03.

68 13 2
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Ya faltan pocos días para que se llegue un 30 de mayo. Realmente no quiero ir a ese estúpido homenaje, todo eso es una burla pero son pocas las personas lo ven así, están cegados. Tienen el cerebro lavado por el gobierno y aceptan cualquier baratija que les digan.

Es una lástima que nos obliguen a que mínimo una persona por familia de las personas raptadas para el experimento M.U.T.4.N.  tengan que ir, estoy segura de que si no fuera obligatorio nadie iría o al menos las personas inteligentes. Y bueno, yo tengo que ir porque soy obligada por mi padre, si todo dependiera de mi lo dejaría completamente solo, al fin y al cabo es lo poco que se merece por ser un cobarde.

Esta vez me encontraba en casa, casi siempre me la pasaba en casa de Yerik y solo iba a casa de mi padre por las noches, para dormir, así me limitaba a no verle la cara tanto tiempo. Hoy me pidió que llegara temprano, para cenar juntos y eso es lo que estábamos haciendo justo ahora. Una cena de lo más normal con solo dos personas aunque he de admitir que la comida estaba muy rica.

—Cariño, ¿Ya tienes tu ropa para el homenaje?—pregunta mi padre.

—Hum, no.—respondo sin algún interés.

—Eso supuse, te conseguí un vestido.

—¿Y para qué?—suelto con una molestia notaria.

—Pues para el homenaje de tu hermana y madre, cada año te compro tu vestimenta, hija. Siempre se te olvida hacerlo.—me dice de lo más tranquilo.

—No se me olvida solo que no es para nada necesario, tengo ropa blanca puedo usar lo que sea.—digo con obviedad.

—Sí, bueno, solo que es algo especial, ya sabes, por tu hermana y tu madre. Así como lo hemos hecho todos estos años, después de el homenaje iremos al cementerio a visitarla y dejarle un par de flores.

Una de las tantas cosas más estupidas, aparte de ese homenaje es que debíamos usar ropa blanca, ni siquiera nos dejaban elegir la maldita ropa. Maldito gobierno controlador. Nos quitaron a nuestra familia, déjenos ser libres. Parecemos títeres y ellos los titireteros.

Siempre se me ha hecho ridículo eso de los
cementerios, bueno, no el lugar si no lo que la mayoría de las personas hacen. El hecho de "visitar" a los muertos y llevarles obsequios, no lo entiendo, de igual forma ellos nunca sabrán que fuiste. La mayoría de la gente que lo sigue haciendo pienso que es porque quedaron con un gran remordimiento que no pueden vivir con ello y para saciar un poco la culpabilidad hacen esas boberías o no lo sé, tal vez porque los apreciaban mucho y aún no aprenden a vivir su vida sin ellos. ¿A caso alguien sería capaz de hacer eso por mi?

—No es por mi hermana, es por el gobierno. ¿Cuándo vas a entender que ella NO está muerta? Entiéndelo, Anton, entiéndelo. El gobierno es una mierda, todo lo es.—le reclamo.

—Tiana, sabes que ese tipo de vocabulario no es permitido en la mesa. Soy tu padre, respétame.—dice Anton molesto.

—¿De verdad quieres que te respete? Gánate ese respeto ¡Tú fuiste el culpable de la muerte de mamá! ¿A caso crees que no lo sé? ¡Tú fuiste quién la metió con el gobierno!—digo ya muy exaltada.

—¿Cómo sabes eso?—pregunta mi padre Anton nervioso y asombrado.

—Siempre los he escuchado, te escuchaba hablar por teléfono, te escuchaba discutiendo con ella por no querer aceptar esa “gran” oportunidad que lo único que hizo fue destruirnos como familia.—le espeto muy molesta.

—Eso eran asuntos de tu madre y yo. Tampoco eres una santa, Tiana. Dejaste que se llevarán a tu hermana y no hiciste nada para evitarlo. Créeme que hubiese preferido que a la que se llevarán fueras tú. Al final del día tú y yo somos iguales.—dijo Anton sin expresión alguna.

El ambiente estaba demasiado tenso, mi padre fue un hipócrita. Todo el tiempo me decía que no era mi culpa, me trataba de hacer creer eso y ahora me lo espeta en la cara sin nadita de remordimiento. Soy una tonta porque siempre le creí cuando lo único que era es un doble cara al que no le importaba para nada su familia más que su jodida reputación y negocios. Y no, no éramos iguales, siquiera yo no ocultaba lo mucho que lo detestaba. Siempre fui sincera, fui una estúpida al querer estar bien con él durante mucho tiempo o al menos no dañarlo emocionalmente a pesar de todo lo que sabía porque a él en una noche la valió mierda y dejó caer su teatrito de buen padre.

—Yo también hubiese preferido eso, así no tendría que respetar a un hipócrita como tú y esa es la diferencia entre nosotros dos. Tú eres un lobo rapaz, un hipócrita y yo… yo al menos no oculto lo que soy y estoy orgullosa de eso.—le respondo tal y como él lo hizo anteriormente.

—Tiana, de verdad, lo lamento mucho… creo que nos hemos exaltado demasiado y dijimos cosas que no queríamos, perdón, hija.—empezó a decir tratándose de convencerme para perdonarlo.

—No, no dijimos nada más que la verdad. Buenas noches, Anton.—digo fríamente lista para marcharme hacía mi habitación.—Ah, y que no se te olvide. Anya no está muerta, se la llevaron para tenerla como ratón de laboratorio.

Me levanto de ese lugar y me dirijo hacia mi habitación sin esperar ninguna respuesta de él. No la necesitaba. No ocupaba escuchar sus tontas excusas.

Las personas que raptaron, no estaban muertas y la sociedad debería de entender eso porque al parecer muchos estaban cegados y manipulados por el gobierno. Estaba muy segura que ese estúpido homenaje solo era una distracción para mantener distraídos a la población de lo que pronto sería una realidad.

 Estaba muy segura que ese estúpido homenaje solo era una distracción para mantener distraídos a la población de lo que pronto sería una realidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Quise traerles este capítulo porque si, ya casi tengo vacaciones y supongo que algunos de ustedes también ?)

¿Quisieran que comenzara a publicar la historia ya?

EN GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora