XVII

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Casi una semana pasaba luego de la increíble pijamada que el grupo de siete amigos había tenido. Comieron dulces, jugaron a Verdad o Reto y se quedaron hablando unas cuantas horas hasta que el sueño les gano, haciendo creer a Josephine Barry que nada de lo que ella les prohibió había sido ejecutado. 

Todos estaban muy felices por aquel resultado, y Anne sin lugar a dudas también lo estaba, pero la incógnita desde que su reto fue aceptado se mantuvo en su cabeza por unos largos ratos. 

Era extraño, la misma lapicera, la misma letra, hasta el mismo detalle del corazón, era Gilbert sin siquiera tener que preguntárselo dos veces, pero seguía siendo raro... 

Es decir... ¿Gilbert? ¿El último chico que conoció en todo el grupo de amigos porque tenía problemas con su padre y al que le contó su problema con toda la confianza porque parecía que lo conocía desde toda la vida? ¿Ese Gilbert era su alma gemela?

El chico de ojos avellana no le gustaba, no estaba enamorada de él ni él de ella, no tenía demasiado sentido a decir verdad.

Ya estaban en el día de la feria y debería verlo nuevamente, en la escuela solían hablar demasiado poco por temas de conducta en el salón y la regla que les prohibía hablar a mitad de clase, pero esta vez tendría que hacerlo devuelta.

Y para colmo, su cumpleaños atrasado que Diana le había prometido.

Le había gustado la idea al comienzo, pero ahora que lo pensaba, ¿Ser el centro de atención durante todo un día entero? ¿Así eran los cumpleaños? Era raro y bastante incómodo. 

Y mucho más para ella, quién ni en un su cumpleaños recibía el mínimo de atención.

Recién despertaba gracias a los fuertes gritos de Marilla desde la planta baja. Se encontraba haciendo sus increíbles buñuelos, que casi todo el pueblo ya había probado, para la competencia de comida en la Feria y poder deslumbrar a los jueces, otra vez.

Por otra parte, Matthew se encontraba en sus cultivos tratando de sacar el rábano que hace meses había preparado para esta ocasión. En la Feria del Condado había muchos concursos, aparte del de la cocina y los juegos ocasionales, el Señor Cuthbert siempre participaba para que su rábano sea el más grande, pero casi siempre Thomas Lynde suele ganarle con su lechuga de tamaño bastante anormal. 

La pelirroja se había propuesto aprovechar su día y participar en el de la cocina junto a Marilla. Mary le había dado una receta para que su pastel gane (según ella) y no dudó en querer hacerla, es por eso que se levantó tan rápido como pudo luego de escuchar a Marilla llamarla. 

En la casa de los Lacroix pasaba algo similar. Mientras Mary terminaba de hornear su postre para el concurso, Bash tejía unos pequeños zapatos con lana amarilla para su primer hija.

Si, faltaban bastantes meses, pero estaba demasiado emocionado.

Mientras tanto, Gilbert lidiaba en elegir alguna camisa. No era una ocasión bastante formal a decir verdad, las mujeres siempre elegían sus mejores vestidos y los hombres unos trajes formales, pero hoy no era solo la feria, sino que el cumpleaños de Anne también se festejaba.

Le había comprado un colgante en Charlottetown. Con su padrino habían ido a hacer la compra de ingredientes que Mary les había pedido y, aprovechando la ocasión, con sus ahorros que algunas personas le dieron en su cumpleaños pudo obtener algo, claro con la burla de Bash durante todo el viaje desde que vio lo que su "sobrino" había comprado. 

―Solo elije una, nunca te arreglas demasiado  ―Le comentó el isleño sin quitar la vista de sus, casi terminados, zapatos. 

El pelinegro lo pensó nuevamente. Estaba probándose la que, según él, no era lo suficiente blanca, así que se decidió.

𝗥𝗢𝗝𝗢 𝗬 𝗔𝗭𝗨𝗟 | Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora