Capítulo XXVI

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- ¿A DONDE ESTA EMMA? Madre - Abro la puerta de la casa y sin siquiera saludar o decir alguna palabra grito a mi madre para que me indique donde puedo encontrarla.

La veo aparecer lentamente desde la cocina, con algunos platos entre sus manos, tan tranquila como si nada hubiese ocurrido. - ¿Dónde crees tú que podrás encontrarla? –

No puedo resistir sus palabras y caigo de rodillas – NO, NO, NO. Ella me ama tanto como yo a ella –

Mi madre suelta los platos y se agacha para poder consolarme. – Hijo, fuiste tú el que la amo y sacrificó todo por ella. Pero ahora que te has desengañado, puedes volver a retomar tus votos y continuar con tu vida como si nada de esto hubiera ocurrido; como si hubiese sido una pesadilla y acabas de despertar –

Me levanto apenas y apoyado entre sus brazos nos dirigimos a la habitación. La misma que anteriormente había sido nuestra, me restregué los ojos para apreciar bien y como ya lo suponía, no había nada que me recordara a ella en ese lugar. - ¿Y sus cosas madre? –

- Se las llevó, el mismo día que te escribió esa carta. –

Como puedo me siento al borde de la cama y paso mis manos a través de mi pelo, para dejarlas apoyadas sobre mi cuello. - ¿Y sabes a dónde puedo encontrarla ahora? –

Me acaricia el cabello antes de responder. – No, pero habló con el Párroco; recuerda que también tuvo que dejar botado su trabajo en la escuela. Así es que lo más seguro es que él sepa donde se encuentran. –

- Iré a verlo enseguida... -

Mi madre se para frente a mi – No, tu viaje ha sido largo y estas exhausto. Ahora debes descansar mi niño, después de eso tienes muchas cosas que pensar. Pero ahora sólo debes descansar. – La abrazo y lloro; lloro como un bebé entre sus brazos, no puedo contenerme.

Me duele el alma de tanto por tanto amarla, me duele el corazón por lo roto que se encuentra.

Sigo los concejos de mi madre y después de dormir; lo que yo creo fue un par de horas, puedo pensar con más claridad. Sí quiero y necesito enfrentarla para que me diga cara a cara lo que verdaderamente sucedió. Sé que es tarde porque está todo oscuro dentro de la casa, por lo mismo trato de hacer el menor ruido posible porque al parecer mi madre está durmiendo. Abro la puerta lo más suavemente posible y salgo a la calle; hace mucho frío y ni siquiera me puse mi abrigo, necesito con urgencia hablar con el párroco del pueblo, es el único que puede darme una información confiable sobre lo que sucedió con mi mujer.

Como lo suponía la Iglesia está completamente pero aun así salté uno de sus muros y pude llegar a los jardines interiores. Ya estaba adentro y me sería muy fácil buscar la habitación donde estaría reposando el párroco. Casi me caigo al entrar por el pasillo, está extremadamente oscuro y me pierdo en el, pero algunos ruidos me guían hacia dónde puedo encontrar al hombre que busco. Llego a la puerta, los sonidos son más fuertes y de por sí bastante conocidos por mí, entiendo que esta con una mujer y no debería interrumpirlo en esos momentos así es que decido salir a caminar un rato. Salgo nuevamente a los jardines, miro hacia el cielo y puedo ver las estrellas, me pregunto si Emma podrá verlas también en estos momentos.

Escucho ruidos desde el pasillo y decido esconderme, detrás de los pilares; quien sale es una mujer algo robusta y bastante madura. Obviamente antes de salir de la oscuridad se coloca una manta sobre la cara para que; a pesar de la oscuridad, nadie pueda reconocerla. Espero unos momentos y entro lo más rápido posible, entro hasta estar nuevamente frente a la puerta, la golpeo y espero a que el Padre responda, como no la hace vuelvo a golpear. Ahora lo escucho correr por la habitación, antes de abrir escucho que está refunfuñando desde el otro lado.

- ¿Qué necesitas, no sabes que es peligroso que vuelvas así? - Al abrir la puerta, queda petrificado al encontrarse conmigo y no con la mujer que acababa de salir. - ¡Hijo, no sabía que eras tú, te puedo explicar todo...! -

- ¡Padre, no necesito que me explique nada! Se lo que está pasando porque yo mismo lo he vivido. ¡Ahora vengo a hablar de algo que es más importante para mí! - El hombre, aunque aún sigue algo descolocado por la situación le indica que entre.

- ¡Toma asiento Thomas! ¿Qué necesitas saber? - El Padre nervioso toma asiento, el sudor en sus manos lo delataba.

- ¡Padre, en realidad no me interesa saber ni quien, ni desde cuando esta con la mujer que salió hace unos minutos! ¡Ahora me interesa saber que sucedió con Emma, mi Emma! - Se puede sentir el suspiro liberador de aquel anciano hombre al escuchar las palabras de Thomas.

- ¡Oh, Emma! - Se lleva una de sus manos a la cabeza, pensando en que debía decir. - ¡Tú sabes que, con mi edad no retengo muchas cosas en mi memoria! -

- No me diga eso, sólo son excusas. Usted recuerda perfectamente lo que habló con Emma. - Golpeo la mesa haciendo que el Padre se coloque más nervioso de lo que estaba hasta ese momento.

- Hace cerca de dos semanas se acercó a mí para informarme que debía dejar su trabajo en la Escuela... -

- ¿Pero le dijo el por qué, eso es que quiero saber? -

- ...Bueno, como un mes antes llegó al pueblo un hombre muy acaudalado. Viudo y padre de dos pequeños niños. Le prometió a todo el pueblo que lo sacaría de la miseria en que nos encontramos. Nos hizo un par de visitas y fue donde se conocieron yo no sabía nada hasta hace un par de semanas, que como te digo ella se me acercó... - No puedo seguir escuchando porque ya creo saber lo que sigue. ¡Oh, Dios mío! es verdad -

- ¿A dónde viven ahora? - Me levanto iracundo.

- ¡A las afueras del pueblo, pero no es buen momento para que vayas Thomas! -

Me afirmo sobre el escritorio que mantenía el padre lleno de documentos y los tiro lejos. -Es mi mujer y por lo menos tengo derecho a que me diga en mi cara que está sucediendo. - Salgo corriendo, lo escucho que trata de decirme algo, pero no quiero seguir escuchándolo; necesito que Emma me diga con sus propias palabras que diablos pasó.

No me he dado cuenta todo lo que he caminado me doy cuenta porque mis pies me duelen, al parecer tengo ampollas en ellos. Tampoco sé en qué momento se puso a llover y ahora estoy totalmente mojado, porque lo está haciendo y torrencialmente. En el horizonte veo un claro a través de el puedo ver como unos escasos rayos de sol tratan de salir por entre medio de las montañas. Eso hace que el frío me cale los huesos, pero no importa, aunque sea lo último que haga, necesito volver a verla.

Por fin llego a la gran casa que está a las afueras del pueblo. Ni siquiera sé el nombre de aquel hombre que me ha quitado el amor de Emma, pero sé que esta casa es. Estoy parado entre los árboles que colindan con el terreno esperando a que ella aparezca para enfrentarla. Pierdo un poco la noción del tiempo, pero han avanzado muchas las horas. Ahora el sol ha salido por completo y yo estoy tiritando, sino muero al verla lo haré esperándola. De repente puedo ver algo de movimiento, llega un carro negro desde el desciende un tipo alto y bien parecido, con un abrigo sobre sus hombros; confirmo que es él porque de repente salen un par de niños corriendo y tras de ellos; por fin aparece ella, con una sonrisa hermosa como cuando la veía en la Iglesia o me visitaba en la sacristía. Lleva puesto un vestido corto y tacones, se ve como la niña rica que era en Adare, camina graciosamente y toma a los niños desde los hombros para poder entrarlos y que dejen tranquilo a su padre; él se saca el sombrero y la saluda con un beso ella continúa sonriendo.

La veo con su rostro iluminado; hermosa como siempre, sus ojos están llenos de vida, puedo ver lo tranquila que está en estos momentos. Estoy comenzando a pensar que en verdad yo le podía estar haciendo daño, simplemente no la dejaba brillar como a ella le hubiera gustado hacerlo. Llevo casi de quince minutos viéndolos a los cuatro y puedo ver que los pequeños la adoran y aquel hombre también. A lo mejor si tanto la amo es mejor que la deje seguir su vida en paz y como siempre debió de haber sido, Emma formando su familia con un hombre adinerado que pudiera complacerla en todo lo que ella merecía tener. Me apoyo en el árbol que me cobija en estos momentos y antes de volver al pueblo a lo lejos le lanzo un beso y le digo adiós.   

Pecado (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora