Capítulo 6 |SEGUNDA PARTE|

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El hombre de la máscara blanca


Pryce miró a Prycilla con determinación, el experimento del que más se sentía orgulloso. Había creado un ser humano fuera del útero, y era algo de lo que sentía orgulloso por su inteligencia, ya que era un gran avance en el área de la ciencia.

En ese momento, monitorizaba a Prycilla y que todo estuviera bien con sus signos vitales. El experimento como tal, que se encontraba en una cápsula de agua, era una chica rubia joven, quien no podía pasar más de la edad adulta.

Una vez que terminó de hacer el informe del día sobre Prycilla, se encontró la otra cápsula. A diferencia a la de Prycilla, esta se hallaba vacía. Molesto sacó su intercomunicador y volvió a pedir que se llevaran la cápsula, y la escondieran de ojos ajenos.

Dejó el laboratorio pasando por unas puertas, y caminó hacia la sala solitaria de la que casi nadie tiene acceso. Entró y vio la persona que dormía con tranquilidad. Ahora podía respirar por su cuenta, y tenía las esperadas respuestas motoras.

Él era un genio.

Se aseguraba que nadie de la Torre supiera de ella, porque la mantenía a escondidas de todos. Con todos se refería a Olivia, ya que sabía que se enojaría si lo supiera.

La persona recostada despertó, revelando los iris que él ha estado acostumbrado por ver. Pryce admiró el cabello de la chica, que creció más y tenía más volumen por sus ondulaciones, aunque el aspecto enfermo alteraba un poco el atractivo.

Se acercó a la chica.

― ¿Cómo te sientes? ―preguntó Pryce, verificando la bolsa de agua conectada al brazo de la paciente.

― Como si un camión me habría pasado encima.

Aquello sonreír a Pryce con autenticidad.

― Bueno, teniendo las circunstancias... ―dijo ―. Has mejorado bastante, pero todavía tenemos que ver tus habilidades motoras, sensoriales y cerebrales, solo para evitar posibles daños.

― Todavía sé sumar dos más dos ―comentó sarcástica. Luego borró su sonrisa, ya que tenía un pensamiento rodeando su cabeza desde que recuperó la consciencia ―. ¿Cómo está él?

Pryce suspiró.

― Ha estado mejor en otras ocasiones, pero con el cambio lo ha hecho mejor de lo que esperaba ―respondió sinceramente ―. Todavía no hay cadáveres en la ciudad, por lo menos no los que resalten a la vista.

― Me alegro ― intentó levantarse, a lo que Pryce ayudó ―. Odio sentirme débil.

― Es solo una condición temporal... ―pronunció su nombre ―. Descansa.

La chica volvió a quedarse dormida, hasta que una idea la mantuvo ansiosa si no lo hacía. No cabía duda que quería salir de ahí e ir hacia dónde estaba lo que quería ver.





Miranda llegó a la casa de Roman con las mejillas sonrojadas de la humillación debido a Destiny, que no paró de humillarla por sus inequívocas intenciones y terminó por echarla de su departamento.

Nunca había sido humillada de esa forma, y todavía seguía acalorada por lo que le dijo la prima de Peter cuando ella se iba.

No había llegado al pueblo para quedarse con el chico rico, o para quedarse siquiera. Era solo su parada a California, el cual era su destino decisivo.

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