Pablo suelta todo el aire que ha contenido al ver la cara de Sandra, sonríe y se acerca a ella, pero en seguida su sonrisa desaparece. Detrás de ella hay dos hombres con pistolas, la empujan dentro de la habitación y cierran la puerta sin entrar ellos. Pablo intenta abrir la puerta, pero no lo consigue, Sandra se sienta en la cama, apoya los codos en sus piernas y hunde la cara en sus manos. Él se da por vencido y se sienta al lado de ella, le pasa el brazo por los hombros y la aprieta contra su pecho. No dicen nada, no son capaces y tampoco saben qué decir.
Pasan las horas y no aparece nadie, Pablo se levanta de vez en cuando para ver si han abierto la puerta, pero nada, es en vano. Sandra tiene la mirada perdida, se fue de casa, casi sin avisar y no sabe qué decirle a Pablo, ni cómo explicarse.
-Lo siento- dice por fin. Pablo se gira para mirarla y frunce el ceño-. Perdón por haberme ido así, pero me llegó un mensaje y te mencionaron, no podía dejar que fueran a por ti, pero irme no ha servido de nada- agacha la cabeza triste intentando tragarse las lágrimas.
-Sandra, lo entiendo, sólo querías protegerme- ella asiente tímida, Pablo se sienta a su lado y le sonríe-. No vuelvas a irte, yo tengo que protegerte a ti- Sandra traga saliva y fuerza una sonrisa-. ¿Cómo te han pillado?
-No me han pillado, me entregué yo, estoy cansada de jugar, yo solo quiero la verdad...
-¿Quieres saber la verdad?- Pablo traga saliva y ella asiente con el ceño fruncido- Yo puedo decirte algunas cosas.
Sandra abre los ojos como platos, "¿Qué? ¿Sabe algo?" Cuando se decide a preguntarle la puerta se abre y aparecen los dos hombres de antes, el más fuerte coge a Pablo y el otro a Sandra. Los conducen escaleras abajo y los meten en un coche destartalado, parece mentira que ese cacharro pueda ni siquiera funcionar. Los dos hombres hablan algo en el camino, pero ellos no se enteran de nada, sólo se miran nerviosos por lo que pueda pasar. Cuando el coche se para, miran por la ventanilla y ven la parte trasera de la editorial. Los hombres se bajan del coche y se cercioran de que no hay nadie. Después los sacan del coche y entran en la editorial. Montan en el ascensor y suben en silencio hasta el quinto piso. Al abrirse la puerta ven justo en frente una puerta de cristal, al otro lado está Luis sentado en una gran mesa y les mira con una sonrisa. Pasan la puerta y él se levanta para recibirles, se queda mirándoles y chasquea los dedos. Cuando hace eso otro hombre enchaquetado empuja a Lola dentro de la sala.
-Bueno, pues ya estamos todos- dice colocándose la corbata bien y apoyándose en la mesa-, ¿queréis decir algo?
-¿Qué nos vas a hacer?- pregunta Sandra completamente tranquila.
-Ay, cierto, que tú todavía no sabes nada- se acerca a ella y le acaricia la cara, pero Sandra la aparta con asco-. Cuando sepas las verdad no me tendrás tanto asco- dice con una sonrisa.
-Lo dudo mucho- él se pone serio y se aparta de ella.
-¿Con que esas tenemos? Vale, quieres saber la verdad, ¿cierto?
-Veo que las cazas al vuelo- Sandra le desafía con la mirada y él se ríe.
-La vas a saber, pero... la podrías haber sabido mucho antes.
-Sí, tendría que haber venido y haberte preguntado, ¿no?
-Oh... No, no bonita. Con que le hubieses preguntado a Pablo o a Lola te hubiera bastado- en ese momento Sandra siente como si se estuviera ahogando.
-¿Cómo?
-Ay, Sandra, debes aprender que no te puedes fiar de la gente, por mucho que parezca que nunca te van a ocultar nada... La confianza es una mierda, siempre hay alguien que hace lo que quiere con esa confianza.
-¡HABLA YA CLARO!
-Pablo, ¿se lo cuentas tú? - todos miran a Pablo y a él se le acelera la respiración - O tú, Lola- la miran a ella y traga saliva sin quitarle la mirada a Luis-. Pues nada, tendré que decirlo yo.
-Me da igual quién, pero que lo diga alguien ya.
-Querida Sandra- le dice Luis acercándose- te has fiado de dos personas que se han reído de ti como han querido, desde que Pablo empezó a trabajar en su empresa saben toda la verdad, los dos. Ambos me han ayudado a dar contigo, a que te llegaran los mensajes, las cartas, son los que me han dado la información de lo que ibas descubriendo, son los que me han ayudado a saber cuándo tenía que pararte los pies, cuándo llegaste tan lejos.
-No, no puede ser- no quiere mirar a ninguno de los dos, así que solo se centra en Luis-, ellos no han hecho eso, me quieres poner en su contra, pero no lo vas a conseguir.
-¿No me crees?- ella sólo niega con la cabeza- Que te lo digan ellos- le agarra la cara y la gira hacia Pablo para que lo mire-, vamos.
-Sandra... yo... - una lágrima cae por su mejilla y dice que no con la cabeza, no lo quiere creer- Lola y yo le hemos estado ayudando, lo que te ha dicho es verdad. Pero cuando te enviaron la pieza de ajedrez los llamé para decirles que no quería seguir con esto, lo siento...
-¡CÁLLATE!- grita Sandra sin dejar que termine de explicarse. Las lágrimas recorren su cara, los momentos con él pasan como una película y ahora todo empieza a cobrar sentido- ¡NO QUIERO SABER NADA DE TI, PABLO! ¡QUIERO QUE DESAPAREZCAS DE MI VIDA! Y tú- mira a Lola-, sabía que no podía confiar en ti.
-Lo hicimos por tu bien, esto no es todo lo que tienes que saber- le dice su hermana intentando parecer tranquila.
-Cierto, esto no es todo- Luis le mira sonriente y cruza los brazos.
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Antes de ti. [Completa] [Corrigiendo]
AcciónPablo pasea por la calle tranquilo cuando se encuentra con Sandra, una chica muy guapa, pero con cara de meterse en problemas. Aún así, Pablo se deja llevar por sus instintos y la deja vivir en su casa. Lo que él no sabes es que Sandra está en Madri...