twenty-four

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Una taza con más leche que café la aguardaba en la cocina.

Draco la había preparado para ella con mucha dedicación y paciencia.

Probó dibujar con la espuma una especie de corazón pero la rehizo luego de notar lo desfigurado que había salido. Después de varios intentos, se decidió por dejar la superficie lisa.

Dobló por la mitad una servilleta del mismo color que el recipiente y la colocó a un costado, con una pequeña cuchara de plata por encima.

Suspiró asimilando que, una vez más, terminaría tomándose él mismo el contenido ya que repitió los pasos durante siete días seguidos y ella no se presentó.

Ahoga en su interior un sollozo capaz de resonar en el espacio vacío, atrayendo la atención de los mortífagos que rondan por allí sin darles respiro alguno.

Dispone restarle importancia al vaivén que genera la entrada al abrirse, asumiendo que solo es algún que otro parásito que busca alimentarse. Pero, el carraspeo que su garganta produce la obliga a mirarla de pie frente a él, haciendo notar su presencia.

Draco aún siente en la longitud de sus dedos el interior de su boca, las arcadas producidas y el borde de sus dientes rozándole.

Ha intentado hablarle durante días pero solo consiguió unas cuantas cartas de escasas palabras, atadas en el lomo de Willow, afirmando que se encontraba bien.

En realidad, Draco no tenía la culpa de nada. Fue ella quien tomó la decisión más precipitada y errónea del planeta, y lo aceptaba.

Miró con dulzura el recipiente que esperaba sentir sus labios en el borde y luego le dedicó al rubio una mirada de agradecimiento. Draco podía afirmar que Ángela ya había desayunado una taza repleta de lágrimas en su habitación, justificando los párpados hinchados.

"Buenos días", dijo dejando el periódico a un costado.

Ángela observó su fotografía en la primera plana.

Se lo muestra aturdido a causa de los innumerables flashes de las cámaras apuntando hacia él, todas al mismo tiempo. De pronto, pierde el apetito y la sensación de hambre es sustituida por la culpa de haberlo dejado solo. No podría imaginar ni en un millón de años lo duro que ha sido pasar por esa situación sin ella a su lado.

"Días", le respondió dándole un sorbo al café con leche.

Draco sonrió para sí mismo al escuchar su respuesta, la misma que le había otorgado durante años. Ángela siempre decía que serían Buenos días una vez que haya concluido y pudiera confirmarlo.

No se produjo ningún otro tipo de sonido durante el desayuno, atribuyendo que sería lo mejor dadas las circunstancias.

Draco utilizó su tiempo en observarla por encima de los papeles. Vestía una camisa negra idéntica a la de él diferenciándose solamente por su tamaño, la corbata negra perfectamente anudada en su cuello y una falda del mismo color que él no pudo observar con detenimiento.

La extrañaba tanto que decretó concentrarse en el sonido de su garganta cada vez que cedía el paso a la infusión caliente. Sus uñas recientemente cortadas, sus manos limpias, suaves, pálidas, sus dedos largos y delicados adornados de delgados anillos plateados. Él disfrutaba de su toque y el imperceptible frío que el metal producía al frotar su piel.

Por un momento logró recordar como se sentían sus labios chocar contra los suyos y diversas partes de su cuerpo, algo que ella adoraba hacer cuando se sentía aburrida. La sensación que sus mejillas percibían al hundir su boca contra él, haciéndole saber lo mucho que amaba su colonia.

𝐔𝐧𝐛𝐫𝐞𝐚𝐤𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐨𝐰, draco malfoy (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora