| Final

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Un mes después, el último año escolar de Roman terminó. Ni siquiera asistió al baile de graduación, ni a buscar su diploma. Estaba callado desde entonces, se veía apagado y sin ganas de nada. Los viejos vicios volvieron y tenía unas enormes ojeras debido al poco sueño.

Durante ese tiempo, su tío Norman fue dado de alta de la Torre Blanca y se fue a vivir con ellos, ya que se separó de su mujer, Marie. Y al igual que Roman, se veía apagado debido a la muerte de su hija.

Esa noche, un día antes del cumpleaños número 18 de Roman, cenaron los tres en silencio.

― ¿Pido otra botella? ―preguntó Olivia mientras miraba la botella de vino vacía que solo ella bebió. Los demás iban solo por la primera copa.

De los tres que estaban en la mesa, ella es la única animada que bebía y comía como si nada, a diferencia de los dos varones a sus costados que ni tocaron la cena.

Roman se retiró, dejándolos solos.

Luego de la cena, ya pasada la medianoche, Olivia miró fijamente a Norman a los ojos y le pidió que fuera a descansar. Una vez que se ocupó de él para que no estorbara, fue a buscar a Roman con una vela de bengala encendida.

Su hijo mayor es todo un adulto y es motivo de celebración. Más cuando él sabrá todo de su patrimonio.

Lo encontró en la piscina climatizada, la cual está vacía, acostado en una silla reclinable mientras fumaba y escuchaba música. Tenía puesto solo una camisa de tirantes negra y un jean del mismo color.

En esa época del año, Roman siempre pedía llenar la piscina para jugar con Della, pero ni siquiera hizo eso.

― Feliz cumpleaños, cariño ―pronunció Olivia, sonriéndole. Roman se le quedó mirando fijamente desde la distancia, mostrando las profundas ojeras de su mal dormir ―. Quería que me acompañaras al ático.

Roman se quedó en silencio por unos segundos, hasta que dijo:

― ¿Por qué?

― Quiero mostrarte algo ―Fue lo que respondió Olivia.

Roman hizo una mueca de resignación. Apagó el cigarro y acompañó a su madre al ático como le pidió.

Al momento de entrar al ático, el dormitorio vacío de Shelley, vio una cuna con una gasa negra rodeada de montones de velas del mismo color. No estaba así cuando él estuvo ahí hace unas horas. Un presentimiento recorrió su cuerpo al ver la cuna.

― ¿Qué es esto? ― Inquirió, inquieto.

Olivia lo rodeó, tomó su rostro entre sus manos, le miró fijamente y susurró:

― Recuerda... Todos los secretos y susurros de un sueño.

Olivia comenzó a recordar su vida años anteriores. Todas esas veces que se embarazó y no obtuvo al bebé deseado.

Al casarse con JR Godfrey, pensó que iba a lograrlo, llegó su hija Juliette y aun así no obtuvo lo que quería. Así que le rompió el cuello en su primer mes.

Intentó varias veces, pero ninguna nació con la marca. La marca con la que nacía un upir. Y de la misma forma que con Juliette, ellas y ellos se fueron. Hasta que cometió su desliz y finalmente llegó él, su milagro.

Roman nació con el mesenterio. La membrana roja y luminosa que ella mismo quitó y comió agradecida, sabiendo que él estaba destinando a grandes cosas. Y no había nada más satisfactorio que ser dueña de la misma grandeza.

― Y finalmente, la verdad de tu patrimonio.

La visión de Roman se llenó de recuerdos perdidos. Comenzó a recordar con horror lo que hizo. Lo que le hizo a Della debido a su madre. Negó lentamente sin poder creerlo. Él está enamorado de Della. No pudo haberla dañado.

Bestias De La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora