VI

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La Anne Shirley de hace unos tres años hubiese empezado a hablar sin parar con aquel hombre que la llevaba a su nuevo hogar, pero ahora simplemente admiraba la vista desde la ventanilla del automóvil mientras que Matthew Cuthbert de vez en cuando giraba su cabeza para mirarla y tratar de sacar algún tema de conversación.

Cosa que no podía ya que no sabía de qué tema hablar.

Qué se supone que le debes decir a tu nueva hija adoptada cuando la acabas de sacar del orfanato? 

 ⎯Te... llevabas mal con la señora Hammond?  ⎯empezó a hablar torpemente sobre lo que vió antes de salir del establecimiento, haciendo que la pelirroja gire su mirada a él y empiece a explicar con calma.

 ⎯Bueno.. no le caía muy bien que digamos..  ⎯ahogó una risa sarcástica  ⎯Pasé mi vida allí y casi nunca pude lograr tener un buen trato con ella a decir verdad. 

 ⎯Toda tu vida?  ⎯preguntó el mayor con un levantamiento de cejas ⎯Desde hace cuánto estás allí?

 ⎯Desde los tres años  ⎯suspiró con melancolía  ⎯Hace trece años llegué para ser más específica numéricamente, pero no recuerdo demasiado mis años anteriores en donde la pasaba con mis padres, nunca tuve mucha información sobre las personas que me dieron la vida, solo me dijeron que murieron por causas naturales pero sigo sin estar convencida del todo sobre ello.  ⎯terminó de hablar para seguir admirando el sol de la mañana.

Matthew se sorprendió sobre aquellos datos que le brindaba la adolescente de dieciséis años, cuando la vio por primera vez en el despacho de la directora la pudo detectar como una chica feliz o divertida, pero era una pena que no tuviera familia para compartir aquello que pocos tienen.

 ⎯Entonces.. nunca te adoptaron?

 ⎯Bueno.. no realmente, con mis compañeras de cuarto nunca fuimos elegidas para salir de allí, son las primeras personas que lo hacen y en serio se los agradezco, no saben de la que me salvaron.  ⎯terminó de explicar con una sonrisa sincera, la cual fue devuelta con una encogida de hombros por parte del mayor, haciéndole saber que no era nada.

Él no lo sabía, pero sí, la salvaron.

La parte siguiente del transcurso sucedió en silencio, pero ambos sabiendo que podrían llevarse bien. Para el otro, la persona que tenían al lado era bastante simpática, y con el tiempo y un poquito más de confianza, podrían conversar de más temas.

El camino hasta su destino era cada vez más corto, y los paisajes que brindaba éste eran un paraíso a vista de la pelirroja tan asombrada con aquellos. Matthew miraba cómo, cuando llegaron a 'La Avenida', la pecosa abrió su ventanilla para acariciar las hojas de los cerezos que cerca de ella se encontraban, y aquella acción lo hizo sonreír.

Al pasar por la 'Laguna Barry' sucedió lo mismo, aquella agua cristalina y limpia que se veía era simplemente hermosa. La pelirroja pudo detectar a unos chicos bañándose en ella, siete para ser exactos, y eso hizo que su sonrisa aumentara más.

Parecían amigables. 

Al ver hacia donde apartaba su mirada, Matthew le decidió contar sobre esos niños, era tan frecuentes verlos caminando o alrededor de su pueblo que casi todos los conocían, aparte del detalle que sus padres también eran bastantes conocidos.

 ⎯Van a la escuela de Avonlea, la más conocida.  ⎯Anne dirigió su mirada a él tratando de entender a qué se refería  ⎯Aquellos niños que juegan en la laguna Barry son conocidos por aquí, son un grupo de amigos bastante divertido y amigable: Diana Barry, Ruby Gillis, Jane Andrews, Moody Spurgeon, Cole Mackenzie, Jerry Baynard y Gilbert Blythe ⎯Los nombró en una velocidad bastante fluída y sin trabarse aún mirando hacia la carretera.

𝗥𝗢𝗝𝗢 𝗬 𝗔𝗭𝗨𝗟 | Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora