capitulo 18

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La tarde comenzó a ser más fresca, el otoño se asomaba de a poco, miré a Sofie dibujar junto a April, no pensé que la pelirroja fuera tan buena en el arte. Al parecer Jaime estaba con la misma impresión mirándolas. Barbara estaba mejor, habían más días buenos que malos, sentía una extraña paz en mi vida. Hasta que Bárbara me llamó en silencio, apartándome de los demás, me preocupé en seguida.

- Rodrigo, tu padre, vino hablar conmigo.- La miré sorprendido.- Cuando lo vi... hace años que no lo veía, fue una sorpresa para mí también. Bueno... por lo visto aún no supera lo de Adela.

Me dolió el pecho, ni él ni yo lo hemos hecho, pero por lo menos yo lo estoy intentando, porque tengo personas a mi alrededor que me motivan hacerlo, que me ayudan pero... ¿mi padre? Pensé en su soledad dándome un amargo sentimiento, siento compasión en contra de mi voluntad.

- Sabes... yo te entiendo perfectamente David, sé que te has sentido muy solo y que nosotros nos hemos quedado contigo porque eres como mi hijo, sin embargo, sé perfectamente que no es lo mismo, pero por sobre todo, entiendo ese enojo y rencor que sientes por tu padre. Rodrigo no ha hecho las cosas bien y cuando lo vi... tuve que controlar mi rabia con él, por haberte abandonado como lo hizo, pero cuando vi sus ojos... él está muy arrepentido.

-¿ Vino a pedirte que hables conmigo para que lo perdone?.- Mi mandíbula dolía al tenerla tan apretada por la rabia.

-No... Él vino a preguntarme por ti.- La miré sin entender, se veía enojada.- Cómo eres, qué te gusta, cómo estás...

También me enojé, ¿pero qué mierda tiene en la cabeza?

- Lo iba a mandar de vuelta por donde vino, pero por un momento me puse en su lugar. No le respondí, simplemente le dije que se fuera, que conmigo no debía hablar, pero me di cuenta de que quiere reparar sus errores David, él quiere acercarse a ti. No te pido que lo perdones, ni que hables con él ahora, pero sí que lo escuches cuando estés listo.

La miré, deseaba decirle que eso jamás pasaría, pero si me lo pedía de esa forma no me podía negar. Me aferré a sus brazos sintiendo una lagrima correr por mi mejilla, me aferraba a su pecho mientras sus manos acariciaban mi espalda consolándome.

-No puedo... no quiero.- Dije con la voz quebrada.

-Ya mi niño... ya...- Su calor me rodeaba, sentía ese calor como el de una madre, este abrazo que necesité por mucho tiempo.- Cuando estés listo, escucha lo que te diga, estoy segura que lo necesitas.

- ¿Mi mamá qué hubiera hecho?.- Recordé las palabras de mi padre.

- Hubiera golpeado a Rodrigo.- Sentí su pecho vibrar con su risa, me contagió un poco.- Ella hubiera hecho las cosas diferentes, te hubiera abrazado como yo en estos momentos... pero por sobre todo, ella confiaría en tu padre.

Tragué el nudo en mi garganta, suspiré relajando mi cuerpo, tiempo al tiempo, necesito tiempo.

Los días iban pasando, seguía teniendo a Elizabeth entre mis brazos, feliz por ello pero este presentimiento es cada vez más fuerte, tengo miedo pero no sé de qué... estoy tan ansioso.

Esa ansiedad no era en vano, me dolió de sobremanera ver que Elizabeth había perdonado a ese imbécil y volvían a ser los mejores amigos de la vida, sentía como se me escapaba de las manos sin poder hacer nada, se acercaba a ese imbécil y yo no podía hacer nada, incluso nos alejamos, ya no había vuelto a dormir conmigo, todas esas sonrisas que me había regalado fueron desapareciendo. Era frustrante que entre más investigábamos sobre esos imbéciles menos supiéramos. Todo era un maldito enredo.

- Joven...- Mercedes golpeó mi puerta, le respondí.- Su padre lo necesita en la oficina.

Me dio un escalofrió, realmente no quería ni verlo, menos pensando que quería hablar para acercarse a mí. Armándome de valor y recordando lo que Barbara me había pedido, me acerqué a su oficina. Entré, ahí estaba serio, se veía preocupado.

Siempre mía 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora