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Había sido realmente un día abrumador. Las cosas iban de mal en peor: La reputación de Josie estaba siendo un asco en todo el pueblo, los padres de Billy querían buscar familias de algunas chicas en Charlottetown que estén dispuestas a casar a su hija con el rubio, y Anne no tenía ganas de salir ni siquiera al granero. 

Diana y Ruby se preocuparon al ver el carro de Matthew en la escuela mientras la pelirroja bajaba con cierto temor mientras agarraba su bolso con fuerza, usualmente ella iba caminando y no tenía problema con ello, es más, la pelirroja siempre comentaba que deberían de caminar más y dejar a un lado los vehículos a motor, de esa forma se apreciaría más la naturaleza que los rodea. 

Aparte, también la esperaron en el lago de aguas relucientes junto a la otra parte del grupo, pero tampoco querían atrasarse en asistir a la primera hora de un lunes. 

Se podría decir que Gilbert se veía muchísimo más preocupado. Diana lo estaba, pero no tanto, sabía que a veces su mejor amiga se despistaba con la cosa más mínima que encontraba a su costado, pero el pelinegro se preocupó mucho más desde lo ocurrido el día sábado. 

La actitud de Billy Andrews simplemente fue inaceptable, desagradable, y con toda la sinceridad del mundo, no debería llamarse ser humano. Las consecuencias no fueron para nada justas, y la reputación de él seguía divagando como si nada hubiese ocurrido, cuando las cosas iban de mal en peor. 

―Ahí viene Anne  ―había susurrado la pequeña rubia, y en su voz se notaba que la emoción que sentía usualmente al ver de vuelta sus amigos, no había hecho presencia en estos momentos. 

Una vez la pecosa bajó de el vehículo y terminó de saludar a su padre, se acercó tímidamente al grupo de amigos que la esperaban a un costado de la escuela, de donde se escuchó un suspiro aliviado por parte del azabache más alto. 

―¿Por qué no viniste caminando con nosotros? ―preguntó preocupada su mejor amiga, quién fue la primera que habló, esperando la respuesta de la duda que tuvo el grupo completo durante todo el día. 

Ella se mordió el labio nerviosamente. Le había rogado a Matthew que la llevara en su coche, pues al principio puso una excusa que cualquiera se creería como lo es el "Debo entrar más temprano, tengo clases extra", pero los Cuthbert no eran tontos, y sabían que la bicicleta de la pelirroja estaba intacta como para que no la utilice, haciendo que no le quedara otra que pedirle a por favores y de rodillas que lo lleve él, pero sin ninguna explicación ni por qué

Una mano entrelazando la suya interrumpió su mente llena de excusas para decir, levantando así la vista y encontrándose al pelinegro que últimamente le había robado más de un suspiro hace ya unas semanas. 

―¿Te encuentras bien? ―formuló en el mismo tono preocupado en el que Diana lo había hecho.

―Si...  ―contestó perdida en sus ojos, saliendo del trance luego de pestañear unas cuantas veces y alejar su vista de aquel encantador rostro que tenía a unos diez centímetros de distancia y capaz unos siete de altura. ―Si, ¿por qué lo dicen?

Si supieras...

Entre las seis personas que había, excluyéndola, se miraron nerviosamente tratando de que logren comunicarse sin hablar, y al parecer todos estaban pensando lo mismo, solo que no sabían como sacar las palabras de su boca.

 ―Dile tú  ―dijo al fin Cole, dirigiéndose a Diana, haciendo que Anne frunza el ceño. 

―¿Por qué yo? No puedo, Gilbert.  ―Contestó ella. 

Antes de que pueda abrir su boca, la pelirroja lo miró severamente ―Dime que está pasando. 

Y otra vez interrumpiendo sus palabras, un grito hizo presencia detrás de ellos, que al girar sus cabezas, pudieron ver a una rubia alta acercándose a, directamente, la pelirroja. 

𝗥𝗢𝗝𝗢 𝗬 𝗔𝗭𝗨𝗟 | Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora