2~ Key

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Ninguno de los dos sabía que decir, la situación siendo innecesariamente incómoda.

—Yo... Toto me dijo donde encontrarte y pensé... Que no debí tratarte así, quería disculparme por enloquecer ayer.- Seb asintió, aun sin saber cómo reaccionar. Sin embargo, el moreno parecía de verdad compungido.

—No te preocupes. Tu... quieres pasar? Estoy haciendo té. Parece estar helando aquí afuera.

—Sí, te lo agradezco.

Ambos ingresaron, topándose con el ruidoso labrador del rubio. Sebastian se sorprendió gratamente al ver que su invitado era un amante de los perros, y se quedó jugando con el junto a la chimenea mientras él se encargaba de preparar la infusión y un par de bocadillos.

Una vez que la bandeja estuvo lista, Seb la llevó a donde Lewis estaba. Este se había quitado la chaqueta, poniéndose cómodo con la cabeza de Bruno en su regazo.

—Aqui tienes... Veo que le caíste bien.- dijo señalando al can. Lewis asintió con una leve sonrisa.

—Quizá sea porque huela al mio, yo tengo un bulldog, Roscoe.

—Oh, y es del tipo tranquilo o algo salvaje?

—Es un encanto, lo que me recuerda por qué vine... En verdad siento haber sobre reaccionado y haberte gritado. No me conociste de la mejor forma.

—Esta bien, yo... en verdad temía haberte molestado. Luego el otro hombre dijo que no lo querías.- Lewis negó y lo miró.

—No está bien. No me conocías y no podías saber del collar.

—Descuida, solo quedé algo confundido, y preocupado. Mira, si cambiaste de opinión yo aun lo tengo.- dijo sacándose la cadena y acercándola. Lewis abrió en demasía los ojos.

—La llevas contigo?- Sebastian no había considerado lo raro que se veía eso.

—L-Lo lamento! Es solo que... Uh.- El invitado negó con la cabeza.

—Pierde cuidado. Yo aun tengo la otra, sería ridículo que te pidiera que la botes.

—La otra?

El moreno se avergonzó y fue entonces que se quitó la cadenita que ocultaba bajo su sweater. De ella pendía una llave. Y fue cuando todo tuvo sentido para el rubio.

"No es mio. Tírala no se, no me importa"

"No es de valor, mas bien al contrario".

Había alguien más. Alguien que llevaba el nombre de Lewis consigo, y que aparentemente la botó. Como podía ser eso posible? Por la expresión triste y molesta de Lewis, él tampoco lo podía creer.

—Como se llamaba?

—No importa. La cosa es que encontró a alguien mejor y dispuso del collar como si fuera basura en medio de la nieve. Creo que eso fue lo que más me dolió. Yo se lo di porque lo amaba. Creí que éramos almas gemelas sabes? Por eso el candado y la llave.

Lewis notó el ceño fruncido de su anfitrión, así como también sus puños frunciéndose inconscientemente alrededor del colgante. Lewis pensó que unos ojos tan bonitos como los de Sebastian no deberían jamás expresar enojo.

—Pues... sin duda es hermoso. El simbolismo, el diseño de los collares... Espero que, algún día encuentres a alguien digno de usarlo.- dijo correspondiendo la mirada, a su vez que le tomaba la mano para depositar suavemente el candado en ella.

—Tú no crees... que debería tirarlos?- El rubio negó.

—Claro que no. Sé que hay personas que deciden arrojar efectos sentimentales al rio o a la nieve, pero no creo que esto sea lo correcto, Lewis. Estos representan a las almas gemelas, si la persona que usó esto antes no lo era, no culpes al collar. El destino pondrá a la persona indicada en tu camino, estoy seguro.

Love in the Mountains (A place to find happiness)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora