Capítulo X

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03 de junio, 1922

Estoy de rodillas rezando frente al altar, llevo en mis manos a mi crucifijo y paso y paso las cuentas, pero nada calma mi ansiedad. Mi respiración es agitada, desde aquella noche no he podido conciliar bien el sueño. El solo hecho de pensar que por mi culpa le pueda suceder algo a Emma me vuelve loco. Ahora entiendo lo que le pasa y realidad ya no puedo más de la culpa. Coloco mi cabeza entre mis brazos que están apoyados en el respaldar del banco en el que estoy rezando y me coloco a llorar, simplemente ya no puedo más.

No se cuánto tiempo ha pasado, pero de repente siento una mano cariñosa apoyándose en mi espalda y siento su voz retumbando en mi oído: - ¿Qué sucede Thomas, aun no me he casado y ya me hechas de menos? -

- ¡Que comentario más fuera de lugar Emma! - Me volteo y simplemente no puedo evitar sonreírle, pero siento que ella entiende que algo me pasa.

- En verdad ¿qué sucede? tus ojos están llenos de lágrimas! - quita algunas de ellas con sus dedos.

- ¡Nada, por lo menos nada en lo que puedas ayudarme! - Me levanto arreglando mi sayal y le ofrezco mi mano caballerosamente para ayudarla a levantarse.

- ¡Entonces tu podrás ayudarme a mí! -

Antes de responderle me alejo de ella, no quiero más problemas en estos momentos: - ¿Y en que le podría ayudar yo a la futura novia? -

- ¡Necesito que me ayudes a elegir el vestido! -

- Te casas pasado mañana ¿y aún no tienes listo tu vestido? ¿Creí que eso era lo primero que solucionaban las novias? -

- Sí, se supone. Pero necesito que debes dar tu aprobación para traerlo a la Iglesia ¡porque es algo insinuante! -

La miro con algo de recelo: - No que no te casaría por el duelo por tus padres, pero ¿te casarás con un vestido muy insinuante? - levanto una de mis cejas mientras que la observo.

- Vamos, acompáñame hoy en la tarde. Vendrá la modista a darle los últimos toques y quiero que tu seas el primero en verme con el - se acerca a mi tratando de seducirme.

Vuelvo a alejarme, no quiero volver a confundir nuestros sentimientos, pero Emma no me deja alternativa. Entorno los ojos, después de que pone sus caras de niña a punto de tener una pataleta: -Esta bien ¿a qué hora debo estar en tu casa? - Su sonrisa es hermosa y sus ojos brillan al momento de recibir mi respuesta.

- ¡A las seis está bien! - Me besa dulcemente en la mejilla, se voltea y la veo caminar por entre los bancos de la Iglesia.

Escucho a lo lejos los pasos acelerados de Wladimir: - ¡Padre, la Maestra Dunne necesita verlo ahora! -

Vuelvo a entonar mis ojos y en forma instantánea vuelve a faltarme el aire: - ¿Y sabes que quiere ahora? -

- ¡No, solo que está muy enfadada y pide casi a gritos su presencia! -

Tomo mi cabeza mientras trato de organizar mis respiraciones: - ¿Le dijiste que estaba aquí? -

- ¡No fue necesario ella lo vio cuando estaba hablando con la Señorita Emma! -

Un sudor frío recorrió mi espalda, si me vio con Emma puede hacer cualquier cosa y lo peor es que ahora no estoy de ganas de darle en sus gustos: - Bien, iré a verla ahora, si quieres puedes irte a tu casa yo estaré bien -

- Gracias Padre, mañana estaré temprano para comenzar a adornar la Iglesia para el matrimonio de la Señorita Emma -

- Gracias Wladimir, ¡nos vemos mañana entonces! - nos despedimos y me dirijo sin ganas hacia la sacristía. Me pesan las piernas y trayecto que no debería demorar más de cinco minutos y ya llevo cerca de quince y aún me falta por recorrer. Me paró frente a la puerta tomo la manilla, respiro hondo y abro: - Buenas tardes, Maestra Dunne ¿en qué puedo ayudarla? -

Ella está sentada en una de las esquinas de la mesa, me mira desafiante: - ¿TU ayudarme a mí? ¡No lo creo! -

Creo que verme cerca de Emma no le ha simpatizado. Pero esta vez no caeré, no cederé a sus deseos: - No sé a lo que te refieres Scarlett - Entro, tratando de contenerme lo que más puedo, aunque siento mi pecho apretadísimo.

- ¿Te sientes bien Thomas? -

- Sí, es solo un dolor en mi pecho, pero ya pasará ¿Ahora por favor dime que necesitas? -

- ¿Que hacías con Emma en la Iglesia? -

- Si mal no recuerdo ella es parte de mis feligreses y pasado mañana se casará por lo que necesita coordinar los últimos detalles -

- ¿Y para eso necesitaba acercarse tanto a ti? - se me acerca y trata de tocarme, pero quito sus manos sin remilgo alguno.

Vuelvo a llevar mi mano al pecho: - ¿Disculpa? Pero creo que eso no te incumbe en lo absoluto -

- Sabes que tu reputación y la de ella también están en mis manos y ten por seguro que no dudaré en usar lo que se ¡para acabar con ella! - Debo sentarme ya casi no puedo respirar y trato de abrir los botones superiores de mi hábito para lograr que entre un poco más de oxígeno a mis pulmones, pero cada palabra que sale de su boca ejerce un peso enorme sobre mi pecho.

Trato de calmarme y hablar suavemente: - ¿Y que sacaras con eso? Porque yo no volveré a tocarte. Te lo dije esa noche y te lo repito ahora ¡nunca más me tendrás entre tus piernas! -

- Por eso mismo, quiero volver a tenerte y lo harás tu solo, porque ¡no será necesario que yo te obligue! - Levanta su ceja y como ve que estoy totalmente acabado en mi asiento se me acerca para tratar de besarme, cosa que obviamente rehúso: - ¡Sinceramente estas loca Scarlett! -

- Por ti... sí, ¡desde el día que te vi en la casa de los O'Brien! - baja sus manos y las lleva a mi entre pierna.

- Por favor, Scarlett no me siento bien me falta el aire y apenas puedo moverme -

- ¡No te preocupes que yo puedo hacerlo todo por ti! - logro hacer un movimiento rápido y me levanto a duras penas, camino apoyándome en todo lo que encuentro, abro la puerta y a pesar de haberle dado la tarde libre a Wladimir me pongo a gritar su nombre para que Scarlett me deje tranquilo. Gracias a Dios resulta y ella toma su bolso y se retira indignada de la Sacristía, minutos después llegó hasta mi cama y caigo rendido sobre ella.

Pecado (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora