°•Capítulo 21•°

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-Kiwa-

Íbamos caminando por una calle que se veía para nada bien en situación económica. Mis ojos siguieron a un ave que se posó en los cables de los postes y luego se fue volando nuevamente. Mi mano estaba entrelazada con la de Satoru mientras él iba comiendo un dulce y cantaba una canción, era normal escucharlo hacer siempre lo mismo. Mis ojos se fijaron en un chico de baja estatura que llevaba una mochila en su espalda.

—Fushiguro... Megumi, ¿verdad?

Él se dio la vuelta y no pude evitar sorprenderme ante el parecido que tenía con Toji.

—¿Quiénes son ustedes? Y además, ¿qué pasa con esas caras?

—Ah, es solo que son igualitos, como dos gotas de agua. —le respondió Satoru con cara de disgusto. Yo asentí repetidas veces.

—Hola, Megumi, me llamo Kiwa, encantada.

—Ajá, ¿qué quieren?

Qué borde...

—¿Sabes? Tu padre pertenecía al Clan Zen'in, una buena familia de hechiceros. Pero como no podía alcanzarme, abandonó el clan y te tuvo a ti. Tu también puedes verlos, ¿verdad? También te das cuenta del poder que tienes. Al Clan Zen'in le encanta el talento. Nosotros solemos despertar nuestros hechizos entre los cuatro y seis años. Y además, esa esa la edad preferible para venderlos. O sea Megumi, que dejarte a cargo del Clan Zen'in fue la mejor jugada que hizo tu padre. —se puso en cuclillas.

—Nosotros nos encargaremos de cuid...

—Qué me importa. No me importa dónde esté ni lo que esté haciendo. Hace años que no lo veo, así que no me acuerdo ni de su cara. Pero ahora ya entendí más o menos la situación. La madre de Tsumiki tampoco volvió. Nosotros ya cumplimos nuestro cometido, ya no les servimos para nada.

Parpadeé, pero una sonrisa se formó en mis labios.

—¿En serio eres de primer grado? Además, me recuerdas a la chica que está a mi lado.

—¿Tu novia?

—Así es. —respondió orgulloso.

—Y tu hermana. —le dije a lo que él me miró—. Tenemos al mismo padre idiota que abandona a sus hijos y ni se acuerda de sus nombres.

—Mi única hermana es Tsumiki.

Una estaca al corazón.

—Bueno, tienes razón, pero cuando seas más grande, querrás estar a mi lado y saber de mi vida. En todo caso, siempre voy a cuidar de ti, Megumi. Aunque no esté en este mundo por tanto tiempo, siempre te cuidaré desde donde sea que esté.

Él sólo me miró y asintió.

—Bueno, eso ha sido algo incómodo, relación entre hermanos, quién los entiende. Megumi, cuando quieras saber de tu padre, pregúntame, creo que puede ser bastante divertido. En fin, vamos al grano. ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres ir con el Clan Zen'in?

—¿Qué pasará con Tsumiki? ¿Si voy para alla podrá ser feliz? Depende de eso.

—No. Estoy seguro al 100% de que no. Eso te lo puedo asegurar.

El rostro de Megumi no mostraba ninguna felicidad. Satoru le hizo una especie de cariño en el cabello a Megumi y se dio la vuelta para irse.

—Muy bien, nosotros nos vamos a encargar del resto. Pero te voy a pedir que te esfuerces mucho. ¡Da lo mejor de ti! Hazte fuerte, lo suficiente como para que yo no te deje atrás.

Sonreí un poco y me acerqué a Megumi.

—Siempre vamos a estar para ti, Megumi, en especial yo. Me ha encantado conocerte.

—Un momento, ¿tú eres una Zen'in?

—Lamentablemente sí, pero no te preocupes, no tengo ninguna relación con ese Clan y ni me interesa tenerla. Soy Kiwa, sólo Kiwa. —desordené sus cabellos con cariño y le regalé una sonrisa de ojos cerrados—. Que tengas una larga vida, y vuélvete el mejor usuario de shikigamis, ¿si? También hazte fuerte para proteger a Tsumiki-chan.

Él simplemente se dio la vuelta para entrar a su casa y solté un suspiro. Qué grata es la vida.

[...]

Satoru ya era hechicero oficialmente y yo estaba en cuarto año junto a Nanami, pues nuestro compañero Haibara había fallecido en una misión. El sol me pegaba en el rostro y el agua del mar bañaba mis pies cada vez que reventaban en la orilla. Nanami estaba comprando algunas cosas para comer mientras que yo me mantenía alejada de toda contusión y disfrutada de mi pequeño momento de felicidad y de día libre.

Me costo convencer a Nanami, pero junto a Satoru logramos hacer que viniera, así pasó lo mismo que con Utahime, quién se negaba a pasar un día de playa junto a su enemigo y odiado compañero, pero luego de unas súplicas de Shoko, Mei Mei y yo, accedió. Me sentía agradecida, me sentía plena y honrada de vivir en este mundo en el que pude conocer a grandes personas. Quizás qué hubiera ocurrido de mí si jamás se me haya pasado por la cabeza ponerme aquel aro. Quizás nunca hubiera conocido a mis amigos, quizás nunca hubiera abierto los ojos ante el nuevo mundo y a la madurez, quizás nunca hubiese conocido a Amanai y mucho menos tener un novio tan guapo y atento como Gojo. Quizás nunca hubiera sido yo.

Una lágrima solitaria bajó por mi ojo derecho y la quite.

—Aquí tienes. —Gojo apareció a mi lado pasándome un batido de sandía.

—Gracias. —dejé un rápido beso en sus labios.

Mis ojos se desviaron a Utahime, quién era perseguida por una gaviota y Mei Mei grababa la escena, pero luego mis ojos pasaron al grupo de adolescentes que estaban con las mejillas rojas viendo fijamente a Satoru. Sonreí un poco y me di la vuelta para enfrentarlas.

—¿Quieren tomarse una foto con él?

Aprendí que los celos nunca son buenos, así que nunca me molesté con las chicas que se quedaban viendo a Satoru o las que le pasaban su número de celular. Me causaba risa y confiaba en Satoru, porque sabía lo enamorados que estábamos. Las chicas chillaron emocionadas y me pasaron un celular para tomarles la foto. Felices, me agradecieron y luego de eso pude tomar mi batido de sandía.

—Esto... señorita. —miré a la chica que me había pasado su celular para tomarle la foto.

—¿Si?

—¿Quiere que le tomemos una foto con su novio? En verdad se ven muy bien juntos.

Satoru sonrió y le pasó su celular a la chica para que tomaran la foto. Pasé mi brazo por la cintura de Gojo y él sacó la lengua mientras realizaba el signo paz o de la victoria y yo sonreí a la cámara. Pero después me sorprendió chocando sus labios con los míos y me reí cuando caímos a la arena y lo que quedaba de mi batido de sandía se había derramado. La chica dejó el celular a un lado.

—¡Gracias, cielo! —le grité a la vez que ella sonreía.

Gojo me ayudó a ponerme de pie y me abrazó. Dios... quién iba a pensar que nuestras actitudes iban a ser compatibles al fin y al cabo. Pero era normal, éramos inmaduros y tuvimos que pasar por situaciones que nos hicieron madurar sí o sí, y aunque perdimos gente tras ese proceso, le agradecía a la vida por hacernos abrir los ojos, por no sentir nada más que gratitud y amor.

Porque sí, yo, Kiwa, una chica que pasó a ser la oveja negra del orfanato, terminó siendo una juguetona y alegre chica que agradecía por todo, en especial por aprender a amar.

Fin.

Este es el capítulo final de esta linda historia. Se viene el epílogo que es el final definitivo y otro alternativo. Ahí ustedes deciden con cuál quedarse.

Agradecer eternamente a todas esas personas que comentaron, votaron y leyeron. Se les adora♡

Sin más qué decir, nos leemos en dos capítulos más y en la historia de Suguru, que recién comienza.♡

Kiwa || Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora