Capítulo 8: UNA APUESTA SEGURA.

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Capítulo 8: Una apuesta segura.

— Entonces ¿A dónde vamos primero? — Repitió Jake tras mi silencio, sin darme oportunidad de dar con una buena excusa.

— Oh, déjame en el centro, de ahí sigo yo — Hablé con ligereza, "actuando natural".

¿Ahora qué Lia?

— Otra vez con eso — No lo vi a la cara porque estaba mirando hacia adelante, pero sentí que me acababa de rodar los ojos.

— Te estoy intentando ahorrar gasolina, no sé de qué te quejas — Repliqué de mala manera.

— Si aceptaras mis invitaciones para salir, sabrías que soy el conductor designado. Sam llena mi tanque a cambio de que le sirva de chofer personal a Clara, porque él está así de enamorado de ella, y actúa como su esposo, con la esperanza de alguna vez serlo. Aunque muchas veces tiene que hacer de papá también, lo que suena raro... poniéndolo así, pero no es así de raro — Corrigió mientras divagaba, impidiéndome pensar en una solución para este lío en el que me había metido.

Quizá por eso mamá me había llamado así, porque sabía que estaba destinada a vivir liándola.

— Claro, porque con ustedes no hay nada remotamente raro — Espete, ahora a la defensiva.

— Creí que pensabas en nosotros como una pandilla de locos — Bromeó, sin tomar en cuenta mi repentina aptitud.

— Eso también, pero en serio, déjame en el centro que de ahí en adelante ya puedo sola.

— ¿Si recuerdas que al salir puse el seguro de niños, no?

— Sí, y lo quitarás cuando te lo pida, ya que no eres un secuestrador.

— Puedo ser un secuestrador si me lo propongo. Digo, fue muy fácil convencerte de subir con un casi extraño a su camioneta, se puede decir que tengo potencial.

— ¡Oye! — Exclamé indignada, dándole un manotazo en el brazo con fuerza — Yo no soy una chica fácil que se sube con extraños en autos genéricos de ventanas ahumadas, y si estabas queriendo asustarme es mi deber decirte que no lo lograste, pero por si acaso, sé defensa personal, y no me importa dar golpes en las zonas bajas.

Sabía que no corría peligro con él, así que podía encontrar la ironía de la vida en esto, muy en contraparte de experiencias pasadas, y parecidas a esta, donde todo había sido en un contexto diez mil veces diferente.

Muy pocas veces había fallado al identificar cuando alguien era peligroso, y Jake no lo era, pero para él yo era una chica ruda, y quería mantener esa imagen.

— ¡Eso no fue lo que dije! Además, sólo bromeaba. Por favor no me dejes sin generación, y deja mis zonas bajas tranquilas. — Arruinó su intento de parecer asustado al seguir sonriendo.

— Pues si tu generación va a salir tan loca como tú, le estoy haciendo un favor a la humanidad.

— ¡Me lastimas Wendy! Pero más te lastimas a ti misma si me dejas sin generación, porque te estas dejando a ti sin generación. Ambos necesitamos que mi equipo esté en pleno funcionamiento para que pueda servirte ¡No te hagas esa maldad!

Este tipo.

En su defensa, yo solita caí en esa puya.

— Jake...

— ¿Sí Wendy?

Y dale con lo de Wendy.

— Estás loco — Sentencié.

La línea que nos une (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora