capitulo 20

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Desperté con un con un dolor de cabeza horrible, escuchaba voces lejanas, pero aún veía borroso intentando recordar donde estaba, de pronto, todos los recuerdos vinieron a mí de golpe, lo ultimo era su mirada y como decía aquellas palabras, como volvía a sentir su calor mientras la abrazaba con fuerza contra mí. Era demasiado bueno para ser verdad, aunque su tacto fue muy real, mi mente había colapsado y todo había sido producto de mi delirio, es lo más probable.

De pronto una mano suavemente toca mi mejilla, enfoco mi vista... esperen un momento ¿De verdad he despertado?

Oh mierda, si estoy despierto.

Elizabeth...

Está aquí conmigo, no es ningún sueño, ella realmente está aquí. Me incorporé ignorando todo dolor y mareo, estrechándola nuevamente contra mí, con miedo de que se vuelva a ir, una lagrima de emoción se deslizó por mi mejilla mientras me escondía en su cuello respirando su dulce aroma, quiero embriagarme de él.

-Te amo.- Dije susurrando para que ella supiera nuevamente, tengo miedo de no volver a tener la oportunidad.

- Que sentimental te has puesto.- Ese era mi padre. Estaba parado al final de la cama mirándome tranquilo, a su lado Mercedes temblaba preocupada con un teléfono en mano.- Te dije que no era necesaria una ambulancia Mercedes.

- Joven...- Mercedes se acercó estrechándome en sus brazos dejándome perplejo, hace años que no lo hacía, muchos, siempre pensé que me veía como una enfermo por eso le daba asco el abrazarme, ahora estaba casi llorando mientras me abrazaba acariciando mi espalda.- Perdóneme... Yo no sabía qué hacer, su padre... yo...

- Tranquila Mercedes, ya está... no hay nada que perdonar.- Le dije correspondiendo a su abrazo.

¿Qué era esto? ¿Acaso he muerto? Me siento tan... feliz. Al fin siento sanar, recuperando lazos perdidos. Volví a mirar a Elizabeth una vez que se apartó Mercedes. Mierda, de verdad ha vuelto, se sentó a mi lado dándome la mano, miré la unión de nuestras manos, pensé que nunca se haría realidad. Acerqué su mano unida a la mía besándola con felicidad.

-Te la he traído.- Miré a mi padre dudoso.- Es broma, ella es quien ha venido, ¿No es así Elizabeth?

Ella asintió sonriendo, no pude aguantarme volviendo a estrecharla entre mis brazos provocando la risa de todos, de verdad la había echado de menos joder.

-Espera un momento, Elizabeth, hay algo que debes saber de forma urgente, tiene que ser en privado.- Si mi padre se entera de esto de seguro mata a este bastardo.- Es sobre ese imbecil.

- Ya lo sé.- La miré sorprendido, pensé que estaría deshecha, pero se veía bien, quizás nuevamente está reprimiendo lo que siente, porque mínimo debe estar enojada.

- Supongo que ya tendremos tiempo para hablar.- Le dije.

- Ahora tenemos todo el tiempo del mundo.- Dijo mi padre, mirando a Elizabeth que se removió incomoda, nos debe explicaciones pero tampoco quiero que la acribillen.- No quiero presionarte Elizabeth, pero necesitamos saber lo que pasó.

Nos miró a todos, se notaba avergonzada, quería saber de verdad, pero si no está lista para hablar lo entenderé.

-Yo... escuché que ustedes querían la herencia de mis padres, que David se había acercado a mi con ese propósito.- Dijo totalmente roja por la vergüenza.

¡¿Qué?! Eso era estúpido, por el testamento nadie puede tocar su dinero a menos que sea mi padre, y ni aunque se case lo pierde, sus padres se preocuparon de dejar todo bien asegurado, es estúpido haya creído eso... a menos que... a menos que no haya leído el testamento de sus padres.

Siempre mía 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora