Capítulo XXX

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Escucho mucho alboroto proveniente desde el primer piso de la casa, todos gritan, todos corren hay movimiento de muebles. De repente dentro de todo el barullo escucho unos pasos que vienen hacia aquí y se abre la puerta de mi cuarto abruptamente. – ¡Emma vístete rápido, debemos marcharnos ahora! –

- ¿Y por qué crees me iría contigo Phillip? –

- Porque acaban de sentenciar a tu amado Thomas; a muerte... - Baja la cabeza y se lleva las manos hacia el cabello. - ... y salió algo sobre la muerte de una monja y te consideran su cómplice, por lo que te están buscando para encerrarte y también sentenciarte. –

Me levanto rápido y con decisión para enfrentarlo. – En realidad yo no tengo nada que ver con la muerte de Bernardette y cuando yo llegué a la escuela para visitar a Thomas, ella ya llevaba semanas muerta. -

Phillip me toma desde los brazos y me agita. – Entiende, a nadie le interesa si tuviste que ver o no con la muerte de esa mujer, alejaste a un hombre de Dios del buen camino, lo convertiste en un asesino y por lo mismo quieren sentenciarte a muerte también. – Me lanza sobre la cama, se dirige hacia el closet donde estaba mi ropa, saca algunas cosas y me las lanza con la intención de que me las ponga en seguida. – Apúrate, debemos irnos, debemos alejarnos de este maldito pueblo ya compré unos pasajes para un transbordador a América y... -

Mientras me visto le pregunto. – ¿Y qué ganas tu con que yo me largue de este lugar acompañándote? Porque te juro que a la primera oportunidad me iré y trataré de volver con Thomas para ayudarlo a escapar. –

Me toma fuertemente del brazo. – ¡No seas idiota! A nadie le interesa lo que digas y si te llegas a aparecer en la cárcel te detendrán, te enjuiciarán y como ya te he dicho solamente quieren tu cabeza. –

Me levanto y me apresuro para vestirme, pero estoy confundida ya que no tengo nada que ver con la muerte de esa monja, pero lo más importante en estos momentos es como voy a escapar para llegar a la prisión y ayudar a Thomas. – Necesito ver a Thomas antes de irnos. –

Phillip estaba metiendo el resto de mi ropa dentro de una maleta. - ¿En verdad estas demente? ¿No escuchaste lo que te acabo de decir? En estos momentos lo único que quiere todo el pueblo, además de la Iglesia católica es que te acerques a él para poder juzgarte, aunque la decisión ya la tienen tomada EMMA, ESTOS IDIOTAS LO UNICO QUE QUIEREN ES QUE TE PUDRAS EN LA CARCEL -

Camino hacia él mientras termino de cerrar mi abrigo y cuando lo hago me acerco lo suficiente para poder acariciar su hombro. – Phillip yo sé que tu jamás has dejado de amarme, que estas dolido por lo que te hice. Sé que no te merecías pasar por ese dolor, pero yo también me enamoré y hasta el día de hoy estoy perdidamente enamorada de ese joven Abad que entró a la casa de mis padres esa noche. Se que todo lo que has hecho ha sido por amor, pero yo amo con mi vida a ese hombre que está encerrado y él también me ama, a tal punto que abandonó sus hábitos para escapar conmigo. –

- Emma, él no me interesa en lo más mínimo y soy capaz de dejar a mi familia por conseguir una vida contigo y te juro que el hijo que estás esperando llevará mi apellido y será criado como si fuera mío y simplemente todo eso porque no estoy dispuesto a perderte dos veces. – Phillip cae de rodillas mientras abraza mis piernas y llora mientras esta abrazado a ellas, en realidad siento lástima por él. A mi derecha está cerca mi tocador sobre el está el lavatorio de porcelana sin que Phillip se de cuenta lo tomo y lo reviento en su cabeza, al momento de caer sobre el suelo salgo corriendo hacia las escaleras, todos los empelados me ven, pero en realidad no saben que sucede sólo Giny me reconoce y la escucho correr detrás de mí.

– Señora, Señora. – Extiende su mano y me entrega una nueva muda de ropa. – Necesitará esto para ir a donde su esposo, no querrá que nadie la reconozca. –

Pecado (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora