-Me llamo Sonia, no Sandra- el tal Joaquín se sienta en frente con una sonrisa.
-Acabo de ver en tu ordenador que te llamas Sandra, entiendo que no me lo dijeras, no me conoces de nada.
-Ya, bueno- Sandra empieza a recoger las cosas.
-¿Por qué huyes de mí?- dice cuando ya ha terminado de recoger.
-Porque no suelo fiarme de los desconocidos que me siguen hasta casa - se levanta y sale corriendo de allí.
No sabe dónde ir, el chico sale detrás de ella y la mira sujetando la puerta, empieza a correr, sus pies saben dónde va, pero ella no. Se sorprende parando delante de donde trabaja Pablo. Sin pensarlo dos veces entra en el edificio y mira a todos lados, no hay nadie, solo una mujer detrás de un mostrador. Antes de acercarse mira bien el lugar, las paredes son de mármol oscuro, hay macetas y unos sillones. El mostrador es de madera, muy bonito, se acerca y pregunta a la chica por Pablo. Le dice que espere y lo llama, cuando cuelga el teléfono le pide que le acompañe y la sigue hasta un ascensor. Montan en silencio y la chica, de unos veintiocho años, con una coleta y muy bien vestida, le da al botón del piso décimo. Parece que pasan años gracias a ese silencio tan incómodo y por fin se abre la puerta.
Cuando salen le dice que se siente a esperar en los sillones hasta que Pablo pueda salir, porque está en una reunión. Cuando se va ve a otra chica en otro mostrador, este piso es mucho más claro, respecto al color de las paredes. En la camisa de la chica pone Susana, le pregunta si hay WI-FI y conecta el Internet.
Puede pasar una hora, aunque casi no se entera porque se le pasa bastante rápido, cuando salen de la puerta de su derecha hombres y mujeres enchaquetados que se dan la mano y hablan animadamente. El último en salir es Pablo, cuando la ve su cara se ilumina y una sonrisa aparece en su cara. Termina de despedirse y se acerca a ella.
-¿Qué haces aquí, preciosa?- se inclina y le da un beso.
-¿Preciosa?- sonríe mientras guarda el ordenador.
-Sí, lo eres, ¿no te lo puedo decir?- Sandra se echa a reír y pone los ojos en blanco- ¿Qué haces aquí?- dice mirando su reloj- Todavía son las doce.
-Me he encontrado con el chico que me persiguió, ha visto en mi ordenador cómo me llamo en realidad, sabe que le mentí. En cuanto lo he visto he salido pitando hacia aquí, no sabía adónde ir- Pablo se pone completamente serio y aprieta los puños.
-Has estado en el McDonald's, ¿no?
-Pablo, no vayas, no merece la pena.
-Esta vez no, Sandra, descríbemelo.
-Pablo...- intenta calmarlo pero no lo consigue- Vale, es un poco más alto que tú, menos musculoso, con el pelo largo, agarrado con una cinta hacia atrás, moreno oscuro, de piel blanca, iba vestido con una camiseta negra y unos vaqueros.
-Ven- abre una puerta que está enfrente de la que acaba de salir y cuando entra ve un despacho muy bien decorado-, éste es mi despacho, quédate aquí, ahora vengo- No deja que Sandra pueda rechistar, sale del despacho y cierra la puerta tras de sí.
Sandra se sienta y enciende el ordenador, no quiere pensar en lo que puede pasar, solo espera que no le pase nada a Pablo. Cuando pasa media hora se empieza a poner nerviosa, pero por fin se abre la puerta. Al otro lado aparece Pablo con el labio roto, la camisa abierta hasta el pecho, la corbata en la mano y la chaqueta caída de un hombro. Al verla sonríe victorioso, pero ella se levanta preocupada, le abrocha la camisa, le anuda la corbata y le coloca bien la chaqueta.
-Muchas gracias, ahora tengo que curarme esto- dice señalando su labio-. Tengo reunión a la una, después nos vamos a comer.
-Y me cuentas qué ha pasado, ¿no?- dice observando mientras Pablo busca un botiquín. Él solo asiente y saca una caja.
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Antes de ti. [Completa] [Corrigiendo]
AçãoPablo pasea por la calle tranquilo cuando se encuentra con Sandra, una chica muy guapa, pero con cara de meterse en problemas. Aún así, Pablo se deja llevar por sus instintos y la deja vivir en su casa. Lo que él no sabes es que Sandra está en Madri...