Capítulo 00.

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Eslovaquia, 896 d. C.






Miré fijamente la flor marchita y puse mis manos a su alrededor. Suspiré y cerré los ojos.

―Hoc fuerit de cura te et vivat ―Susurré―. Hoc fuerit de cura te et vivat.

Abrí los ojos lentamente y sonreí cuando vi los hermosos pétalos del jazmín. Ahora es más hermoso.

Me levanté y tomé mi canasta con las hierbas que mi madre me mandó a recoger. Las necesita para algún hechizo que está haciendo.

Sí, es bruja.

Como yo.

Provenimos de un corto y casi vacío linaje de brujas y brujos. Nuestro apellido es Valkensen, somos de los más poderosos.

Es por eso que la naturaleza hizo lo suyo y para controlar nuestro poder, tenemos restricciones.

Solo los que nacen con la marca que tanto mamá y yo tenemos, pueden hacer magia. A lo largo de los años solo hemos sido seis brujos en total. Tres mujeres y tres hombres.

¿El problema?

Los varones no pueden hacer magia.

Los debilita. Los mata.

Pasó con mi abuelo, con mi tatarabuelo y con mi tío Vasile. Al intentar usar su magia, los debilitó tanto que murieron. Eso que solo usaron apenas una pequeña porción de lo que ser un Valkensen significa.

Ahora, mamá y yo somos las únicas de la familia que seguimos con vida, es nuestro deber continuar con el linaje para que nuestro apellido no quede en el olvido.

Hace años mi abuela falleció, era mayor y eventualmente, las personas envejecen y se van.

Caminé por el bosque y en el camino recogí más plantas por si madre las necesitaba. Estuve a punto de cruzar el río cuando me detuve para ver a los peces nadar. Curvé los labios hacia arriba y coloqué mi palma extendida a la altura de mi cadera. Me concentré y moví un poco los dedos, ocasionando que en el agua comenzaran a formarse muchas burbujas sin siquiera tocarla.

Un gruñido detrás de mí, un poco alejado, me hizo girarme rápidamente.

Había una criatura, me enseñaba sus afilados dientes y no parecía para nada feliz.

Es un lobo.

Su cuerpo estaba rígido y daba pasos lentos como si estuviera cazándome.

―Retrocede ―Pedí―. Vete.

Di un paso hacia atrás cuando vi que se acercaba más.

Alcé mis manos delante de mí, tratando de calmarlo.

Es por esto que mi madre apenas si me deja salir. El mundo es peligroso. Si sobrevivo y ella se entera que un lobo pretendió atacarme, entonces me encerrará de por vida.

Los ojos amarillentos del lobo estaban fijos en mí. Entre más se acercaba, entonces yo tenía que retroceder.

Hasta que finalmente caí de espaldas y las flores que llevaba en mi canasto, salieron disparadas. Mi pulso se aceleró cuando noté toda su intención de atacarme al verme indefensa.

Alcé mis manos delante de mí, lista para usar mi magia.

Justo cuando el animal corrió hacia mí y empecé a murmurar, una figura apareció delante de mis ojos. Me daba la espalda y era muy alto, parecía ser un hombre por la anchura de sus hombros, pero no podría afirmarlo puesto que lleva una tunica que cubre su cuerpo hasta sus pies, junto con su cabeza.

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