17.- El reino de la obsidiana

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Max se encontraba entre el consciente y el inconsciente, el dolor de sus huesos y el cansancio era demoledor. Pero al menos estaba vivo ¿no?, eso significaba que lo habían logrado, o al menos, eso esperaba. Se movió entre quejidos y lloriqueos de lamentos, y Nadira saltó enseguida para atenderlo. El brujo estaba con alta temperatura todo el tiempo, nadie había logrado bajarla. Nadira cambió otro paño húmedo sobre su frente y susurró algunas palabras consoladoras. No sabía si pudiera escucharla pero esperaba que en el fondo si, y que eso lo haría sentir más tranquilo.

Ya habían pasado dos días de difíciles caminatas entre el espeso bosque, se programaba que en tres días más iban a llegar a su destino. La sanadora se encontraba tranquila, ya que su último pendiente era Max, que seguía sin mejorar. Ya los demás heridos se encontraban estables y mejorando, por suerte todos los hombres de Balder sanaban de una manera muy rápida, y ya la mayoría se encontraba en pie caminado con el resto.

Balder y ella no habían compartido palabra alguna desde el suceso, ambos se encontraban metidos en sus asuntos. Y sobre todo el lord, que velaba por el bienestar de todos y parecía que no descansaba ni un minuto. Solo Nadira sabía que a media noche él iba a acostarse a su lado, mientras que ella dormía Balder la envolvió en brazos y le daba pequeños besos antes que el sueño los envolviera a ambos.

Solo faltaba un día de camino, a lo lejos se veían las puntas de las altas torres del castillo y la enorme ciudad que lo rodeaba. En el fondo el lugar era bellamente aterrador: un castillos totalmente negro como la mayoría del resto de las edificaciones, que estaba rodeado de barda inmensamente alta. Pero lo más impresionante de todo es que a su alrededor corría un río de lava que humeaba y burbujeaba sin cesar. Este era el lugar y el origen de la magia negra, y del temible poder que todo nacido en el reino poseía. Nadira se estremeció tan solo al pensar que clase de criaturas podían vivir ahí, y peor aún: lo que eran capaces de hacer.

Acercándose al lugar , pudo observar que la roca negra con la que estaba construido todo el lugar era brillante, sumamente pulida y con unas formas impresionantes, la arquitectura era simple pero el tamaño de la misma era lo que quitaba el aliento.

Al anochecer por fin entraron al reino de la obsidiana, y la sorpresa enmarcaba los rostros que nunca habían estado en ese lugar. Adentro, entre las calles, estaban plantados grandes jardines, pero ninguna de sus plantas era verde. En realidad la mayoría de los grandes arbustos, árboles, y las preciosas enredaderas eran blancas brillantes, que formaban un contraste espectacular con los edificios y calles negras, otras eran rojas, desde los tallos hasta sus flores, había hasta moradas, azules, rosas, amarillas que parecían oro, pero ninguna verde, como si lo borraron de la paleta del creador a la hora de formar ese reino.

Las plantas eran los únicos toques de color que habían en la ciudad y lo hacia tan única y mágica que costaba respirar. Dentro del gran palacio, la gente los recibió con aplausos y esperanza, pero las malas noticias y las advertencias sobre el profundo mar, borraron enseguida los buenos ánimos. La gran ciudad se sumergió en un gran silencio como si la pena restringiera cualquier sonido, y la tristeza golpeaba los corazones de los habitantes hasta destruirlos totalmente cuando la piedra que había perdido a su portador, fue entregada a su dueño original.

Dentro de este reino se acostumbraba vestir de tonalidades oscuras, casi negras, otros días al lord le hubiera parecido lo más común del mundo pero esta vez, la oscuridad de la ciudad y su gente se palpaba afuera de sus colores, volaba entre ellos y cubría cada parte. Balder, esperando lo peor: mandó a prepararse a sus soldados, en caso de que un motín se levantase estar preparados y evitar todo daño posible. Lo último que necesitaba en este momento era una guerra civil dentro de su reino. Con miedo y cautela, el lord anunció que este año, después de miles de espera, él había encontrado a su compañera, una sanadora del otro reino que esperaba presentarles pronto.

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