twenty-nine

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Por poco arranca su cabello de tanto peinarlo hacia atrás, no sabe de qué manera transmitirle a la rubia que puede
confiar en él.

"¿Por qué no querés comer?", preguntó Perseo tratando de mantener la calma. "Cociné ésto con mis propias manos, para vos", sentenció.

Luna lo miró de reojo antes de posar su atención sobre el plato, era una cantidad incalculable de spaghettis que no podría terminar por sí sola. Los gritos de los encarcelados no la dejaban pensar, su contextura física seguía igual que siempre pero las fuerzas eran cada vez menores.

"No confío en vos", le respondió alejando la charola. "Solo en Ángela", aclaró.

Perseo estaba volviéndose loco, hace varias semanas no lograba dormir de corrido y una de las razones era el rostro de la joven plasmado en su cabeza.

"Como quieras", bufó poniéndose de pie. "Ni siquiera sé porqué estoy gastando mi poco tiempo en vos", dijo en voz baja.

No debería tener aquellos deseos en su interior pero de todas formas, ahí estaban. Ángela no la conocía demasiado pero, se negó a darle información acerca de Luna con la excusa de que si quería saber algo sobre ella, debía preguntárselo él mismo. La marca tenebrosa le ardía y sabía que era hora de volver a la cama, su amiga se había ido hace unas cuantas horas a dormir con su amado. Sería la última noche que pasarían juntos antes de que Draco fuese enviado junto a Theodore en busca de unos objetos que, aunque intentaron entenderlo, no lograban comprender el significado de horrocrux.

"No te vayas", gritó Luna de golpe. "Si tengo que comer para que te quedes, comeré", habló lo más rápido que pudo y comió un par de fideos. "¿Ves? Muy ricos", exclamó saboreando las pastas que sorprendentemente sabían bien y aún no la habían matado.

"No tienen veneno, Lovegood", se burló Seo volviéndose sobre sus pasos.

Luna le pasó otro de los tenedores y comenzaron a comer juntos sin decir una palabra. No tenían idea de la hora pero probablemente con proximidad a las tres de la mañana.

"¿Duele?", preguntó señalando su antebrazo izquierdo. La tela del suéter negro lo cubría en su totalidad pero tenía conocimiento de que allí se encontraba. Perseo hacía un rato había silenciado la habitación por lo que los alaridos eran ahogados y pudo oír con facilidad la pregunta.

"¿No te doy miedo?", respondió Perseo mirándola de lado.

"No", le contestó rápidamente. "Reconozco que lo hiciste por Ángela, ella no te lo pidió pero sabías que le haría bien tenerte", dedujo con simpleza.

"Así es", afirmó. Levantó poco a poco los paños mostrándole las líneas negras sobre su piel. Aún sobresalían de su carne como el primer día y sabía que, a todos les sucedía lo mismo ya que, jamás sanaba en su totalidad. Luna buscó aprobación en su semblante antes de acercar la yema de sus dedos y memorizar cada fragmento. Las esposas aún eran las que Ángela le había colocado, podía moverse con facilidad sin sufrir dolores aunque continúaba atada a la pared.

"Es tarde", expresó Seo quitándole el brazo de su agarre. Una vez más, sintió un peso en sus ropas cuando intentó levantarse de su lugar.

"No, porfavor", rogó la joven mirándolo desde abajo. Podía notar en sus dos esferas azules una gruesa capa de lágrimas que, se hacía cada vez más evidente a la luz de las velas.

"No puedo quedarme, Luna", se quejó sintiendo como su corazón se rompía. "Podemos meternos en graves problemas", justificó.

Ella simplemente asintió y lo dejó ir. A pesar de que nada estaba obligándolo a quedarse, salió del lugar solo para tomar unas cuantas mantas y cubrir a ambos con ellas.

𝐔𝐧𝐛𝐫𝐞𝐚𝐤𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐨𝐰, draco malfoy (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora