SAN VALENTÍN P.1

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Will y Nico eran mejores amigos. Siempre lo habían sido. Desde el día en que se conocieron, ambos supieron que una gran conexión les unía, y poco a poco, una gran amistad fue aflorando entre ellos. Pasaban todas las tardes en casa o del uno o del otro, jugando a Mitomagia o simplemente hablando. Nunca ninguno había sentido tanta compatibilidad con alguien más.

    Pero las cosas habían cambiado. La adolescencia había arrasado fuerte, llevándose consigo cualquier rastro de la niñez perdida, y junto con la pubertad, como regalo extra, venían muchas cosas más que habían hecho dar un giro de 180º al mundo de ambos chicos.

    Sus cuerpos empezaron a cambiar, desarrollándose para dar paso a dos atractivos adolescentes distintos como hielo y fuego, haciendo que gente de ambos sexos cayese a sus pies. Pero ninguno de los dos estaba pendiente de eso. Porque ambos estaban enamorados.

    Will siempre había sentido un cariño inmenso por Nico. Le adoraba como a nadie y siempre se preocupaba por él, protegiéndole de las amenazas que suponían matones que intentaban dañarles llamándoles maricones. Nunca se había planteado que como su cuerpo, sus sentimientos también se desarrollarían en algo más fuerte.

    La primera vez que pensó en ello se sintió asustado, nervioso y tímido con sus propios pensamientos. ¿Le gustaba su mejor amigo? Sí. ¿Es qué acaso no había más gente en el mundo? Sí. ¿Se lo diría? Sí. Digo, NO. Se había hecho la misma pregunta una y otra y otra vez, pero cada vez que lo volvía a pensar, se estremecía al pensar en la reacción de Nico. ¿Y si se enfadaba? ¿Y si le alejaba de él? ¿Y si no volvía a hablarle? Con esos pensamientos en mente había lidiado Will durante meses, sin encontrar respuesta a ninguna de sus preguntas.

    Y mientras el rubio se torturaba pensando día y noche en su mejor amigo, Nico no iba desencaminado. Solo que sus pensamientos estaban destinados a otra persona. Percy Jackson. No solo era el chico más popular del instituto, sino que sus palabras y sus gestos le hacían el tío más sexi de la ciudad. Era guapo, inteligente, deportista. Nico se perdonaba reconociendo que era imposible no enamorarse de él. Desde que tenía uso de razón, Percy le había parecido una persona admirable, y poco a poco, esa admiración se había convertido en amor. Claro, que él ya tenía novia. Una novia igual de guapa, de lista y de deportista. También tenía muchos pretendientes.

    Y mientras los dos chicos ignoraban los sentimientos del otro, llegó la semana de antes de San Valentín. Una semana en la que todos los alumnos colaboraban en la tarea de decorar el instituto con corazones rojos, luces rosas y pétalos de colores. La peor semana del año, pensaba Nico. Sin embargo, un día, mientras durante la clase de mates espiaba a Percy sin que este se diese cuenta, una tan maravillosa como catastrófica idea cruzó su mente. Le confesaría sus sentimientos a Percy. Había llegado un punto en el que ya poco le importaba que Percy le rechazase (cosa que evidentemente pasaría). Él solo quería quitarse el peso de tal secreto de encima.

    Su plan principal sin embargo, había dado muchas vueltas. Empezó con una carta confesándolo todo, y acabó... bueno, no nos adelantemos.

    Y si algo hay que aclarar antes de continuar con esta historia, es que escribir una carta de amor es más difícil de lo que pensáis. Pasada la media hora en que Nico había empezado a escribir, la basura había acabado desbordada de bolas de papel que contenían fallidos intentos de la carta perfecta que tenía en mente. Sabía lo que tenía que decir, cómo y de qué forma, pero cuando lo leía, sus ojos veían pura estupidez. Así que la tiraba y empezaba de nuevo.

    Hasta que alguien le interrumpió. No se había dado cuenta de la presencia de Will, hasta que los rizos dorados del rubio rozaron su mejilla.

    -¡Will! - saltó Nico, ocultando la carta detrás de su espalda. Aunque, evidentemente, Will ya la había visto - ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

ONE-SHOTS SOLANGELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora