Capítulo 8.

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Pablo sigue encima de Álvaro, le ha propinado dos puñetazos y ahora le agarra del cuello de la camisa. Sandra observa cómo el pecho de Pablo sube y baja más rápido de lo normal por su respiración acelerada. Sergio y Víctor se hacen un hueco entre la gente y cogen a Pablo para levantarlo. Mientras Sergio se lo lleva a la parte de abajo, Víctor levanta a Álvaro y lo entra en su habitación. La gente que estaba alrededor empieza a desperdigarse como si no hubiera pasado nada. María está hablando a Sandra, pero ésta no escucha nada, no puede dejar de pensar en los ojos llenos de furia de Pablo mientras pegaba al capullo ese, se notaba que estaba borracho. Sandra vuelve a la realidad cuando nota que María la coge del brazo y la agita.

-¡Sandra, Sandra! ¡Despierta, tenemos que bajar a por Pablo!- está asustada y tira de Sandra como puede- Esto es malo, muy malo, escúchame bien, por favor.

-Sí, dime, te escucho.

-Llévate a Pablo de aquí, cuando lleguéis a casa déjalo en su cuarto, abre el segundo cajón de su cómoda, saca unas pastillas azules y dale dos, ¿te vas a acordar?

-Sí, sí, no es tan difícil- Sandra pone los ojos en blanco y bajan corriendo las escaleras.

Buscan a Pablo, cuando lo encuentran María le dice algo al oído y Pablo pone mala cara, todavía tiene alterada la respiración y Sandra empieza a agobiarse, lo coge del brazo y tira de él hacia la puerta. Cuando consiguen llegar entre empujones la abre, pero aparece una mano con las uñas pintadas de rojo que vuelve a cerrarla. Los ojos de Sandra recorren el brazo hasta llegar a la cara de Celia.

-¿Ya os vais?- dice con media sonrisa- No, no, con Pablo así la fiesta va a ser mucho más divertida.

-¡Búscate otra diversión!- Sandra la empuja, Celia cae al suelo de culo, abre la puerta y salen del piso bajando las escaleras corriendo. Escucha a Celia gritar algo, pero hace caso omiso.

Pablo la guía hasta el coche, cuando dice que conduce ella él se niega, pero al final le da las llaves, no sin una mirada de asesino. Se montan y enciende el coche, "Shelter" de Birdy suena en la radio, es una canción que relaja mucho a Sandra, pero Pablo sigue con la respiración agitada, aunque menos que antes. Pone el GPS en el móvil ya que todavía no sabe llegar al piso sola y conduce hasta allí algo rápida. Aparca donde puede y arrastra a Pablo hasta la puerta, saca las llaves e intenta abrir, pero las manos le tiemblan demasiado y no es capaz de que entre. Pablo le agarra la mano y la mira, aunque él esté más agitado que ella eso la tranquiliza mucho y consigue abrir la puerta. Suben las escaleras corriendo y entran en casa, lleva a Pablo hasta la habitación y antes de entrar, él le para.

-¿Qué haces?

-Entrar- lo mira con una ceja alzada.

-¿Para qué vas a entrar en mi habitación? No tienes por qué entrar.

-¡No vuelvas a comportarte como un capullo!- abre la puerta y entra arrastrándole con ella.

Le da un empujón y Pablo cae en la cama, se queda observando a Sandra, que sigue nerviosa y él no entiende por qué, ella no sabe nada, ¿no? Ve cómo Sandra abre el segundo cajón de su cómoda y él abre la boca de par en par. "¿Cómo sabe que ahí están mis...? María" Vuelve a ponerse bastante furioso y su pecho vuelve a moverse muy rápido. Sandra se da la vuelta con el bote de las pastillas en la mano, lo abre, saca dos y se las tiende a Pablo, pero éste niega con la cabeza.

-Venga, no seas niño chico- ella no sabe para qué son, pero recuerda lo asustada que estaba María. "Deben ser importantes."

-Ya las dejé, no voy a volver a tomármelas.

-¿Y por qué las tienes guardadas?- Pablo se queda callado y Sandra se acerca a él sonriendo.

Se sienta a su lado, él sigue tumbado, y se acerca más. Pablo cierra los ojos, al sentir la cara de Sandra pegada a él abre la boca para besarla y ella aprovecha y le mete las pastillas corriendo. Pablo abre los ojos de par en par y del susto se las traga.

-¡¿PERO QUÉ HAS HECHO?!

Sandra ni le mira, se levanta de la cama, sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí. Entra en su habitación y se tumba en la cama derrotada, maldiciéndose por décima vez por ir a la dichosa fiesta. "Ha sido una noche muy larga" mira el reloj, son las 4 de la madrugada, apaga la luz y se acurruca abrazada a la almohada sin ni si quiera cambiarse de ropa. Escucha a Pablo en su habitación, está muy enfadado, pero a los 10 minutos deja de sentirle.

Sandra abre los ojos, tarda unos segundos en saber dónde está, después tarda más de cinco minutos en reconstruir la noche anterior. Mira el reloj "LAS 10" debería haberse levantado hace tres horas, pero la noche le ha pasado factura.

Decide trabajar desde casa, pero antes desayunar algo. Se quita la ropa, la echa a lavar y se pone los leggins con su camiseta azul marina ancha y sale a la cocina. Pablo hoy tiene la entrega del final del máster así que tiene la casa para ella sola unas horas. Se prepara un chocolate y se hace unas tostadas con mantequilla y azúcar. Disfruta el desayuno como una niña chica, cuando termina lo guarda todo y vuelve a su habitación.

Enciende el ordenador, pone en internet Luis García y busca información sobre él y su mujer, necesita encontrar algo, lo que sea para hundirles, ellos han arruinado su vida, no pueden salirse con la suya. Pero es casi imposible, todo lo que hay en internet sobre ellos y su editorial es bueno, "necesito buscar un abogado dispuesto a ayudarme", pero si le pregunta a Pablo le preguntará para qué, aunque, después del beso Sandra no sabe qué pensar, ¿qué va a ser ahora de ellos? Si siguen adelante se lo tendrá que contar todo, a lo mejor cuando lo sepa él no querrá seguir en su vida, pero no puede pensar en seguir con él ocultándole eso, porque puede salir mal parado.

La puerta de su habitación se abre, da un respingo en la silla y cierra corriendo el portátil. La cabeza de Pablo aparece flotando en el resquicio que ha abierto de la puerta. Una pequeña sonrisa aparece en la cara de Sandra al verle y se levanta de la silla para acercarse a él. Sale de la habitación y él la lleva al salón y la sienta en el sofá.

-Pablo, ¿qué pasa?- se ríe nerviosa.

-Hoy...

-¿Sí?

-¡SOY LIBRE!- se empiezan a reír y se dan una abrazo, se separan incómodos por el subidón del momento- Venga, voy a poner unas pizzas a calentar y saco unas cervezas para celebrarlo.

Se levanta dando pequeños saltos y va hacia el frigorífico, abre el congelador y se agacha, Sandra se queda mirando a través de la puerta cómo hace las cosas con una pequeña sonrisa. Sacude la cabeza y se levanta a ayudarle, pone la mesa y se sienta a esperar a que se haga la comida.

-Creo que deberíamos hablar algunas cosas de anoche- dice Sandra mientras se sienta Pablo a su lado con las pizzas y las cervezas.

-¿Qué quieres hablar?- le da un bocado a una porción y seguido un trago a su cerveza.

-¿Para qué son las pastillas que te di anoche?

-Son... Eh... Para el asma, me da demasiado fuerte y me cuesta respirar- miente, Pablo cree que si le dice verdad va a salir huyendo.

-¿En serio?- ambos giran la cabeza hacia la puerta cuando escuchan que alguien la aporrea desde el otro lado.

Se miran extrañados y Sandra se encoge de hombros. Pablo se levanta dejando la porción de pizza en su plato y se acerca a la puerta. Cuando la abre los gritos inundan la casa.

-¡¿Dónde está la puta de tu compañera de piso?! ¡Le voy a arrancar el pelo y lo que haga falta!

Antes de ti. [Completa] [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora