuche esa voz..., tuve una reacción visceral que nada tenía que ver con estar en control.

De pronto, quería encontrar la manera de hacerlo cantar para mí, lo que podía volverse casi una obsesión, y entonces, cuando me estaba poniendo cómoda con él, a él se le sumaron dos personas, y un posible amigo se convirtió en un posible grupo de amigos.

La línea que nos une (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora