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Por un momento, me preguntaba ¿Cómo es que estoy en esta situación de mierd.a?
No es que me estuviera quejando.
Pero es que verla es espectacular.
Surfeando entre la multitud de gente, era como un vaso de agua fría en el desierto, y no podía esperar para poner mi boca en ella. Sus labios brillando con ese lipgloss, sabor fresa que había probado tantas veces, y con ese pequeño vestido negro.
ESE pequeño vestido negro. La palabra corto, quedaba corta, mostraba toda la piel necesaria de sus piernas y aun así quería ver más.
Miré atentamente como echaba la cabeza hacia atrás, exponiendo el cuello que tanto me gustaba morder, estaba riéndose por un chiste de Steve que también tenía una sonrisa en el rostro. Tratando de pensar en otra cosa, tome el trago de whisky que tenía en la mano, acomode sutilmente la bragueta de mi pantalón, tratando de encontrar la manera de no ir por ella, ponerla sobre mi hombro e irnos los dos, así quedaría claro que era mía.
Pero, le había hecho prometerme algo, nada de socialización fuera de nuestras pequeñas sesiones nocturnas que a menudo conducen a... bueno, la diversión de los dos, nada más que eso; diversión.
Puso un cigarrillo entre sus labios, mientras Steve le ayudaba a encenderlo con su mechero, la punta pronto ardió encendida, alumbrando su cara en el bar oscuro. Pronto su atención se centró en Sam, quien estaba tras la barra, Sam le recorrió el rostro con la mirada para luego asentirle, después saca una botella y en un vaso, observe sin parpadear, como le servía tres tragos de vodka en uno. El humo que estaba sosteniendo pronto los inundo a los tres, lo toma entre sus dedos y se gira para ver a Steve, por el modo en que se rieron y hablaban, estaba seguro de que hablaban de beberse el vodka.
Observé como tomó el vaso en sus labios, un poco del líquido se escurrió en su barbilla y clavícula, y lo demás surgió de pronto, Steve se inclinó hacia ella, comenzó por su clavícula, limpiando el líquido derramado en su piel con su lengua, subió por su cuello y al final tomó su mentón para besarla en la boca, la inclino sobre la barra, las manos de ella subieron a su cabello dorado y él subió una mano por su muslo.
"Hijo de pu.ta", murmuré, al final aparte la mirada. Un calor ardió a través de mi estómago.
De pronto me sentía enfadado, enfadado por aceptar venir a la estúpida fiesta del maldito cumpleaños de Romanoff. A veces odiaba ser uno de sus amigos más antiguos. Me sentía aturdido en un mar de estudiantes universitarios que son un puñado de veces más jóvenes que yo. Incluso estaba asombrado por Steve, adaptándose a la situación, por ya estoy seguro de que no compartimos los mismos tabúes de ser viejos.
