Conección I

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La lanzadera abandono el hiper espacio entrando al espacio de Nal Hutta, no deseaba llamar innecesariamente la atención, por lo que dejó la nave en el pantano, lejos de la ciudad que se asomaba a la distancia.

Sus ropas pese a estar desgarradas y maltrechas eran las ropas de un Jedi, eso nadie lo pasaría por alto, además de que no poseía créditos para pagar, pero a estás alturas, esas cosas poco le preocupaban. Aguardaría a qué se asomara la noche para tomar lo que necesitaba, además, necesitaba meditar; era mucha luz y oscuridad a la vez, necesitaba guía y conocimiento para poder entender y usar ese poder.

-¿Cómo maestra, como podemos contactar con él?- exclamó Ahsoka de forma enérgica -y si podemos contactar con él ¿Porqué el consejo jamás dijo nada al respecto?- reclamó molesta, no era la primera vez que discrepaba con las decisiones del consejo Jedi, pero si habían llegado a tal atrevimiento, jamás se los perdonaría -lo intentamos padawan, pero como seguro tu te abras dado cuenta, cuando lo buscamos no lo pudimos encontrar- expresó con un deje de tristeza, curiosidad y cautela -pero si esa situación ha cambiado, debemos saber porqué, y encontrarlo para ayudarlo- Si bien la padawan no estaba consternada por el repentino contacto con Sidarth, no le importaba tanto como la idea de encontrarlo y reunirse con él -¿pero cómo?- aunque compartían un vínculo, no sabía cómo conectarse con él o cuánto poder y fuerza necesitaría para encontrarlo, en el rincón de la galaxia que se encontrará -por eso necesito de tu ayuda, pese al código Jedi, ustedes dos formaron un lazo mutuo, pero ese lazo puede ayudarnos a encontrarlo- Ahsoka fue acongojada por la vergüenza, sabía bien que el código le ordenaba a los Jedi que no debían formar lazos pero era lo más cercano que tenía a un hermano mayor -¿qué debo hacer?- Luminara extendió sus manos a la joven, instando a tomarlas -serena tu mente, concentrate en la fuerza y así lo encontraremos-

La noche finalmente se había posado en Nal Hutta, y con la oscuridad como su velo, avanzó en busca de una nueva nave para desaparecer de los ojos de la República y los separatistas; no pretendía ser exigente pero necesitaba algo con la suficiente eficiencia para la jornada que tendría que emprender.

Sus mentes se habían unido para buscarlo, recitando cánticos de tiempos ya olvidados; el mango de su espada debía ser suficiente para dar con su amo, no tenía impresa su energía o su poder como los kyber que alguna vez albergó pero fue el quien lo forjó y lo empuñó.

El fuego azul y los relámpagos danzaban y escudriñaban la tela del espacio y el tiempo guiados por el lado oscuro, tendrían que usar más poder ya que no rastreaban a un individuo cualquiera, además de que tanto la luz podría esconderse de los Sith, como la oscuridad podía nuclear la vista de los Jedi.

Eligió una C-ROC Cruiser atracada en un puerto privado en el centro de la ciudad, en el complejo de los uno de los muchos líderes criminales Hutt, los Jedi no le enseñaron a robar, pero sabía que tendría que aprender por su cuenta cosas que jamás ...

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Eligió una C-ROC Cruiser atracada en un puerto privado en el centro de la ciudad, en el complejo de los uno de los muchos líderes criminales Hutt, los Jedi no le enseñaron a robar, pero sabía que tendría que aprender por su cuenta cosas que jamás considero necesarias.

Tomo una capa oscura de uno de los mediocres negocios o viviendas en el pueblo, era mejor que creyeran que era cualquier cosa salvo un Jedi.

Los vigilas estaban casi dormidos, resultado claramente de embriagarse todo el día; con un movimiento de su mano los puso a dormir, y con otro tomo la tarjeta de acceso al edificio esférico.

El trayecto hacia la bahía de transportes no fue difícil de recorrer, aparentemente creían que nadie era tan loco como para meterse ahí a robarle a los Hutt, como pudo, evitó tener que asesinar a alguien. Finalmente atravesó la puerta que daba al puerto y vio su objetivo a su alcance, abordo el crucero y activo los sistemas para partir cuanto antes y evitar contratiempos con esos criminales.

De cierto modo le rindió beneficios las clases intensivas de pilotaje con Gusto, ahora no tenía problemas en activar una nave, pese a no tener ninguna familiaridad con el modelo. El sonido de los motores encendiéndose resonó en toda la base, pero con los guardias tan ebrios y dispersos, le dejaban una buena ventana de oportunidad para irse sin ser atacado.

Cuando se disponía a dar la vuelta y salir del puerto cuatro voces irrumpieronen su mente, demasiadas para sostenerlas de forma estable.

El Sith'ari- Una Historia De Star Wars Donde viven las historias. Descúbrelo ahora