𝗥𝗢𝗝𝗢 𝗬 𝗔𝗭𝗨𝗟 | Shirbert [✓]

XVIII

―Se ven muy tiernos ―Opinó Ruby viendo enamorada a la pareja que se encontraba bastante feliz ganándose las miradas de todos. 

¿Estaban espiando a Anne y Gilbert? Si.

En su defensa, Gilbert no fue demasiado disimulado a la hora de llevarse a su amiga de la mano mientras estaba con ellos. 

―¿No te molesta? ―Preguntó preocupada Jane, quién miraba feliz al pelinegro junto a la pelirroja pero tenía miedo de la reacción de su mejor amiga. 

―¿Por qué lo estaría? ―Recorrió a todos con la mirada y entendió ―No se preocupen, superé a Gilbert desde que me enteré que tenía alma gemela, no tenía sentido seguir así. 

Un suspiro sanador salió de la boca de todos y siguieron con su vista mientras estaban detrás de la carpa, todos asomados en una fila de menor a mayor donde Ruby estaba abajo y Jerry arriba, pero en el fallo de asomarse para ver mejor, el más alto hizo que todos cayeran uno encima del otro y rompieran el abrazo que los amigos se estaban dando a unos metros de ellos. 

Solo les recomiendo que no se dediquen a ser espías.

―¿Chicos? ¿Están bien? ―Fue lo primero que dijo Anne al ver a todos sus amigos desparramados en el suelo como si de una montaña de hojas de los árboles en otoño se tratase.

―¿Espiaban?  ―Fue lo que dijo esta vez Gilbert, aunque ayudando a sus amigos a levantarse al mismo tiempo. 

―Nosotros solo queríamos avisarles que el baile está por comenzar, y como no los encontrábamos decidimos juntarnos a buscarlos ―Mintió perfectamente Diana, generando sorpresa entre los demás presentes cómplices al primer plan. 

"Dashing White Sergeant" era una canción tradicional en la feria del pueblo. Las personas se formaban en grupos de a seis al azar para poder disfrutar de la danza, y vaya que la disfrutaban.

Todos se sabían la coreografía de la canción, si no lo hacías seguro era porque eras nuevo en el pequeño pueblo de Avonlea, porque no había otra razón para que no te lo sepas. 

En el caso de Anne, sus amigos se la habían enseñado en la pijamada en la casa de la Tía Jo, era otra de las cosas las cuales hicieron por estar tan emocionados por el icónico día. Mientras ella miraba, Moody tocaba despacio el banjo que en la casa de la mujer guardaba, era algo preciado para él y la mansión de la señora Barry era un lugar seguro para protegerlo. 

En fin, dejando que las cuerdas se tensaran y vibraran levemente lejos de las habitaciones ocupadas, los seis chicos se ofrecieron a bailarla, y Anne contenía sus ganas de reírse ante algunos pasos bastantes exagerados que su amiga Jane hacía apropósito. 

Varias veces sus ojos habían quedado viendo al pelinegro que entre Diana y Jane se situaba, había que admitir que era un buen bailarín aunque no era necesario bailar tan formalmente. 

Su cabello ruloso, su mirada penetrante, hasta sus cejas se movían de arriba a abajo de vez en cuando, eso solo lograba distraer más a la pelirroja, quién se dio cuenta de eso cuando la castaña Andrews la sacudió por los hombros ganándose un regaño por parte de Cole y aún no podía quitar ese momento vergonzoso donde sus mejillas ardían y su mirada había bajado de su mente. 

Aceptando el brazo de Diana, todo el grupo se fue al salón donde la música se escuchaba, para que una vez que estaban dentro, se dieran cuenta de la cantidad de gente que había venido a tal día festivo. 

Había banderines colgando y una banda tocando, en ese momento fue cuando Moody se disculpó con sus amigos para avisarles que debía ir al escenario a tocar con los músicos, haciendo que todos le dieran una sonrisa comprensiva y él pudiera buscar su instrumento para participar.