Capítulo 15

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Castillo Godfrey


El camino hacia el tráiler de los Rumancek nuevamente fue rápido, luego de que Roman dejara a su tío Norman de vuelta al trabajo, después de enterarse que su madre se desmayó en la biblioteca.

La expresión de Roman se llenó de confusión al ver que el auto de Letha estaba aparcado en la entrada justo enfrente de él. Dentro de este, salieron Letha, Peter y Della para su sorpresa.

No sabía que estaba sintiendo, pero podía notar que no era nada bueno, ya que era una sensación desagradable que le recorría el cuerpo.

― ¡Hola, Roman! ― la rubia se le acercó y lo estrechó entre sus brazos como siempre lo hacía.

Letha lo suelta, sonriente. En cuanto a Roman... miraba la escena con una extraña sonrisa.

― Nos encontramos en el pueblo ― fue lo primero que soltó Peter.

― Ya veo...

― Vimos a Peter cerca de la tienda ― aclaró Letha.

― Y después comimos yogurt helado. Tuve otro antojo ― explicó Della intentando salvar la situación. Ella sentía la tensión en el ambiente.

― En tu estado, me lo imagino ― menciona con cierta ironía ―. Quizá debí estar ahí.

Letha aprieta los labios incómoda.

― Será mejor que me vaya. No se metan en problemas, ¿sí? ― interrumpe el silencio y antes de subirse a su auto se dirige a su prima ―. Della, ¿quieres que te lleve a casa?

― No, gracias. Me quedaré con los chicos ― se acerca al auto de Letha y de la puerta trasera saca varias bolsas con un logo infantil ―. Haré de niñera.

Letha se ríe.

― ¡Pórtate bien! ―. Roman se despide de Letha y le quita las bolsas a Della para dejarlas en su auto.

Los tres ven a Letha irse en un incómodo silencio.

― Solo me trajo a casa ― aclaró Peter en cuanto se quedaron solos.

― Sí. Entiendo ― lo miró como si nada y agregó: ― ¿Tienes una linterna?

Minutos después de tener todo listo entre sus manos, fueron camino a la acería Godfrey. La anterior y principal fuente de ingresos del pueblo, construida por Jacob Godfrey a finales del siglo 19, antes de que fuera cerrada por JR Godfrey y los ciudadanos perdieran sus empleos.

Al llegar a la reja, Roman saca una llave de su bolsillo (que robó de la oficina de su madre) y abre el candado. Le da el paso a Della primero, pero se mantenía cerca para cuidarla de algún accidente que pudiera perjudicar su embarazo.

Della se arrepintió de ir pero ya estaba ahí, así que no hizo nada más que estar atenta a su alrededor y mantenerse cerca de los chicos.

Ambos chicos, encendieron las linternas una vez que ingresaron a la fábrica, la cual estaba llena de moho y hierbas que crecían por las paredes oxidadas.

― ¿Alguna vez vieron este lugar cuando estaba funcionando? ― preguntó Peter, mientras paseaban entre las enormes máquinas oxidadas.

El lugar olía a humedad y óxido debido a las enormes goteras y charcos de agua de la fábrica, además del abandono del lugar.

― Mi papá lo cerró antes de que naciera Roman, así que no ― contestó Della.

― Mucha gente murió aquí. Trabajadores y esas cosas ― terminó por explicar Roman ―. Sabes, cuando cierras tus oídos, a veces el sonido de tu corazón es como de un hombrecito que camina por la nieve.

Bestias De La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora