thirty-two

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"Draco", le llamó. Sus pulmones carecían de aire luego de correr junto a él por todas partes. La misión iba cuesta abajo y cada vez era más difícil seguir a los Gryffindor, dedujeron que espiarlos era la única forma de tener un horrocrux bajo su poder.

"¿Amor?", contestó tomándola entre sus brazos. "¿Estás segura de continuar? Puedo llevarte a casa y volver solo", ofreció.

"No", respondió rápidamente. "No vuelvas a repetirlo, Draco. Vamos, antes de que los perdamos de vista", ordenó Ángela.

Ambos se escondieron bajo la capa de invisibilidad e ingresaron al interior de Gringotts, una suave risa escapó de los labios de Draco, los duendes a sus costados siempre le habían causado gracia.

"¿Qué hace acá Bellatrix?", dijo Ángela en su oído.

Ni siquiera comprendía por qué susurraba, la capa de su padre silenciaba los ruidos que ocurrían en su interior.

"No es ella, nena", admitió Draco con aires de superioridad. "Es Hermione, ¿acaso no ves al idiota que la acompaña?"

"Weasley", dijo para sí misma al notarlo.

Los jóvenes estaban en aprietos, a Hermione le faltaba la varita de Bellatrix para confirmar su identidad pero, lograron obtener la aceptación de los duendes para ingresar. Uno que otro hechizo fue suficiente para convencerlos. Aún no podían detenerlos, debían saber qué era lo que estaban buscando.

Esperaron unos cuantos minutos para luego avanzar hasta el interior del lugar, el Slytherin se encontraba decidido en avanzar pero el agarre de su prometida lo detuvo.

Ángela observó por debajo de la capa con curiosidad, como si tratara de recordar algo. Al mismo tiempo, el carro que transportaba a los otros tres se detuvo a la distancia.

"¿Por qué te quedás ahí parada?", replicó Draco intentando moverla. "Tenemos que ir trás ellos", ordenó.

"Me sorprende que no lo sepas, llamándote como uno de ellos", le contestó burlándose.

"¿De qué hablas?", preguntó incrédulo.

Ángela lo tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los suyos. Unos cuantos minutos fueron suficientes para responder, rápidamente lo obligó a correr y salir del lugar.

Las cadenas chocando contra diferentes relieves de la construcción les hacía doler los dientes, el rugido retumbó por todas partes erizando sus pieles y ahí fue cuando Draco comprendió lo que Ángela decía. Un enorme dragón destruyó por completo el banco, lanzando fuego en diferentes direcciones, dejando ver como sus objetivos escapaban sujetándose de éste.

"Lo tienen, ¿no es así?", interrogó Ángela desanimada.

"Mierda", maldijo.

Su enojo se desvaneció velozmente cuando trozos de cemento comenzaron a caer cerca de sus cuerpos. Un vistazo fue más que suficiente para ver como decenas de duendes yacían muertos en el suelo y, los que habían sobrevivido pronto lo estarían por obra del Señor Tenebroso.

Se aparecieron en un abrir y cerrar de ojos en la mansión, consumidos por el cansancio, los nervios, el miedo y la angustia de haber fallado en la jodida tarea. Caminaron numerosas veces por la casa, ignorándose por completo. Una idea llegó para quedarse en la cabeza de Draco y tan pronto como pudo corrió en busca del profesor Snape.

Ángela lo siguió y finalizaron su recorrido en la biblioteca, donde Lucius le hacía compañía colocándose un enorme hielo en el ojo con las esperanzas de eliminar el hematoma.

"Algo me dice que no lo lograron", habló Snape intentando esconder su temor.

"Así es", contestó Draco. "¿De qué manera se destruye un horrocrux?", escupió. "Usted es profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, tiene que saberlo", insistió nuevamente.

𝐔𝐧𝐛𝐫𝐞𝐚𝐤𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐨𝐰, draco malfoy (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora