Ningún descubrimiento ulterior movió a Emma a retractarse de la mala opinión que se había formado de la señora Elton. Su primera opinión había sido certera. Tal como la señora Elton se le había mostrado en esa segunda entrevista se le mostró en todas las demás veces que volvieron a verse... con aire de suficiencia, presuntuosa, ignorante, mal educada y con una excesiva familiaridad. Poseía cierto atractivo físico y algunos conocimientos, pero tan poco juicio que se consideraba a sí misma como alguien que conoce a la perfección el mundo y que va a dar animación y lustre a un pequeño rincón provinciano, convencida de que la señorita Hawkins había ocupado un lugar tan elevado en la sociedad que sólo admitía comparación con la importancia de la señora Elton.
No había motivos para suponer que el señor Elton difiriese en lo más mínimo del criterio de su esposa. Parecía no sólo feliz a su lado, sino también orgulloso de ella. Daba la impresión de que se felicitaba a sí mismo por haber traído a Highbury una dama como aquella, a la que ni siquiera la señorita Woodhouse podía igualarse; Y la mayor parte de sus nuevas amistades, predispuestas al elogio o poco acostumbradas a pensar por sí mismas, aceptando el siempre benévolo juicio de la señorita Bates, o dando por seguro que una recién casada debía ser tan inteligente y de trato tan agradable como ella creía serlo, quedaron muy complacidas; de modo que las alabanzas a la señora Elton fueron de boca en boca, como era de rigor, sin que se diera la nota discordante de la señorita Woodhouse, quien se mostró dispuesta a seguir fiel a sus primeras frases, y afirmaba con exquisita gracia que se trataba de una dama "muy agradable y que vestía muy elegantemente".
En un aspecto, la señora Elton empeoró respecto a la primera impresión que había producido a la joven. Su actitud para con Emma cambió... Probablemente ofendida por la fría acogida que habían encontrado sus propuestas de intimidad, se hizo a su vez más reservada, y gradualmente fue mostrándose más fría y más distante; y aunque ello le fue muy agradable, este despego no hizo más que aumentar la ojeriza que Ema le profesaba, Por otra parte, tanto ella como el señor Elton adoptaron una actitud despectiva respecto a Harriet; la trataban con un aire de burlona superioridad. Emma confiaba que ello iba a contribuir a la rápida curación de Harriet; pero la mala impresión que le causaba su proceder acentuaba aún más la aversión que Emma sentía por ambos... No cabía duda de que el enamoramiento de la pobre Harriet había sido motivo de confidencias por parte del señor Elton (quien debía de pensar que de ese modo contribuía a la mutua confianza conyugal), y lo más verosímil era que hubiese hecho lo posible para presentar el caso de la muchacha bajo un aspecto poco favorable, al tiempo que él se atribuía el papel más airoso. Como consecuencia, Harriet ahora se veía aborrecida por ambos... Cuando no tenían nada más que decir, siempre existía el recurso de criticar a la señorita Woodhouse... y esta enemistad que no se atrevían a manifestar abiertamente encontraba una fácil expansión en tratar con desprecio a Harriet.
En cambio, la señora Elton mostraba una gran simpatía por Jane Fairfax; y ello desde el principio. No sólo cuando su enemistad con una de las dos jóvenes supuso el inclinarse hacia la otra, sino desde los primeros momentos; y no se contentó con expresar una admiración normal y razonable, sino que sin que ella se lo pidiera o se lo insinuara, y sin que hubiera motivos, se empeñó en ayudarla y en protegerla... Antes de que Emma se hubiese enajenado su confianza, y hacia la tercera ocasión que se vieron, ya tuvo ocasión de darse cuenta de cómo la señora Elton aspiraba a convertirse en el paladín de Jane.
-Jane Fairfax es realmente encantadora, señorita Woodhouse. No sabe usted lo que yo llego a querer a Jane Fairfax... ¡Es una muchacha tan afable, tan atractiva...! ¡Tiene tan buen carácter y es tan señora! ¡Y el talento que tiene! Le aseguro que en mi opinión tiene un talento extraordinario... No tiene ningún reparo en decir que toca admirablemente bien. Entiendo lo suficiente de música para poder decirlo con conocimiento de causa. ¿Oh, es verdaderamente encantadora! Tal vez se ría usted de mi entusiasmo... pero le prometo que sólo sé hablar de Jane Fairfax... Y su situación es tan penosa que es forzoso que le conmueva a una. Señorita Woodhouse, tenemos que hacer algo, hay que intentar algo por ella. Hay que ayudarla. No puede permitirse que un talento como el suyo permanezca ignorado... Estoy segura de que ha oído hablar usted alguna vez de estos maravillosos versos del poeta...
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Emma. Jane Austen.
RomanceEmma Woodhouse una joven inteligente pero mimada, vive intentando hacer de casamentera entre sus amistades teniendo ella misma la convicción de no casarse nunca. Hasta que un día llega al pueblo Frank Churchill, un rico y apuesto joven, que la hace...