thirty-four

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Draco tomó de la mano a Theo y lo colocó a tan solo unos cuantos pasos de Blaise. Él iría en el medio de la alfombra y a su lado derecho Ángela y Pansy.

"¿Ya saben cuándo es el turno de cada uno?", preguntó Draco quitándose los zapatos. Unas gruesas medias de algodón negro quedaron en evidencia cuando se paró junto a sus amigos, Ángela vestía unas iguales, Pansy y Blaise blancas y Theodore unas grises con dibujos de gatitos en ellas. "¿Es en serio, Theodore?", se burló al ver las medias.

"¿Qué?", se encogió de hombros. "Me las regaló Lucius para Navidad, no voy a quitarmelas", respondió.

"A mí me gustan", agregó Pansy.

"A mí también", se sumó Blaise.

"Como sea", dijo Draco revoleando los ojos aunque en su interior agradeció que Theodore haya valorado el regalo que Lucius le dio, hace ya varios años. "¿Empezamos?"

Todos asintieron y el se acomodó en el medio del felpudo. La habían hechizado junto al piano y ahora estaban parados frente a una enorme y larga alfombra, con todas las teclas correspondientes que un piano tendría. Comenzó a caminar sobre ella y el sonido brotó, llevando la dulzura a los oídos de todos. Al principio, tocó las teclas con delicadeza y la melodía era apenas perceptible pero, a medida de que se iban sumando, la velocidad de sus movimientos aumentaba conformando una espléndida canción.

Draco giró a su derecha durante pocos segundos y pudo ver como las lágrimas brotaban desde los ojos de Angela y a pesar de que, no quería admitirlo, él también deseaba romper en llanto. La música de fondo, las risas de Blaise porque casi se cae, el roce de su mano con la de Ángela cada vez que saltan sobre las diferentes teclas, la voz de Pansy tarareando la melodía. Era perfecto, un recuerdo que permanecería en su memoria hasta que la última exhalación de aire escapara de sus pulmones.

Adoraba ver como los pliegues de la falda de Ángela se suspendían en el aire, dejando ver la carne pálida que ocultaba debajo de la tela. Si prestaba suficiente atención podía distinguir las marcas que dejó la noche anterior, la silueta de sus dientes perforando suavemente su piel e indicándole a todos que era suya.

La música continúa sonando a medida que se mueven, Pansy comenzó a llorar junto a su amiga, la sensación de sentirse en casa se hace presente en el cuerpo de la Slytherin.

La canción fue interrumpida cuando Lucius se apareció frente a ellos, pálido, con ojeras prominentes en su rostro y el traje negro despedazado. Sus nudillos están cubiertos de sangre y el borde de sus mangas también, indicando que limpió con anterioridad alguna herida en su rostro.

"Es hora", anunció. "Lo lamento pero, es hora", repitió.

Narcissa se materializó detrás de él junto a Bellatrix y unos cuantos mortífagos más. Los jóvenes tomaron rápidamente sus zapatos e intentaron mantenerse juntos, a pesar de los planes que les tenía el destino. Draco sintió como sus dedos soltaban poco a poco los de Ángela, hasta sentir su mano completamente fría y vacía.

"¿A dónde mierda me llevan?", gritó intentando zafarse del agarre.

"¡Draco!", lo llamó Ángela desde la otra punta. "¡Déjenme despedirme!", rogó.

"Órdenes del señor", respondió Greyback al joven.

Draco pudo observar como lo arrastraban junto a Blaise y Theodore, intentando resistirse al mismo tiempo. Ángela gritaba su nombre por el pasillo a medida que corría en su dirección, logró tomarlo del rostro y hacer que el hombre lobo se detuviera.

"¿Cuál es nuestra palabra segura, Ángel?", preguntó Draco besándola en la frente. "Dímela, porfavor", suplicó.

"Pétalo", murmuró. Le devolvió desesperadamente el beso pero esta vez, en los labios. Sintió la calidez de sus cabellos entre los pliegues de sus dedos y volteó al ver que venían por ella. "Es pétalo, Draco", aseguró.

𝐔𝐧𝐛𝐫𝐞𝐚𝐤𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐨𝐰, draco malfoy (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora