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Canción: Patrick Watson
-Lighthouse

Conté cuantas estrellas podía ver, cuantos caminos podía recorrer,con cuantos idiotas me podría encontrar y conté también de que idiota me podría enamorar.

Plasmó en la hoja, letras en cursiva, y en cada reglón un nombre, su nombre resonando en su cabeza, igual o peor que cada noche, no es fácil decir algo como, ya no hay café, el azúcar es dañino o cualquier otra barbaridad saliendo de sus labios.

Dos semanas antes de volver a Hawaii, había visitado a el médico, para él, solo un chequeo de rutina y bueno, iba a recojer unos resultados de unos examenes que se hizó por capricho de sus hermanos, sentía uno que otro dolor en su cuerpo, pero nada alarmante en esos momento, quiza no lo notaba, quiza lo pasaba de largo, pero ahí, ahí siempre estaban los malestares.

Dejo de sentir sus manos,ahora las sentia adormecidas, sus ojos ya no sentian tales parpadeos recordados por el mismo, y hasta ahora se habia dado cuenta de que las heridas que casualmente, una que otra vez, se causaba cocinando, ya no se curaban tan rapido.

¡¡¡¿Cáncer?!!!

Su cuerpo se tensó al escuchar el diagnóstico de el médico.

No lo podía asimilar, peor aún, nisiquiera lo aceptaba, eso tenía que ser una maldita broma, un mal chiste,chiste del que no sacaria ni jna sola risa.

Sus manos se hicieron puños, lo presentía, si, pero esperaba que fuese solamente una remota conspiración en su torpe cerebro.

Sus ojos estaban cristalizados y de su boca no salía nada más que fuertes respiros, el otro sujeto que estaba sentado detrás de él escritorio ,al principio lo tomó con calma, en realidad no le parecía una reacción fuera de lo común, quien sea al enterarse que está con un pie en la tumba reaccionaria así, o peor.

Los pensamientos de tal enfermedad pasaron de largo en él, a él no le importaba su vida, a él le importaba lo que iba a hacer en toda ella.

Sus ideales, sus anhelos y todo lo que habia pensado para hacer mientras la vería crecer.

Su mundo se derrumbó, sus sueños de ver crecer a su hija, de verla entrar a la edad en la que cualquier jovencita quiere llegar como toda una modelo, de poder mostrarle cosas como la pesca, de enseñarle cómo defenderse de los malos, todo eso, incluso las cosas mas pequeñas que queria enzelarle, como por ejemplo, enseñarle a sumar numeros grandes, enseñarle a leer palabras que quiza aún en su escuela no le enseñaban. Todas esas cosas se vinieron abajo.

- Según lo cálculos..... - el rostro de dicho detective se elevó al escuchar de nuevo a el médico - no queda mucho....

Dejó de sofocarse a si mismo, tragó grueso sus lagrimas aún sin derramar y preguntó.

- ¿Cuanto tiempo?

- dos meses

Ese tiempo era lo que conformaba a la cereza de el pastel, dos malditos e inservibles meses.

Dos meses no le alcanzarían para hacer lo que siempre quizó, en realidad no le alcanzarían para vivir su vida en sí.

Ladeó la cabeza de un lado a el otro para dejar de pensar en palabras poco conocidas, para una felicidad.

Puede no querer recordar todo eso, pero el sudor en su cuerpo, unas punzadas fuertes, tanto como si le hubiesen puesto un paquete de hielos en su frente, hacen solo que se dé cuenta que se está deteriorando.

Su vitalidad, su alegría, eso no se pierde si él no quiere, pero, ¿Como obligar a su cuerpo a parar sus dolores?

Esto no es lo que él se imaginaba, una vida con punto final, con un futuro escrito en su destino, eso, eso no es lo que él esperaba.

Él esperaba vivir mucho tiempo, mucho más que su neandertal, claro, si es que el mismo no los ponía en peligro a ambos, esperaba poder participar en la ceremonia para los quince años de su monito, que aunque no estaba para nada cerca esa edad en la niña, el detective ya había pensado incluso los colores de telas que adornarian su fiesta.

Telas azules, globos azules y celestes,

El sonido de la puerta golpearse hace que deje de soñar despierto.

Camina con pesar, sosteniendose de las paredes, tropezando por los constantes mareos que le provocan sus medicamentos, que aunque no eran medicamentos que lo curarian, claro esta, eran medicamentos que calmaban los dolores en su cuerpo.

Se puso derecho cuando vio afuera de su casa a quien esperaba en la tarde, un moreno vestido de traje con una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos eran el verdadero espejo a la felicidad para Danny, e incluso tenia una corbata, no estaba bien puesta, pero tenia una corbata y eso era algo.

— ¿Llego tarde?

— ¿para que? — preguntó tornándose confundido.

— Para la cena — respondió obvio.

El pequeño detective soltó una risa, cosa que no pasó desapercibido para el comandante.

— Lo siento Steve, pero Grace se ha ido a una noche de chicas con Kono — dice sonriendo de lado, un fuerte dolor en su estómago lo hacen soltar una mueca en vez de su sonrisa — Planeab.... Planeaba salir a cenar afuera.

— Puedo acompañarte — se invita solo el comandante, en realidad, lo toma como una buena excusa para poder pasar tiempo con Danny.

— Ammmm — el detective lo piensa un momento — Bien.

Despues de minutos en ese sofocante consultorio, se dejó aceptar su situación, dejo de pensar en él, y comenzo a pensar en todos sus amigos, Kono, Lou, Chin y ¿Steve? .

Como reaccionarian con tal noticia, es decir, igual y lo culparian por no haberse atendido antes pero, él no lo sabía.

— Puedo hacer un viaje? — Fue lo último que el detective pregunto a su médico, médico que seguramente dentro de dos meses ya no volvería a atender a Danny Williams.

Ambos hombres salieron de la casa de Danny esbozando una sonrisa, tal vez una que otra mueca de dolor por parte de Danny, pero ambos caminaban con una sonrisa.

— Debería.... Debería usar esta corbata? — preguntó algo nervioso el comandante.

No le tiene miedo a la muerte, no le teme siquiera a los más peligrosos asesinos ni a las peores situaciones en peligro, pero si le tiene miedo a no estar bien para su Danno.

— Seguro que no — sonríe entregándole las llaves de su Camaro — anda, quitatela.

DULCE DECISIÓN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora