Los Ángeles, California. Año 1950.
Abracé la caja de regalo contra mi pecho, tomando la aldaba de la puerta para golpear. Esperé pacientemente a que abrieran por unos cuantos minutos, hasta que finalmente lo hicieron.
Una monja se asomó y me miró con curiosidad.
―¿Sí? ¿Puedo ayudarla en algo?
Carraspeé y asentí lentamente con la cabeza.
―Estoy buscando a alguien. A un niño que vive aquí ―Contesté―. Su nombre es Jeremiah.
Hundió las cejas.
―¿Y lo busca por...? ―Se quedó a mitad de la pregunta, esperando a que yo terminara.
―Es mi amigo. He venido a visitarlo ―Sonreí un poco―. ¿Se puede?
Alcé la caja.
―Le he traído algo ―Terminé.
―Las visitas a los chicos son rápidas y bajo supervisión, ¿bien?
―Bien.
Se hizo a un lado, abriendo un poco la puerta para dejarme pasar. Por suerte, pude sin ningún problema debido a que este lugar no tiene dueño. Miré atentamente todo el orfanato mientras ella me guiaba a donde supongo debe estar Jeremiah.
Es un lugar viejo, pero es limpio y bonito.
―Espere aquí, ya vuelvo ―Comentó. Asentí antes de que se alejera, entrando por un pasillo que la verdad, no sabía a dónde llevaba.
Me balanceé sobre mis pies, esperando a que volviera. Observé los detalles del lugar con atención, buscando enfocarme en algo más.
Alcancé a escuchar voces y pasos, muy retirados de mí. Solamente con concentrarme en eso, ayuda a que lo pueda escuchar con claridad.
―¿Pero qué chica? ―Se quejó el niño―. Tengo sueño
Sonreí al notar el fastidio en su voz, junto con lo adormilado que se escucha. Pobre chiquillo, parece que vine mientras tomaba su siesta.
Sentí una energía fuerte y horrible rodeando el orfanato. Fue tanto que tuve un ligero escalofrío.
Sé qué es lo que se siente.
―¿Ángel? ―La voz de Jeremiah me sacó de mis pensamientos. Me giré para mirarlo, cuando comprobó que se trataba de mí, entonces su mirada se iluminó y su sonrisa se hizo más grande.
Sonreí de la misma manera y alcé mi mano para saludarlo.
―Hola, niño.
―Estaré cerca por si necesitan algo ―Dijo la monja que lo trajo. Su tono me decía que no es por si necesitamos, sino porque no me tiene la suficiente confianza como para dejarme sola con él.
Asentí con la cabeza.
―De acuerdo. Gracias ―Contesté. Nos miró una última vez antes de alejarse por completo del lugar y dejarnos solos en este espacio.
Jeremiah se acercó a mí, tuvo que alzar la cabeza debido a la diferencia de altura entre los dos.
―¿Por qué has venido a verme? ―Preguntó, algo curioso―. ¿Vienes...vienes a recuperar el dinero que me diste?
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Noshten ©
FantasíaTenía dieciocho años en el 896 d. C. Hasta que mi madre me asesinó. Cuando desperté, ya no era humana... Era una depredadora. La primera de mi especie. Un Noshten. Mis padres murieron en la hoguera al ser acusados de brujería. Hacerme fuerte e inde...