-¿Mi... mi hermano?- dice Sandra extrañada.
-Sí, es nuestro hijo, por lo que es tu hermano.
-¿Por qué me dísteis y a él no? No tiene sentido.
-Nos entró el pánico, queríamos centrarnos en el trabajo y con un hijo íbamos a perder mucho tiempo. Cuando tuvimos a Joaquín, unos años después, nos dimos cuenta de que realmente perdimos tiempo, pero tiempo de ser felices, porque tener un hijo es lo mejor que hay.
-Sé que es un momento delicado, pero os recuerdo que mi hijo se ha ido, ha desaparecido- Megan le tiende una carta a Luis y la lee.
"Lo siento mucho, pero me voy. Ya habéis encontrado a la hija que soñábais, escritora y buenas notas en la carrera, la futura dueña de la editorial, creo que aquí sobro. Gracias por todo."
Arruga la carta y la tira a la papelera. Coge el teléfono y todos escuchan cómo habla con la policía, pero ellos le dicen que no pueden hacer nada, se ha ido porque él ha querido y ya es mayor de edad. Sandra traga saliva y sale de la sala sin decir nada. No tiene dónde ir, no confía en nadie, finalmente decide ir a su ático, sabe que allí la van a encontrar, pero sino, ¿dónde va a ir?
Pregunta por la línea de metro que llega hasta su casa, coge un mapa de las líneas, paga el billete y baja. Cuando llega el metro, sube y se sienta en el único asiento libre que hay. Un chico que hay al lado la mira y la sonríe, ella le sonríe de vuelta, aunque sea un poco raro. Tiene que hacer transbordo y cuando se sube en la otra línea el mismo chico de antes también entra. Este metro está más vacío y casi van los dos solos, pero aún así el chico se sienta a su lado.
-Parece que vamos al mismo lado- le dice sonriente.
-¿También te han enviado a ti a vigilarme?- suena más borde de lo que pretendía, pero los nervios pueden con ella.
-Eh, no, trabajo en la Castellana y... somos vecinos- le mira extrañado por su reacción-. Tú vives en el ático, yo justo debajo, hemos coincidido alguna vez- Sandra se pone roja de vergüenza cuando se da cuenta de que el chico tiene razón.
-Lo siento mucho, de verdad, no pretendía ser tan cortante, llevo un día de perros...
-No te preocupes- se ríe de una forma tan sincera que Sandra no puede remediar reírse con él-, todos tenemos un mal día, ahora llegas a casa y te relajas- ella asiente sonriente "ojalá sea así"-. Vives con tu novio, ¿verdad?
-Bueno, ahora ya no sé si es mi novio...
-Perdón por meterme donde no me llaman.
-No te preocupes... Él... me ha mentido y no sé si se lo voy a poder perdonar- una lágrima recorre su mejilla, pero el chico de al lado le tiende un pañuelo con una sonrisa que reconforta mucho a Sandra-. Por cierto, ¿cómo te llamas?
-Ah, sí, soy Mario- le da la mano presentándose.
-Como mi padre- si es que sigue siendo su padre, aunque es el que le ha cuidado siempre. Intenta sonreír, pero la voz le delata-. Yo soy Sandra.
La conversación es fluida hasta llegar al ascensor, cuando Mario va a salir le dice que si necesita cualquier cosa que le avise, aunque sea sal. Sandra no puede evitar reírse y una vez se cierra la puerta se queda con una sonrisa tonta. Entra en el piso y ve a Pablo en el salón, que en cuanto escucha la puerta se levanta para ir a recibirla, pero ella lo esquiva y se mete en la habitación, saca sus cosas y la lleva a la otra habitación con cama.
-¿No vamos a hablar de ello?- le pregunta Pablo siguiéndola de un lado a otro.
-Ahora mismo no quiero hablar de nada contigo.
-Por favor, Sandra...- le coge del brazo, pero ella tira bruscamente para que le suelte.
-Te he dicho que no quiero hablar- tiene los ojos inyectados en sangre de la rabia y de contener las lágrimas. Al verla así se aparta y deja que termine de cambiar las cosas sin decir nada.
Sandra se encierra en la habitación y Pablo hace lo mismo, se tira en la cama y piensa en todo lo ocurrido desde que se conocieron. "¿Por qué tuve que mentirle? Me he ganado yo solito perderla, pero en este tiempo se ha hecho tan importante para mí que no me puedo quedar con los brazos cruzados, tengo que arreglarlo." Se levanta, coge un folio y un bolígrafo y se pone a escribir, si no le escucha que por lo menos le lea. Cuando termina lo pasa por debajo de la puerta de la habitación en la que está Sandra, se levanta y pega su frente en la puerta.
-Por favor, leela- y se va.
Sandra se levanta y coge la carta cuando ha escuchado que Pablo se ha ido. Al principio se niega a leerla, pero la curiosidad se apodera de ella y se tumba en la cama a leerla.
"Tenía doce años cuando el psicólogo me diagnosticó que tenía un problema. Me dijeron que era bipolar y que debía tomarme las pastillas. De pequeño lo hice, cuando llegué a la universidad seguía tomándolas e iba muy bien, me ayudaban a controlar mi otro yo, pero cada vez que conocía a una chica y se enteraba salía huyendo. Me decían que no querían estar con un inestable mental, porque eso solo da problemas. Yo soy un problema para la gente. Cuando te conocí las había dejado de tomar, la gente no se acercaba a mí tomándolas, ¿para qué hacerlo? Pero cuando vi que te hacía mal empecé de nuevo y todo mejoró hasta que me viste. Después de eso, cuando me perdonaste y te dio igual, aún así querías estar conmigo, me di cuenta de que por eso no había funcionado con ninguna, tenía que ser contigo. Pero antes de que volvieras a hablarme Luis vino a mi despacho, me contó toda la verdad y yo quise ayudarle, creía que era lo mejor para ti, o por lo menos él me convenció de ello. Llegó tu hermana y me dijeron que ella también estaba en todo eso, antes de que me contaras qué os había pasado yo ya lo sabía y también sabía que ella había cambiado y, al igual que yo, ella pensaba que lo hacía por tu bien. Nunca pretendimos hacerte daño, todo era para que conocieras a tus padres y que consiguieras trabajar en la editorial, ser la dueña de ella algún día, es tu sueño, ¿no?
Siento haberte hecho daño, me he dado cuenta que lo que te duele a ti me duele a mí, porque te quiero, Sandra, como nunca he querido a nadie, y te necesito. Entendería que no quisieras volver a saber nada de mí, pero me mataría. Solo quería pedirte perdón, no sé si esta carta ayudará, pero si lo hace, por favor, vuelve conmigo a la habitación, no soy capaz de dormir sin ti. Sino sirve de nada me tendrás toda la noche despierto por si necesitas algo."
Sandra dobla la carta y la deja en la mesilla, "¿ahora qué hago?"
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Antes de ti. [Completa] [Corrigiendo]
AcciónPablo pasea por la calle tranquilo cuando se encuentra con Sandra, una chica muy guapa, pero con cara de meterse en problemas. Aún así, Pablo se deja llevar por sus instintos y la deja vivir en su casa. Lo que él no sabes es que Sandra está en Madri...