Hace un tiempo el gobierno había tenido la grandiosa idea de crear mutantes para utilizarlos de "defensa" hacia otros países que quisieran guerra. Pero... ¿qué pasaría si todo sale de control? ¿qué pasaría si después de tanto tiempo lo que la poblac...
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—¡Hemos traído un regalo!—grita Alexei para que el Sr. Góluveb y su equipo élite nos escuche.
En realidad me parece muy raro que nos hayan recibido, tengo entendido que no suelen hacerlo. ¿Habrá malas noticias o creyeron que no llegaríamos ilesos?
Una vez que llegamos a ellos hacemos el saludo militar.
—Debieron avisar para poder preparar la silla. Pero, gracias, hicieron un muy buen trabajo. Creo que todos ustedes serán un buen equipo.—dice Góluveb.
—Está muy sedado, tranquilo.—trata de calmarlo Edd.
—Y atado...—digo señalando los cintos.
—¿Vino la familia?—pregunta Góluveb con un tono de preocupación.
—Claro, están enteros.—menciona Alexei.
—Debo decir que me alegra que llegaran vivos.—expresa Green riendo, dándole una palmada a Edd.—. ¿Y a ti qué rayos te pasó en la nariz?—le pregunta a Nina.
—Verá, yo no me rindo fácil, soy un cadillito en... No diré dónde, eso ya lo sabe y bueno...
—Ella estaba trepada arriba de ese orangután, como una loca que no valora su vida y éste le dió un cabezazo. Afortunadamente Alexei la ayudó.—termina de completar Kervin, su primo.
—¡Valoro mi vida! Tuve suerte de que ese jalón de cabello no me dejara pelona y yo detesto que me agarren tan siquiera un poco el cabello.
—¿De verdad?—escucho decir a Alexei con una sonrisa burlona. Karenina lo mira mal y después ríe.
—Ahora... Necesito que el Dr. Tedd me diga que mi nariz estará bien y no se desfigurará o moriré.
—Hablaremos de los detalles después.—dice Green sonriendo.—. Alik y Haddei, necesito que lleven a la familia a la sala de reuniones, quédense con ellos, iremos pronto. Karenina, sí te preocupa tu nariz y tienes dolor en alguna otra parte ve con Tedd, de paso lleva lo que trajeron. Los demás, ayúden a llevar todo.—ordena Green.
Asentimos con la cabeza y nos retiramos a hacer lo que nos dijo.
—En realidad pensé que llegaríamos a dormir.—me dice Haddei con pesadez. Era de madrugada y nuestro viaje fue muy largo.
—Créeme, hermano, yo también. Ni siquiera tengo ganas de hablar.
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