5.- El inicio del caos

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El ligero viento de la mañana movía las cortinas blancas haciendo que estas mostraran un pausado baile de rayos de sol dentro de los aposentos. Pero Igor se dio cuenta que no era eso lo que lo estaba despertando. Los fuertes golpes provenían de la puerta de la entrada retumbaban por toda la habitación. Esto era el colmo, con pesadez el señor del zafiro se levantó esquivando los desnudos cuerpos de las cortesanas y abrió la puerta para nada más y nada menos que: Max. 

-Vístete, nadie quiere ver tus desgracias- ese fue el saludo para su señor.

-¿si las mías son desgracias entonces las tuyas son miserias?- igor lo miró con picardía mientras se apoyaba en la puerta.

-No es tiempo para hablar de mis perfecciones, tienes 10 minutos para vestirte.-

-¿enserio? ¿Por qué tanta prisa?

-Te explico en el camino, muévete.

-Y si mal no lo recuerdo yo soy el que da las órdenes.

Sabía perfectamente si Max estaba así de insoportable es que la cosa estaba seria. Igor se puso lo primero que se encontró dentro de los baúles de sus ropas, para atender lo que sea que su mejor amigo y su ejecutor principal quería mostrar. Se lavó el rostro y se fijó en su reflejo que parecía profundamente descansado y su ánimo estaba increíble cuando en realidad debía de haber tenido una resaca de lo peor, vaya nochecita. Cuando salió del cuarto de aseo Max ya se encontraba solo, debió de haber corrido a las hermosas mujeres.

-¿y dónde va a ser nuestra cita romántica?

-En la galería de arte

-Que emocionante...

Otros fuertes golpes interrumpieron su plática. Max se apresuró a abrir la puerta e indicó a que Igor lo siguiera. Ambos hombres salieron a los pasillos del palacio.

-Mi lord, este es capitán Dante, nos guiará a la sala. Capitán le presento a Igor Romanov Estuardo, Señor del Zafiro.

Dante dio una leve reverencia y contestó: -Es un honor – los tres se dirigieron por los largos pasillos. Max paro para enseñarle a Igor el primer cuadro con el símbolo que él había notado. Afortunadamente el hechizo no funcionaba sobre ellos y Max recordaba todo a la perfección. Su señor observó con atención la ruina y la cara de la joven; ella era verdaderamente hermosa, pero el símbolo, magia oscura y antigua: no era nada bonito.

Llegando a la espaciosa sala repleta de cuadros, Max llevó a su señor al lienzo del árbol genealógico de la familia, mostrando lo que él había visto. A continuación le pidió a Dante que trajera a uno de sus hombres de más confianzas. El comandante no entendía a que iba todo esto, pero obedeció por pura curiosidad, en 15 minutos trajo a uno de sus mejores amigos, he hizo las respectivas presentaciones. Max, impaciente, los interrumpió y pidió a ambos jóvenes que describieran lo que estaban viendo.

-A nuestro rey señor tal cual lo conocemos- los dos soldados afirmaron lo mismo.

El asombro de Igor fue evidente, les pido detalle, si veían un símbolo extraño o representativo de Antick. Tanto como el comandante como el joven soldado negaron, después de haber mirado el cuadro detenidamente.

Max estaba pendiente del movimiento al exterior de la sala, mientras que su señor seguía con el interrogatorio. El movimiento por esos pasillos era escaso, había comentado Dante, pero Max no se quería arriesgar, el turno de guardia del capitán acaba en unos pocos minutos y pronto vendría alguien más a patrullar los largos pasillos. De reojo vio como Igor se agachaba en la esquina del gran lienzo y pasaba su mano por la esquina del piso.

-¿Cuánto tiempo tenemos?- la fuerte voz de Igor dio pequeños ecos en la sala.

-8 minutos- contestó el capitán.

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