XI

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El día avanzó y, con él, más dudas se situaban en la cabeza de la pelirroja. 

Más bien, miedos.

Al ver a Gilbert escribir sobre su brazo, discretamente movió el suyo para poder verificar si era cierto lo que sospechaba.

Pero nada apareció.

Sin ninguna razón, Anne suspiró y largó todo su aire contenido que había agarrado al pensar aquellas ideas, hasta que le tocó a ella responder las preguntas.

 ―Y tú Anne? Qué fue lo que te contestó desde la última vez?  ―preguntó Cole haciendo que todas las cabezas giren hacia ella y confundieran a Gilbert.

 ―Última vez? Ya hablaste con tu alma gemela?  ―preguntó con su icónicas cejas juntas haciendo que su ceño se frunza.

 ―Cuando vos no te encontrabas, Anne recorrió el camino a nuestras casas con nosotros y le contestó  ―explicó con su característica formalidad Diana.

 ―Hasta le dibujé un corazón!  ―exclamó chillona Ruby.

No puede ser  pensó Gilbert.

Mary, como todos los sábados, inauguró el karaoke mediante el micrófono interrumpiendo aquella charla de los chicos y los extraños pensamientos de Gilbert haciendo que, ahora, tengan más entusiasmo por cantar que por preocuparse de las almas gemelas de los demás.

 ―Nos toca!  ―gritó Moody haciendo que Mary levante su pulgar en señal de aprobación.

 ―Pero yo quería que.. que Anne cante con nosotras  ―Si alguien podía verse adorable casi que llorando era Ruby.

Y si alguien lo convencía a Moody, era ella también.

 ―Qué? Nono, yo estoy bien aquí, vayan chicos  ―intentó convencerlos la pecosa, pero aún así fue intento fallido. 

Ni ella misma sabía que hacía parada frente a personas con un micrófono en la mano aún no-lista para cantar, pero la música sonó y no le quedó otra opción más que ¿dejarse llevar?

Por suerte para las chicas, los micrófonos eran justo los necesarios para que las cuatro cantasen. Siendo Diana la primera en empezar y dejando la segunda estrofa a Anne, quién hasta sorprendentemente para ella, las cosasa salieron bien.

Luegos de algunos bailes raros por parte de las cuatro y aplausos por parte del público presente (sin contar los chiflidos de los cuatro chicos que emocionados y divertidos veían aquel show haciendo conocer su lado fan) la canción terminó siendo aplaudida completamente por todos.

La vergüenza de Anne se fue enseguida al ver como nadie la miraba con desprecio como en toda su vida lo hicieron. Las sonrisas y aplausos la hacían sentir segura a la hora de mostrarse libremente frente a gente desconocida sin la necesidad de sentirse vulnerable.

 ―Quién sigue?  ―preguntó alegre la pecosa llegando a la mesa.

Vaya que si estaba contenta.

 ―Moody! Puedes ir si quieres  ―le recomendó Jane también con un poco de alegría luego del "show". Cantar le gustaba bastante.

 ―Yo creo que a Gilbert le falta ir, necesito música para mis oídos señor!  ―le ordenó en tono de broma haciendo que los de la mesa rieran incluído el azabache, pero aún así le siguió el juego.

𝗥𝗢𝗝𝗢 𝗬 𝗔𝗭𝗨𝗟 | Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora