Capítulo XXIII

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20 de junio de 1924

Ya es tarde; estoy arreglando mi maleta, mañana temprano partiré en un tren rumbo a Inglaterra. Tomaré un puesto como maestro de un pequeño internado de varones, ubicado en el centro de Londres. Mientras Emma se quedará aquí ocupando el cargo de maestra en la pequeña escuela que mantiene la Iglesia. Hemos tomado esta difícil decisión de separarnos por un tiempo para poder juntar el dinero suficiente y así lograr viajar a América, además que así será más difícil para Phillip encontrarnos.

Emma acaba de entrar a nuestra habitación, sus manos vienen cargadas con la ropa recién lavada y planchada para que las guarde dentro de las maletas. No me habla y mantiene su cabeza agachada, así que decido silenciosamente cerrar la puerta y luego caminar hacia ella, abrazándola desde la espalda. -Emma, mi amor. Recuerda que esto será sólo por un tiempo corto y cuando por fin regrese nos iremos a América para ser felices por siempre. –

La escucho sollozar, la abrazo con más fuerza, ella toma mis manos. – Tengo miedo Thomas, tengo miedo de que este sea la última vez que estemos juntos. –

Le doy vuelta, para poder apreciar su rostro y tomo sus mejillas. – Eso nunca sucederá, estas serán como unas vacaciones de nosotros mismos. – Sus hermosos ojos verdes están rebalsados en lágrimas. Le sonrío tratando alivianar un poco la situación, pero se a lo que ella le tiene miedo y debo ser sincero, porque yo también temo no volverla a ver. -Te Amo, mi bella Emma... - beso dulcemente sus labios y puedo sentir como sus lágrimas bajan a través de los míos. -...pero nada, ni nadie nos separará! – Tomo su cintura y bajo una de mis manos para poder acariciar su pierna, lentamente la guío hacia la cama y nos recostamos sobre ella; como ya dije es tarde, mi madre debe estar durmiendo así que creo que será nuestra despedida.

-Te extrañaré Thomas –

- Yo también lo haré, pero te prometo que será sólo por un tiempo y luego de esto nadie volverá a separarnos, nunca más – La beso con más intensidad y pierdo mi lengua dentro de su boca, rápidamente llevo mis manos a mis pantalones para sacarlos y luego sigo con su ropa, me coloco de rodillas al borde la cama, saco sus medias y sigo con su ropa interior, es tan hermosa y suculenta la vista que tengo desde aquí que no puedo mantenerme mucho tiempo así solo mirando aquel hermoso paisaje que se me ofrecía. Empiezo a dar pequeños mordiscos en sus muslos y la escucho gemir después de cada uno; mi boca llega a su templo, a ese que ha sido mío tantas veces, mis dedos ya saben perfectamente como jugar y abren sus labios para que mi lengua pueda recorrerlo entero; es como el primer día y la primera vez que la tuve entre mis brazos y pude hacerla mía.

Ya no lo resisto más y me levanto para poder de una vez entrar en ella, aun así, me doy el tiempo de acariciar y besar cada una de las partes de su cuerpo. Quiero que sepa que amo cada parte de ella y que por siempre es y será mía. – Te amo Emma –

- ¡Yo también te amo Thomas y quiero que sepas que jamás me he arrepentido de dejar todo por huir contigo! – Me besa y levanta una de sus piernas para poder apresurar mi entrada en ella y como no me puedo resistir a sus deseos la penetro de una vez y escucho los pequeños ruidos que escapan desde su garganta, pero que son

aplacados por la almohada que ha llevado a su boca para evitarlos. Cierro los ojos y recuerdo la primera vez que nuestros bocas se unieron, después de aquella pequeña sensación de escalofríos que ambos sentimos; fue el beso más maravilloso que había recibido hasta ese momento.

Continúo sumergido dentro de Emma, me vuelven loco sus movimientos y los sonidos que logra dejar escapar su garganta. – ¡Ahhhhh, OMG! - Cuando comienzan a subir su volumen la acallo cubriendo su boca con la mía, las sensaciones que recorren mi cuerpo son maravillosas y sólo con ella las he tenido y debo confesar que también tengo ganas de gritar.

Al unísono llegamos al clímax, ella dejándose llevar y pronunciando mi nombre una y mil veces y yo tratando de contener mis gritos de placer, una vez que hemos acabado y nuestras respiraciones están aún agitadas nos miramos fijamente a los ojos por un largo momento, hasta que ella interrumpe nuestro silencio. - ¡Thomas, Júrame que esto no será un adiós! –

– ¡Mi Emma, mi hermosa Emma, mi mujer por siempre! – la tomo desde las mejillas para acomodarla y que me mire fijamente, directamente a los ojos nuevamente. – Tu eres lo único que me importa en esta vida y jamás te abandonaré. Te escribiré todos los días, si es necesario para que sepas que eres la mujer de mi vida. –

Emma sólo atina a besarme mientras llora. Sé que para ambos será difícil este momento, pero debemos hacerlo si queremos cumplir nuestros sueños y ser libres por siempre.

Entre abrazos y besos nos acomodamos en la cama y dejamos que el sueño nos atrapase. Mi reloj sonó antes de las 6 de la mañana, mi tren sale a las 8 pero prefiero estar con algo de adelanto en la estación. Me levanto tan suavemente que la hermosa mujer que estaba junto a mi lado no se da cuenta; me aseo, me visto y saco las maletas, ella aún continua inconsciente, rendida en la cama; pero prefiero que sea así, no resistiría verla llorar de nuevo y si lo hago, de seguro me quedaría junto a ella haciéndole el amor hasta que mis fuerzas se acabaran. Miro la hora y aún queda algo de tiempo así que decido escribirte una carta para que me recuerdes cada día, mientras esperas que llegue la siguiente:

Para la mujer de mi vida, mi amor, mi Emma:

Desde que te vi la primera vez; en casa de tus padres, supe que serías el amor de mi vida. Y como ya te lo he dicho cada uno de los días que he estado contigo; jamás me arrepentí o me arrepentiré de haberte escogido.

En estos momentos me voy, y aunque me duela, no me voy vacío. Me llevó conmigo el olor de tu piel y tu pelo, tus caricias, el sabor de tus besos.

Pongo en mi equipaje también nuestras risas, los días lluviosos de largo sueño, nuestra complicidad, nuestras confidencias. Atesoro todo como un bien precioso en mi corazón; que me acompañara en este largo viaje que significa comenzar de nuevo a vivir sin ti.

Pero te aseguro que será solo por un momento, porque cuando abras nuevamente los ojos, estaré nuevamente ahí para ti.

Te amo y te agradezco de corazón lo que hemos vivido en estos pocos años que hemos podido disfrutar juntos.

Te amo.

Siempre tuyo, tu esposo en Dios

Thomas Hiddleston

Pecado (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora