fifteen

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Las camas se hallan en extremos opuestos, separadas por un sofá de cuero negro. El suelo está cubierto con alfombras de terciopelo, las paredes tapizadas de un cálido verde esmeralda.

Ángela siente su piel erizarse cuando nota las estanterías repletas de fotos con movimiento de ellos dos. Draco lo advierte y obstruye su vista desintegrando su sufrimiento.

"¿Acaso nos hemos vuelto los príncipes de Slytherin?", se burló Draco.

El lugar era ridículamente grande para ambos. En una de las esquinas encaja a la perfección un escritorio triangular, hecho con la mejor calidad de madera. El ropero, del mismo material, posee un encantamiento de extensión.

"¿Crees que los padres quieren enviar a sus hijos a la escuela?", amenazó Snape acercándose hacia él. "Concéntrese en su misión, Malfoy", ordenó.

"¿Ahora es mi misión?", preguntó sin dar el brazo a torcer.

El profesor caminó hacia la puerta, deslizando sus dedos sobre el pomo.

"Tiene razón, es de ambos", tarareó Severus. "Aunque, le recuerdo, que ella se está sacrificando por usted y no he oído un gracias por el momento."

Snape se retiró de la habitación, quedándose con la última palabra.

Ángela peinó su cabello hacia atrás, tirándolo con fuerza. El dolor incesante que sentía en su brazo era nada a comparación de su cabeza. Se dejó caer en la cama más cercana tapándose los ojos de la escasa luz, encontrando así un poco de alivio.

Draco carraspea su garganta.

"Estás en mi cama", dijo inclinándose hacia delante con ambos brazos escondidos tras su espalda.

Sin intenciones de discutir y mucho menos dirigirle la palabra, caminó hacia el otro extremo de la habitación repitiendo los pasos anteriormente realizados.

Draco no quería ese estúpido colchón, solo necesitaba escuchar su voz.

Los dos ignoraron el hecho de haberse saltado la cena a causa de quedarse dormidos. Aunque, no duró demasiado ya que el insomnio se hizo presente en su mente. Logró mantenerse de pie el tiempo suficiente como para caminar hacia el baño y, al salir, notó los saltos que el pecho de Draco producía.

Estuvo a punto de volver hacia su cama como si nada hubiese pasado pero, una vez más, el corazón le gana a la razón.

Toma asiento a su lado, en el suelo, con la finalidad de sostener su mano desde aquel lugar. No está lista para sentir su piel de otra manera, de todas formas, su toque la sana.

El sonido del despertador forma parte de sus sueños, simulando ser el fondo de una canción que escucha en la radio.

Está tan cansada que no logra despertar.

Draco siente un peso agradable colgando de sus dedos, de mala gana asoma la cabeza hacia abajo, encontrándose con ella. Comprendió que tuvo pesadillas denuevo y se encargó de tranquilizarlo a su manera.

Tomó a Ángela entre sus brazos, dejándola sobre su cama. Volvió a cubrirse con las sábanas y lanzó una almohada a lo largo de la habitación, despertándola.

"Arriba", ordenó con su voz ronca. "Tenemos que ir a clases", aclaró.

Ángela le agradeció internamente y comenzó a colocarse el uniforme delante de él.

Se deshizo de su larga camiseta, dejando en evidencia su espalda desnuda. Caminó hacia su baúl tomando la primer camisa blanca que se cruzó en su camino, recuerda que no lleva sujetador y encoge los hombros para sí misma dando a entender que no le importa. La falda se ajusta a su cintura, rozando de vez en cuando con la punta de su corbata recientemente anudada. Sube las medias largas por debajo de sus rodillas y anuda los zapatos de mala gana. Por último, se cubre con su túnica, dispuesta a entrar al baño para enjuagar su semblante.

Escucha de lejos los suspiros de Draco, una mezcla de la excitación que soportó por verla desnuda y la angustia de no lograr un nudo perfecto.

Se desvía de su camino, dirigiéndose hacia él. Draco quita sus manos para que las de ella ocupen su lugar, deslizando la corbata por su cuello. Siente su respiración chocar contra sus delgados dedos, anudando y ajustando el trozo de tela.

"No era tan difícil, Malfoy", dijo Ángela.

Una ola de confusión lo apaleó, se sintió bien escuchar su voz luego de tanto tiempo y a su vez, que haya usado su apellido para referirse a él le dolió.

"Srta. Nott", llamó el profesor Slughorn. Chocó sus libros contra el escritorio de la chica, haciéndola enderezar.

"¿Sí, profesor?", respondió presionando sus ojos con fuerza.

"¿Podría decirnos a qué huele su Amortentia?", preguntó. Le indicó el camino hacia la poción.

Ángela usó sus propios brazos de soporte para levantarse e ir trás él.

Con tan solo inclinarse hacia el líquido efervescente, las distintas clases de aromas invadieron sus fosas nasales.

"Distingo la frescura de la menta", comenzó a decir. "Pastel de manzanas y...", rodó los ojos al distinguir el último olor. "Colonia cara", murmuró.

La clase se pintó con los murmullos de los alumnos que fueron callados por la mirada asesina de Draco Malfoy.

"Muy bien, Srta Nott", aplaudió el profesor. "Porfavor, intente no dormirse el primer día de clase", bromeó.

"No volverá a suceder, gracias profesor", dijo Ángela.

Volvió a su asiento recibiendo un golpe en el brazo por parte de Pansy.

"¿Draco es tu amortentia?", preguntó.

"Sí", confirmó. "Que me haya roto no significa que no me guste", contestó.

Su mejor amiga envolvió su brazo con el de ella, descansando la cabeza en su hombro.

Era tan reconfortante tenerla cerca.

La sala de Menesteres sería su hogar durante los próximos meses. Cantidades infinitas de materiales y objetos inservibles ocupaban el espacio. Ninguna pared estaba a la vista pero tenía bien en claro que, si las encontraba, estarían cubiertas de humedad.

"Sígueme, Nott", dijo Draco.

¿Querés jugar usando nuestros apellidos?, pensó Ángela.

Débiles rayos de luz se proyectan dentro de la habitación, algo que le causó curiosidad ya que el lugar no poseía ventanas. Micropartículas de polvo se suspenden en el aire luego de descubrir el armario.

"He visto al otro", comentó Draco. Sus dedos estudian las marcas de la madera, recordando la textura de su gemelo. "Quizás en la biblioteca encontremos algo que nos sirva", agregó.

"En la biblioteca no", contradijo Ángela. "Mi padre poseía un libro de Artes Oscuras", comentó. "Theodore lo heredó, se lo pediré mañana."

"Como quieras", respondió. Tomó la manta y lo cubrió nuevamente con ella.

Al girarse, Ángela ya no le hacía compañía.

Se maldijo internamente por su propia incapacidad de meditar las palabras. Buscó en su bolsillo derecho una fotografía de Willow, en la cual apenas se ve su cara ya que se lanzó a lamer el lente de la cámara. Un profundo suspiro escapó de sus labios. Asumió que ella había tomado el camino de regreso a la habitación por su propia cuenta, sin la necesidad de esperarlo.

Pero, lo hizo.

Lo esperó del otro lado de la puerta. Con su pollera a tablas, su camisa, medias y corbata negra. Tal y como se vistió aquella vez para estar combinados.

"¿Vamos?", preguntó observando su mano en el bolsillo derecho.

"Sí, está bien", respondió sonriendo para sí mismo.

Creyó que finalmente las cosas estaban mejorando, que podrían volver a la normalidad para quererse hasta el punto de sentir sus corazones explotar.

Pero, uh, no.

"¿No es algo tarde para que esté fuera?", susurró Ángela.

Una delgada figura se dibuja en la entrada de la sala común, dándose la vuelta al escucharlos.

"¿Astoria?"

𝐔𝐧𝐛𝐫𝐞𝐚𝐤𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐨𝐰, draco malfoy (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora