6.- El agua que purifica

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Afuera del castillo, el río que cruzaba la ciudad se desbordó totalmente, ya desde ahorita se veían varias casas inundadas. Todos los hombres visitantes se encontraban sacando gente de las áreas dañadas y salvando a todos los que pudieran. Las personas corría lejos del agua sin parar. Los hombres del Bálder aseguraron todas las piedras de inmediato y comenzaron a ayudar en las casas dañadas. El señor de la obsidiana sabía que Nadira estaría cerca de la fila para las piedras preciosa la cual estaba justo pegada al río y la preocupación lo lleno. El lord envió una onda de su poder buscándola pero esta rebotó con el agua, ya con la desesperación al tope, corrió por todas las calles cruzándose con gente y seguía mandando la onda en todas las direcciones posibles. La ciudad era un caos, varias veces levantó a personas tiradas siendo pisadas por las corrientes de pánico de la gente que no se detenía por nada y si esto seguía: la multitud se iba a llevar más vidas que el agua.

Y así fue, cuando llegó el momento de contar los heridos, muertos y sus causas la multitud se había llevado 23 vidas mientras que el agua solo dos y ambos fueron niños que se quedaron atrapados dentro de las casas inundadas. Los lamentos se escuchaban por toda las calles, el agua ya había bajado a sus niveles normales y los aldeanos verificaban los daños que el agua había ocasionado. Bálder seguía buscando a Nadira, su desesperación era extrema, sus hombres seguían buscando cuerpos o heridos y aun nadie le había ratificado de encontrarla. El lord paró en seco, en una de las plazas mayores alejadas del río, había dos curanderas que atendían a todos los heridos, y una de ellas era Nadira, al fin Bálder pudo respirar, se apoyó en la pared calmando el pánico y después de unos minutos se acercó a ella. La curandera estaba en medio de sus hombres mandado a que estos le trajeran cosas junto a Gaspar desde su casa, otros acomodaban a los heridos para que ella pudiera atenderlos inmediatamente. Era evidente que tenía controlada la situación, una reina así no sería nada mal.

Dentro del castillo los muertos habían doblado los números por mucho, los largos y estrechos pasillos no ayudaron nada a mantener la calma ni a salir a toda la multitud en pánico. El agua fue mucho más feroz dentro de las paredes que afuera, la planta baja quedó totalmente destruida, Cashin un soldado joven fue la única baja en las filas de los hombres de los visitantes, sus compañeros al igual que su lord, el señor de rubí, se encargaron de embalsamar su cuerpo y darle los honores merecidos cuando lleguen a casa. La pérdida impactó a todos los lords, sus hombres estaban entrenados para cualquiera de estas situaciones y más. La muerte de Cashin parecía que fuera solo por agua lo cual era muy poco creíble, lo extraño es que todas sus armas habían desaparecido y el joven no se había visto entre sus colegas desde el día anterior por la noche. Era normal que los soldados se fueran por las noches perdiéndose en las faldas de alguna mujer pero regresaban al amanecer, era la condición a cumplir para obtener estas libertades. Pero esto no pintaba a ser una desvelada normal, los guerreros del rubí iniciaron la investigación.

El castillo contaba con sus propios curanderos, que estaban en pánico por la cantidad de heridos. Los cuerpos tenían que ser sacado de inmediatamente, antes que la peste toque las puertas del reino. Las torres caídas no presenciaban una amenaza aún, pero era importante verificar todo el daño del castillo para evitar posibles derrumbes.

Igor, Max y Dante junto a la mujer permanecían dentro de los aposentos del lord. La mujer aún no había recuperado la conciencia y dormitaba en la cama de la habitación.

-Tenemos que traer a una mujer para que trate con ella, dudo que se sintiera cómoda con alguno de los tres.- Igor sabía que Max tenía razón y mejor sería que esta mujer fuese curandera.-

-¿alguien de confianza capitán?- preguntó el lord.

-Tendría que ver, sé que nadie del castillo es de fiar, tendría que traer alguien de afuera, lo cual no sería fácil sin ser notado. A la única que confiaría es a la curandera del pueblo pero tendría que esperar.-

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