Autor: spideystark-
The boy next door.
//Bucky Barnes//
Su cabello se movía ligeramente sobre la almohada gracias al aire helado que se colaba por la ventana, me acerque para poder cerrarla y observar que ya no llovía más, solo unas pequeñas gotas caían.
Gire mi cuerpo rápidamente al escucharla suspirar, mi cuerpo se tensó y de pronto una desesperación me invadió. Cerré las cortinas dejando el cuarto en penumbra.
Las sabanas salieron volando, ella aun con los ojos cerrados llevo una mano a su cara y un gruñido de dolor salió de sus labios. Rápidamente ella se encontraba sentada en la cama, con la misma mirada de terror de cuando la salve, sus manos tomaron las sabanas que antes la cubrían y se tapó con ella hasta la barbilla de nuevo, ella aun no me veía, así que decidí acercarme lento. Su mirada me encontró fácilmente, sentí algo en el pecho cuando distinguí la mirada llena de miedo y rencor hacia mí.
Me acerque tanto que estaba parado en la orilla de la cama frente a ella. Abrió un par de veces la boca para decir algo, hasta que por fin logre escuchar entre su tartamudeo "tú me salvaste".
Omití por completo la parte en la que todo esto era mi culpa. Esos hombres venían por mí. Y como resultado ella ahora está herida.
-Si lo hice, Debby. –mi voz salió más mordaz de lo que pretendía. Pero eso no pareció intimidarle, sus brazos dejaron de sostener la manta y su mirada se ablando un poco. Sus ojos parecieron encontrar algo en la sabana que la dejo helada.
Sangre. Su sangre había manchado las sabanas. Aunque había curado sus heridas del rostro y brazos, hubo heridas que no vi por estar debajo de la ropa.
Sus dedos lentamente levantaron su holgada blusa para encontrar una fea cortada, no más de dos centímetros que ahora se encontraba con sangre seca alrededor, sus dedos tocaron la parte afectada y ella soltó un suspiro lastimero.
Apreté las manos, recordando porque ella se encontraba así.
-Tienes que lavar esa herida. –apreté la mandíbula, al ver como ella salto asustada por mi voz.
-¿Cuánto tiempo tengo aquí? –pregunto en cambio, su voz débil y temblorosa, hizo crecer la rabia dentro de mí.
-Dos días. –murmuré tratando de controlar la voz, ella me miro sin poder creerlo.
-Pero...-dejo de hablar cuando le quite por completo la sabana del cuerpo, su pantalón se encontraba en peores condiciones, lleno de polvo y sangre.
Ella al parecer no pretendía moverse así que me acerque, metí un brazo bajo sus piernas y con la otra rodee su espalda y la levante sin el mínimo esfuerzo, lo que me hizo fruncir la frente.
Cruce la habitación para dirigirme al cuarto de baño, una vez dentro la deje bajo la regadera sus piernas débiles, por la paliza y la falta de comida, la hicieron trastabillar y caer de nuevo en mis brazos. Sus manos pequeñas se sostuvieron contra mi pecho tomando mi camisa entre sus dedos, escuché como su respiración se entre cortaba al posar mis manos en su espalda.
Tome el borde de su blusa, al comprender que ella no podía hacerlo sola.
-No. –susurro débil, con la cabeza escondida hacia abajo, sin mirarme. Me era tan difícil creer que la chica que ahora tengo entre mis brazos es la misma de hace unos días, despreocupada y alegre que me seguía a todas partes.
-Tienes que lavarte, solo te voy a ayudar hacerlo. –el escalofrió que le recorrió el cuerpo, pude percibirlo no fue precisamente de miedo. Aleje esos pensamientos de mi mente. Su mirada subió hasta encontrarse con la mía y me dio un pequeño asentimiento con la cabeza, para después desviar de nuevo su mirada.
La blusa llena de sangre fue la primera en caer al piso, le siguieron los pantalones, pero no fui capaz de desprender las últimas dos prendas de su cuerpo, aun así lo quería y pronto comencé a desearlo, pero de nuevo me enfrié los pensamientos.
Su piel era sin duda lo más suave que había tocado alguna vez, mi mano humana recorrió su espalda, evitando deliberadamente tocar su sostén, ella se estremeció entre mis brazos y un pequeño suspiro salió de entre sus labios.
El agua pronto nos empapo. Ella cerro los ojos, echando la cabeza hacia atrás y mi brazo se cernió más sobre su cintura, temiendo que cayera.
Sus manos me empujaron por los hombros, mi agarre en su cintura se fue aflojado poco a poco, hasta que nuestros cuerpo tenía una buena distancia, lentamente ella fue dándome la espalda hasta colocar las manos frente a la pared, mis manos se quedaron estáticas en su cintura mientras observaba su espalda blanca, se llevó las manos a la espalda y contuve el aliento al ver como sus dedos desabrochaban el sostén, este cayó al piso mojado.
Quería acercarme y mirar sobre su hombro. Pero no podía, estaba prendido a la vista de su espalda y esas pequeñas bragas que no cubrían por completos sus nalgas. Mis dedos acariciaron la tela que faltaba por remover y ella suspiro. ¿Debería quitársela? ¿Ella lo quería así?
Mis manos cayeron a mis costados. No podía hacerlo, aunque lo quisiera. Mis manos se apretaron en puños y me aleje, la deje en la ducha, salí de la habitación con vapor, quitándome la camisa mojada. Busque limpia y me la coloque, tome la chaqueta y me dirigí a la puerta. Sostuve la manija por medio minuto debatiéndome en si debía volver o irme.
Opte por la segunda. Ella no estaba en buenas condiciones. Y ciertamente no sabía si yo podría controlarme con ella.
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Fantasies | sebastian stan | one shots|
FantasySi quieres leer las fantasías más excitantes con el protagonista mas caliente del mundo, estas en el lugar correcto.