eight

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¿Lucius Malfoy en Azkaban?

Su cuerpo tambalea ante la noticia buscando apoyo en las ásperas paredes.

El rechazo que recibió por parte de Draco fue una puñalada en el corazón, intentó ignorar la sangre fraudulenta y la noticia de Lucius solo empeoró la herida en su pecho.

¿Se encontraba del lado correcto?

Lucius nunca ha sido una persona distinguida por su buen humor y disposición hacia los demás. Sin embargo, la calificación cambia cuando se le ve desde otros ojos.

Apenas unos años después de ser aceptada junto a su hermano en su hogar, fue lo suficiente mayor como para comprender la conversación que estaba oyendo. Adoraba caminar por los largos pasillos de la mansión, sobre todo en verano, aquellos lugares con poca iluminación eran verdaderamente frescos.

El recorrido se terminó cuando chocó contra una de las entradas prohibidas, la oficina del Sr. Malfoy. En su interior resonaban las voces que parecían estar en medio de una discusión.

"No los pueden separar de mí", dijo Lucius. Siente apoyarse un vaso de vidrio sobre la madera del escritorio con fuerza. "Ellos me han hecho mejor persona, no los dejaré."

"No depende de lo que vos quieras", respondió la otra voz irreconocible. "No te pertenecen, una persona odiosa como vos no puede hacerse cargo de alguien como ellos."

"¿Qué es lo que debo hacer?", contraatacó nuevamente Lucius. "Dilo de una vez."

Un largo suspiro de resignación dejó los labios de la inidentificable persona masculina.

"Está bien", aceptó. "Puedes cuidarlos pero, en unos años, no me digas que no te lo advertí."

"No les pasará un carajo", elevó la voz golpeando la palma de su mano contra la mesa. "Prefiero morir antes de que toquen a esos niños."

"Si tan solo pensaras igual acerca de tu hijo", los pasos se acercan hacia la puerta. "Piénsalo, Lucius. Y cuídalos, a los tres por igual."

"Lo haré, imbécil."

Estaba del lado correcto.

Se secó las lágrimas antes de seguir avanzando hacia la sala común. Sus labios se sacudían de manera inexorable, le sorprendió su autocontrol a la hora de susurrar la clave.

Un nuevo dolor perfora su tórax al verlo, quitándole el poco aire que sus pulmones poseen.

Draco descansa en la punta del sofá con su libro a medio leer sobre el pecho. A regañadientes, toma una de las mantas que contiene la estantería mas cercana y lo cubre con ella. Sube las escaleras sigilosamente con el objetivo de no despertarlo, decidida a olvidar el suceso de la noche anterior.

Si a él no le importaba, a ella menos.

En su habitación, Pansy la esperaba con los brazos abiertos y una taza de café. Se sentía dichosa de tenerla como su amiga, estar cerca de ella era todo lo que necesitaba en estos momentos y ambas lo sabían.

"¿Hablamos acerca de tus asuntos o te distraigo con otra cosa?", preguntó Pansy. Sacó del escondite secreto debajo de su cama una caja repleta de chocolates, guardados para éste tipo de ocasiones.

"Distráeme", respondió Ángela. Tomó una rana de chocolate y la hundió en su taza, para luego comerla con una textura blanda y sabrosa.

"Creo que soy Bisexual", repitió la acción de su amiga.

Ángela se ahogó con la infusión al escucharla, tosiendo repetidas veces antes de reaccionar.

"Eso significa que...", comenzó a decir. "¿Quién es?"

Pansy inclinó su cabeza hacia un lado, controlando que la puerta permaneciera cerrada mientras realizaba su confesión.

"Blaise."

Su mejor amiga dejó su asiento de un salto, corriendo por toda la habitación a medida que desparramada sus gritos.

"¡Lo sabía!", afirmó Ángela. "Theodore me debe cinco cajas de golosinas", festejó.

"¿Cómo?", se removió en su asiento. "¿Ya lo sabías?"

"Tenía mis sospechas", dijo con las cejas en alto. "¿Qué pasará con Hannah?"

"Aún no lo sé, estamos bastante bien", suspiró. "No quiero arruinarlo."

Ángela se detuvo a su lado y la abrazó, sus caricias recorren la totalidad de su espalda y la siente relajarse bajo su toque.

"Haz lo que se te cante", susurró. "Al menos, ya tenés una persona que te apoya y soy yo."

Pansy asintió con la cabeza antes de devolverle el gesto. Las dos amigas, mejor dicho hermanas, pasaron el resto del día en su habitación disfrutando de su tiempo juntas.

Abre los ojos abruptamente cuando siente golpear su frente contra la ventana. Nota que todos sus amigos están dormidos, excepto uno.

"Buen golpe", rió Draco. Se inclinó hacia delante para acariciar la marca con su dedo pulgar. "¿Te duele?"

Ángela asintió sin decir una palabra.

Draco beso su propio pulgar para luego presionarlo sobre la frente de ella. "Listo, estás curada."

¿Quién carajo se cree que es?, pensó.

Se levantó de su asiento y se dirigió al baño. Su estómago se revolvió cuando lo sintió cerca y deseaba apuñalar a cada una de las mariposas que revoloteaban en su interior.

"¿An?", escuchó decir. Esa voz, la reconocería en ésta y en sus próximas vidas.

"¿George?", preguntó.

Giró sobre su eje para encontrarse con la figura anaranjada descansando sobre el borde de la puerta.

No sintió miedo ni deseos de salir corriendo.

Tenía ganas de escucharlo.

"¿Podemos hablar?", dijo George. Elevó ambas manos a los costados de su cabeza en símbolo de paz a medida que avanzaba hacia ella.

Ángela se abalanzó sobre él sin darle tiempo a decir el discurso que tardó tantos meses preparando.

"Lo sé", susurró contra su pecho. "Hablé con Fred, me ha contado sobre lo que estás padeciendo."

"Entonces, ¿lo sabes?", repitió George.

Ella se separó de él para mirarlo a los ojos. La pérdida de su calor le hizo doler el corazón, deseando tenerla en sus brazos hasta el fin de los tiempos. Mediante suaves movimientos circulares acarició su mejilla enrojecida intentando grabar la sensación en su memoria.

"No fue mi intención lastimarte", comenzó diciendo. "Y el no tener tu perdón me quita el sueño por las noches."

Jamás había visto a George llorar. Sus lágrimas parecían brillar de una manera extraordinaria mientras aterrizaban en el piso. El daño que le había causado meses atrás la destruyó por completo pero se decidió por ser justa e intentar entenderlo.

Fred se encargó de hablar con ella luego del incidente, pidiéndole disculpas de su parte e intentando explicarle lo que estaba sucediendo. Su humor se alteraba fácilmente, quizás deseaba destruir todo a su paso o hecharse a llorar en cualquier lugar en el que se encontrara.

Ahí fue cuando Ángela supo que el dolor que ella sintió aquella noche en su nariz, no era nada en comparación a la aflicción que la poseyó cuando supo toda la desgracia que George acumulaba en su ser.

"Te perdono", dijo Ángela. Tomó su rostro entre sus manos obligándolo a mirarla, demostrándole que también estaba llorando.

"¿De verdad?", respondió él.

"Sí pero las cosas están como la mierda, George", plantó un beso en su mejilla antes de caminar varios pasos hacia atrás.

"¿Te alejaras de mí?"

Ángela lo miró antes de caminar hacia la puerta.

"Si quiero protegerte, debo alejarme", confirmó. "Cuídate, George. Porque a partir de ahora, eres uno de mis más preciados amigos."

𝐔𝐧𝐛𝐫𝐞𝐚𝐤𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐨𝐰, draco malfoy (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora