- Muy bien.- Sonreí viendo su cuerpo amarrado a la cama, temblaba ansiosa y brincó asustada cunado pasee en un dedo por su vientre.- Recuerda Elizabeth... El dolor es el precio por el placer, y las marcas el recuerdo, aferrate a él mientras no estoy.- Lamí su mejilla hasta su oído repasando su contorno mientras suspiraba. Me aseguraría de marcarla de tan forma que ni en una semana se borré lo que vamos hacer hoy.
La lección de hoy será la última, que la marcará, la que grabará esa frase en su memoria como ninguna otra, sonreí relamiendome de lo que tenía preparado. Aun que alguien más la toque, ella me recordará en esos momentos con lo que pasará hoy, no marcaré solo su piel, cuando este en brazos de otro, yo venga a su memoria, que añore lo que le hago sentir, el placer que solo yo sé darle.
Acaricie su piel con delicadeza, había uno que otro moretón y marca que dejé anteriormente en ella, hoy serían unas nuevas y no solo en su piel.
Me acerqué a su vientre lamiendo la línea de su abdomen hasta su ombligo, dejé una línea de chupones a mi paso. Abrí sus piernas relamiendome, ya estaba mojada, a pesar del temblor de sus piernas.- Aquí tengo a un viejo amigo.- Pasé la varilla por la piel de sus piernas, mordió con fuerza su labio sabiendo lo que le esperaba. Si bien la he preparado antes en diferentes ámbitos, hoy jugaría como nunca con su lado masoquista y su conciencia. Golpee con fuerza la delgada piel del interior de sus muslos, mordió con más fuerza aún su labio, el primer golpe fue lo suficiente fuerte para rasguñar su piel y dejar salir una pequeña gota de sangre. Me acerqué entre sus piernas y lami esa herida, todo su cuerpo tembló, sentía su sangre en mi saliva.
Me alejé y tomé su piernas hacía mi hombro, lami su piel entretenido de sus reacciones, su cuerpo se tensaba cada vez que la tocaba, esperando el dolor, succione con fuerza cerca de su tobillo hasta sentir el sabor de su sangre, una marca bastante intensa. Bajé su pie a la cama y sin más preámbulos, golpeé la planta de sus pies, quiso apartarlo pero golpeé su muslo, no me detuve a pesar de cómo se retorcía, aún así no gemía, a pesar de la sangre que corría por la comisura de su labio, no abría su boca, pero deseaba escucharla, embriagarme de su voz quebrada, de sus gritos de dolor y de gemidos placenteros.
Me acerqué a ella y acaricie su labio inferior con mi pulgar, con suavidad pidiendo que lo soltara de sus dientes, no lo hizo, pero ya sabía una forma para que lo hiciera rápido, me acerqué y lami lentamente sonriendo de lo rápido que obedeció, sacó su lengua buscando la mía, como le gustaban esos besos.
Como buena chica, comencé a enredar mi lengua con la suya, en una caliente y deliciosa caricia, el sentir ese deje metálico lo hacia más excitante. Me alejé pero antes de que pudiera volver a cerrar su boca, le puse una mordaza, ahora la podría escuchar, un poco ahogado, pero podría hacerlo.
Saqué algunas amarras y di vuelta su cuerpo levantando sus caderas quedando su cabeza apoyada en la cama, dejé sus manos atadas en su espalda, admiré toda su tersa piel morena, me acerqué a ella lamiendo la curva de su espalda, deleitandome de su reacciones, hasta su nuca sintiendola estremecer al tocar esa parte de su piel, su punto débil, otro de los que tantos sabía. Comencé a pasear la varilla por su piel, y sin piedad alguna comencé a azotar, sus gemidos eran increíbles, cuando su piel estaba enrojecida y con algunos rasguños, pasé lentamente la varilla por su entrepierna, tentando su miedo de golpear allí pero no lo haría, me reí al ver que estaba húmeda, menuda masoquista.
Me acerqué a ver su espalda, estaba muy marcada, besé con cuidado la piel escuchándola suspirar, bajé mis besos a la piel de sus nalgas, mordí con vicio, las separé deleitandome una vez más de como ya estaba lista para recibirme. Di una larga lamida escuchando su gemido, probarla así era delicioso. Me alejé y sin piedad alguna azote mi mano en su nalga, por sobre las heridas que había hecho.
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Siempre mía 🔞
RandomElizabeth, mi Elizabeth, eres mía, siempre mía... desde que te besé por primera vez, desde que te corrompió mi lujuria eres mía. Te desee con locura cuando apenas eras una niña y cuando te hize mía por primera vez lo supe, debía volverte adicta a m...